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Ética y valores en las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC): el gobierno electrónico (e-gov) entre la dictadura y la democracia (2da parte)

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2.3 Los fundamentos culturales y educativos

Anteriormente se abría la posibilidad de llamar a esta sociedad «de la comunicación», en lugar «de la información y el conocimiento», por el énfasis mundial que las personas han puesto en la interacción personal, amistosa o familiar, más que en informarse, aprender o investigar. Las mayorías utilizan las TIC para comunicarse con amigos y familiares, para intercambiar mensajes intrascendentes desde el punto de vista informativo. Los cubanos siguen la misma tendencia. Se han asociado en grupos para sobrevivir, lograr sus objetivos, intercambiar ideas o simplemente divertirse. No es necesaria una investigación muy estructurada para concluir que las aplicaciones más utilizadas en Cuba son Facebook, Zapia, Imo o WhatsApp, fundamentales para la interacción personal. Esto no es censurable. La sociabilidad es una característica de los humanos. Las TIC han permitido potenciar esas características mucho más allá del simple espacio físico y del tiempo: el ciberespacio nos ha permitido relacionarnos con amigos y con desconocidos en una forma y medida nunca antes existente. Pero, esa comunicación resulta insuficiente a los efectos de la sociedad de la información y el conocimiento. Tiene muy poca relevancia desde el punto de vista del conocimiento y de su influencia en el desarrollo económico.

Si se quiere que Internet sea un factor decisivo para incrementar nuestro desarrollo social y económico, hay que estimular su utilización para informarnos más, aprender y mejorar nuestro conocimiento, hacer que las empresas funcionen mejor, y lograr que los estudiantes consulten más y mejor información. En otras palabras, nuestra base cultural y educativa debe mejorar, a la vez que se aporta y se deja huella en la red mundial.

Nuestros empresarios deben aprender a utilizar las TIC como una fuerza productiva más, para que sus empresas funcionen mejor, sus productos y servicios sean mejor diseñados, y se amplíen sus mercados. Los profesores deben emplear la red para incrementar sus conocimientos, lograr una mejor cultura general y técnica, así como preparar clases más atractivas y didácticas. Deben exigir y estimular a los estudiantes, para que estos consulten las bases de datos más serias y busquen mejor información, más profunda y de avanzada. Conjuntamente, los técnicos deben incrementar su cultura técnica para que su trabajo tenga más calidad y satisfaga mejor a los consumidores y clientes en general.

Los estudiantes deben consultar las mejores revistas, los mejores libros para aprender más, escribir mejores tesis, y así contribuir más activamente a la solución de nuestros problemas. Por otra parte, los intelectuales deben ampliar su perspectiva informativa para utilizar mejor sus capacidades y apoyar culturalmente a la sociedad en que viven.

Los ciudadanos en general deben aprender a utilizar herramientas disponibles con las TIC, que puedan potenciar el mejoramiento de su vida como seres humanos. La educación tecnológica deviene una necesidad de nuestra sociedad, si se desea que evolucione de la comunicación personal y familiar, hacia el incremento de la información y el conocimiento.

En la actualidad, se vive en un mundo tecnológico, complejo, interconectado e influyen en nuestras vidas muchas actividades científicas y tecnológicas diferentes. Por esta razón, y para hacer mejor nuestro desempeño profesional y personal, también se deben adquirir conocimientos básicos de economía, medicina, mecánica o electrónica. No se busca otros como Leonardo Da Vinci, pero sí es imperioso incorporar a nuestro arsenal de conocimientos los necesarios para vivir en esta sociedad compleja. Solo así se avanzará de «la comunicación más simple» a la información y el conocimiento. Debe ser el tránsito a la cultura de la información y el conocimiento.

Esa base cultural y educativa no depende exclusivamente de las TIC, aunque hoy estas tecnologías abren puertas que nunca existieron antes. La educación, la instrucción, la formación de directivos, la capacitación de trabajadores permitirán atravesar esas puertas. Cruzarlas y escoger el camino correcto es una actitud que debe estimularse en todos y que se debe asumir para ser mejores personas y, por ende, mejor sociedad. De esta manera el ciudadano común podrá participar activamente en el e-gov y la e-democracia.

2.4. Fundamentos legales

La informatización de la sociedad o la transformación digital impactará en mayor o menor medida a todas las ramas del derecho. Esa informatización y, sobre todo, el e-gov, el comercio y el negocio electrónico, la Internet de las cosas, la industria 4.0 y otras aplicaciones requerirán de modificaciones sustanciales en todo el cuerpo legal de los países que asuman una informatización integral como esa. La legislación que se elabore y aplique para apoyar la informatización de la sociedad y el e-gov debe basarse en el principio expresado por Abraham Lincoln «gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo». Y ahora y por primera vez, es posible agregar «y con el pueblo».

Esta investigación se atreve a proponer varios ejemplos que ilustran las situaciones que se crearán con la informatización de la sociedad y el e-gov, y que requerirán de modificaciones sustanciales en la base legal de Cuba y otros países:

  • Derecho mercantil: instrumentación y aceptación del contrato y la firma electrónica como instrumentos legales de utilización común en el comercio electrónico.
  • Derecho civil: instrumentación y aceptación de documentos electrónicos como la certificación de nacimiento o de matrimonio o identificación de identidad.
  • Derecho penal: diseño e instrumentación de juicios con apoyo de las TIC. Documentación electrónica válida y utilizada normalmente.
  • Derecho laboral: utilización de la documentación electrónica en forma habitual en los expedientes laborales y en otros casos.

