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Próximo a celebrar 173 aniversario del natalicio de Antonio Maceo

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El General Antonio de la Caridad Maceo y Grajales nació en Majaguabo, San Luis, Santiago de Cuba el 14 de junio de 1845, fue el segundo Jefe Militar del Ejército Libertador de Cuba. Conocido como El Titán de Bronce, fue uno de los líderes independentistas más destacados de la segunda mitad del siglo XIX en América Latina.
Maceo se encuentra ubicado a la altura de famosos guerreros del mundo, debido a que descolló en acciones como la Campaña de la Invasión a Occidente y en la Gplaza-maceo-santiago-150x125uerra de Independencia de 1895 a 1898. Su talla política y moral trasciende el 15 de marzo 1878 en la Protesta de Baraguá, hecho que dignifica la lucha de la nación cubana por su soberanía y el cual José Martí describió como de lo más glorioso de nuestra historia.
Al rechazar el Pacto del Zanjón, Maceo tenía 33 años. Diez años antes, el desconocido joven se incorporó a la insurrección, el 11 de octubre de 1868. Cuando terminó la guerra de los Diez Años era mayor general, con más de 800 acciones militares y conservó en su cuerpo 24 cicatrices de bala y arma blanca en el tronco, brazos y extremidades inferiores.
En la Guerra del 95 dirigió 119 combates, en poco más de año y medio. Fue el brazo derecho de su gran maestro, Máximo Gómez. Resultó nombrado Lugarteniente general del Ejército Libertador por la Asamblea Constituyente de Jimaguayú.
Fidel Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, durante el desarrollo del proceso revolucionario, tuvo siempre presente la savia de los precursores de la independencia de Cuba, en especial la del Mayor General Antonio de la Caridad Maceo Gra¬jales. En momentos importantes de la lucha insurreccional y la construcción de la nueva sociedad, Fidel acudió al ejemplo y el legado imperecedero de Maceo.
Uno de los primeros ejemplos en que Fidel exalta al Titán de Bronce, ocurre después de la epopeya gloriosa del 26 de julio de 1953, cuando dio inicio la causa 37 que juzgó a los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente y el 16 de octubre de ese año, en una sala de estudios de las enfermeras del Hospital Civil Saturnino Lora, Fidel Castro asume su propia defensa y pronuncia un discurso de aproximadamente dos horas, devenido luego en el documento La historia me absolverá. Junto a la denuncia de los males que aquejaban a Cuba, los crímenes cometidos con sus compañeros y la declaración de José Martí como el autor intelectual de aquellas acciones, en su oratoria aludió también al glorioso jefe mambí que fue Antonio Maceo al expresar:
“Pero hay una razón que nos asiste más poderosa que todas las demás: somos cubanos, y ser cubano implica un deber, no cumplirlo es crimen y es traición. Vivimos orgullosos de la historia de nuestra patria; la aprendimos en la escuela y hemos crecido oyendo hablar de libertad, de justicia y de derechos. Se nos enseñó a venerar desde temprano el ejemplo glorioso de nuestros mártires. Céspedes, Agramonte, Maceo, Gómez y Martí fueron los primeros nombres que se grabaron en nuestro cerebro; se nos enseñó que el Titán había dicho que la libertad no se mendiga, sino que se conquista con el filo del machete […]”.
En el 173 aniversario de su natalicio los estudiantes y trabajadores de la Universidad de Ciego de Ávila seguimos su ejemplo y lo honramos por su coraje y patriotismo.

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