No se puede hablar del reinicio de la lucha por la independencia de Cuba si no se tiene presente la ardua labor revolucionaria que desarrollara José Martí como continuador consagrado y progresista del ideario patriótico de nuestros padres fundadores, los que no cejaron en el empeño de luchar por una Cuba libre del colonialismo español, ese era el camino aun cuando se pereciera en la contienda, como dijera Céspedes “Independencia o Muerte” o Fidel un siglo después, “Patria o Muerte”.
Si hubo regreso a 1895, fue precisamente por Martí, quien supo enfrentar los disimiles obstáculos con optimismo, buscó la unidad de los patriotas cubanos, fundó el PRC, el periódico Patria y apuntó a la meta de la República que llamó nueva, moral, de paz, trabajo y equilibrio social que aboliese las trabas de la vieja cultura colonial. Estos fines de la guerra de Cuba los estableció en el Manifiesto de Montecristi como la dignidad plena del hombre, la conformación de una República moral en América y un archipiélago libre.
El reinicio de la lucha el 24 de febrero de 1895 organizada y dirigida por Martí constituyó un hito de continuidad en el proceso revolucionario cubano, sus sucesores reanudaron su legado patriótico y antiimperialista. Y si hoy estamos aquí es porque Fidel comprendió que el Apóstol encarnaba el sentido intelectual y el valor ético de la cultura y nación cubana, de ahí que Martí no solo fuera de su tiempo, sino de todos los tiempos, no solo de Cuba sino del mundo entero.
Por DrC Sayly de la C.Rodríguez Santana,Coordinadora del Observatorio Social Universitario
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