Culturales

La otra vida de Claudia

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Claudia Álvarez González tiene tantas historias como personajes ha interpretado en su vida, aunque en estos momentos solo tenga 20 años. Solo quienes han podido conocerla en su día a día, y luego han ido al teatro a aplaudirla, entenderán de su transformación al subir a un escenario, porque en realidad “Claudia no es graciosa, ni muy ocurrente, por el contrario, es muy penosa”.

Con esa descripción justifica la timidez con que responde a mis preguntas, como si una grabadora le intimidara más que un auditorio esperando a que le haga reír. A lo último ya se ha acostumbrado, y si bien los nervios todavía le asaltan antes de salir a escena, es una sensación familiar para quien ha crecido entre telones, escenografías y aplausos.

Más de una vez tuvieron que correr sus padres detrás de un vestuario, mientras estaba en el círculo infantil, pues desde ese entonces no hubo obra que se le escapara. No obstante, no sería hasta el cuarto grado que Yosvany Abril y su pequeña Compañía Polichinela, le ayudarían a entender que, a esa edad, “el teatro es un juego, pero un juego en serio”, que acabó conquistándola.

claudia alvarezClaudia durante su actuación en el Aquelarre 2018 con 40 MegasPor eso sus profesores se asombraron tanto cuando, al término de la Secundaria Básica, no se presentó a las pruebas de la Escuela Nacional de Arte. De todos aquellos consejos que le decían que “esa era una carrera muy difícil, en la que hay que ser bueno y correr con suerte”, solo reunió el miedo, para al final alejarse de las tablas y decantarse por el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE).

A partir de ese momento, el cambio sería tan drástico que hasta ella se alarma al contarlo. “Después que me bequé en el IPVCE cambié totalmente. Todo me daba pena y, aunque hacían obras de teatro, me volví ajena a eso”.

No se equivocaría aquel profesor de Polichinela al asegurarle que para qué se alejaba de lo que le gustaba si al final terminaría en el teatro, y así fue. Al ingresar a la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, para cursar la Licenciatura en Turismo, no solo volvería al arte con Telón Abierto, sino que el bichito de la actuación acabaría delatándola frente a aquella propuesta de Isaac Miguel Torres, uno de los integrantes del grupo humorístico 40 Megas, con quien compartiría escenario en el Festival de Artistas Aficionados que organiza la Federación Estudiantil Universitaria.

Lo que no imaginaba Claudia era la oportunidad que estaba por venir, cuando de la mano de 40 Megas llegó la invitación para participar con ellos en el Aquelarre, pues necesitaban suplir la ausencia de uno de sus miembros. Sin pensarlo mucho aceptó “porque yo del teatro que me pueda agarrar, lo hago”.

Entonces el reto se hizo enorme, más que por la magnitud del evento, por el Julio César de Greciecitas conmigo no, el personaje más difícil que recuerda. “Aun cuando he interpretado papeles masculinos en más de una ocasión, para este pasé semanas buscando un tono de voz que me quedara cómodo y pudiera sostener durante todo el espectáculo”.

A partir de ahí, pasó a ser “la hija adoptiva” de 40 Megas, a cuyos integrantes (Aldring Mirabal, Isaac Miguel Torres y Héctor Eduardo Pérez) agradece la comprensión y los consejos que le han permitido llevar los estudios universitarios y la actuación al mismo nivel, además de la oportunidad de hacer humor, que tanto disfruta. “Muchos piensan que hacer reír a otros es cosa fácil, pero hay que estar frente a un público para saber lo difícil que es”.

•A teatro lleno tuvo lugar la última actuación de 40 Megas en Ciego de Ávila:

La pregunta sin respuesta para quienes la conocen es de dónde heredó el gen de artista, que nada tiene que ver con sus padres. No por gusto a ratos se escucha el “¿Claudia, a ti no te da pena?” de la mamá, que todavía duda de dónde saca tanto desenfado su hija para desdoblarse en gestos y parlamentos encima del escenario y arrebatarle risas a la gente.

Si bien a más de una persona los ojos le han brillado cuando dice que estudia Licenciatura en Turismo, por la posibilidad que brinda esta carrera para trabajar en la cayería norte, lo cierto es que sus aspiraciones prefieren no cruzar el pedraplén por más que otros le acusen de no saber lo que hace.

“Espero que el teatro sea mi trabajo y permanecer en 40 Megas. Me gusta lo que estoy haciendo y cómo lo estoy haciendo. Hay quien dice que en el cayo puedo dedicarme a la animación, sin embargo, no me gusta, me da pena.”

Por nada del mundo se perdonaría perderse una actuación de Osvaldo Doimeadiós o Venecia Feria, dos de sus paradigmas si de humor cubano se trata. Y aunque no es la típica persona que va por ahí haciendo chistes todo el tiempo, por temor al “no eres graciosa”, sus personajes desdibujan esos límites, “porque cuando estoy encima de un escenario, todo se justifica”.

Tomado del periódico Invasor

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