Estos cuatro ejemplos requerirán de ingentes esfuerzos para el diseño e implantación de soluciones apropiadas a las posibilidades de las TIC. También se impone el desarrollo de una legislación que proteja al ciudadano y a las instituciones de los delitos y agresiones informáticas y, sobre todo e incluso, de las posibles acciones de otras agencias y organizaciones gubernamentales que, por su posición y responsabilidad institucional, dispongan de informaciones sobre los ciudadanos y puedan utilizarlas indebida e ilegalmente contra ellos, en función de sus propios intereses o de los intereses de otras entidades gubernamentales o ajenas al gobierno, sin una verdadera justificación ética o legal. Esa legislación debe ser clara y terminante: las informaciones almacenadas en ciertas instituciones solo deberán ser utilizadas para los fines y objetivos de esas instituciones, y esa restricción deberá estar recogida en convenios y contratos firmados por dichas instituciones y por los ciudadanos que atienden. Como ejemplo pueden señalarse las cuentas bancarias de esos ciudadanos, cuya información contenida debe ser respetada. Esto no debe verse como la protección a ultranza de actividades delictivas, como el posible lavado de dinero por las mafias, sino como la garantía de seguridad jurídica y práctica a los ciudadanos, de que sus informaciones personales no serán utilizadas en su propio perjuicio.

La legislación que se aplique debe combatir activa y fuertemente el hacking que tanto daño hace. Igualmente, la difusión de noticias falsas, la difamación y las ofensas a través de las redes sociales deberán ser objeto de atención y de sanciones claras. También deben ser sancionados los incumplimientos e incongruencias entre lo expuesto en sitios web y en redes sociales por empresas y organizaciones y su accionar en la vida real.

Hay que proteger legal y activamente a los ciudadanos de aquellos informáticos que hayan elegido el camino del mal o de la indolencia. Los especialistas en informática son los únicos que tienen los conocimientos y habilidades necesarias para participar en el hacking y el delito informático. Ningún delito puede cometerse sin su participación, ninguna información sobre los ciudadanos puede utilizarse en su contra, ningún gobierno puede manipularlos. Los informáticos tienen un poder inmenso y la legislación debe limitar ese poder y, además, dejar claras las implicaciones de participar en actividades dolosas.

Los profesionales del derecho, abogados, notarios, fiscales, jueces y funcionarios en general, deberán desempeñar un papel muy activo en la creación de esa base legal. Serán los actores principales, además de los informáticos. Esos profesionales deberán obtener los elementos culturales básicos para poder comprender y adecuar las TIC a las necesidades presentes y futuras de la sociedad.

2.5. Fundamentos éticos

Toda tecnología es relativamente neutral y puede ser utilizada tanto para ayudar a la humanidad como para perjudicarla. La legalidad puede fallar ante ciertas maniobras malévolas pero inteligentes o puede ser incompleta y quedarse anticuada. La cultura y la educación pueden ser objeto de manipulaciones. Solo los fundamentos éticos fuertes y sólidos pueden protegernos ante esos peligros. Únicamente los valores pueden convertirse en un valladar infranqueable ante la maldad. Sin embargo, la neutralidad de las TIC es muy relativa, pues su utilización siempre pasa a través de manos y criterios humanos. Por tanto, cualquier aplicación será tan neutral como las personas que se responsabilicen con su trabajo. Y no hay legislación alguna que pueda impedirlo si esas personas carecen de valores y una adecuada base ética.

La sociedad informatizada y el e-gov exigirán nuevas facetas de la ética y nuevos enfoques de viejos valores. Las TIC llegarán a todos los rincones: a la casa, el baño e, incluso, el inodoro, con el Internet de las cosas (I o T); a la ropa, con las prendas wareables; a las empresas, con el enfoque 4.0; a las escuelas; a los parques de recreo; a los desiertos, ¡a todas partes! Entonces, ¿cómo no enfrentar esos nuevos desafíos tecnológicos con aspectos éticos renovados y valores adaptados a esas situaciones?

Sobre la ética y las TIC, Blanco (2013) expresa algunas ideas que tienen plena vigencia:

Las informaciones sobre nosotros viajan por el ciberespacio y se almacenan en lugares que no conocemos, posibilitando su utilización sin nuestro permiso en acciones que no aprobamos. Empresas, gobiernos y hasta individuos pueden acceder a nuestros datos y usarlos en su interés sin que ni siquiera nos enteremos. ¿Los diseñadores e implementadores de esas tecnologías se detienen a pensar que algunas de sus acciones pueden ser perjudiciales? ¿Existe la legislación necesaria para proteger a los ciudadanos de la interferencia a sus derechos mediante las tecnologías de la información? ¿Existe alguna garantía de que los sistemas de información que utilizamos no sean empleados con objetivos diferentes a los que motivaron su creación? ¿Los ciudadanos normales están conscientes de ello? ¿Están los sistemas de información lo suficientemente protegidos para evitar fraudes o errores que perjudiquen a organizaciones y ciudadanos? Estas son algunas de las preguntas que se toman como base para este breve trabajo introductorio sobre una problemática que todavía no ha sido lo suficientemente analizada en el mundo. (p. 31)

El delito informático se multiplica y se da la paradoja de que muchas instituciones -bancos, cajas de ahorro, empresas de diverso tipo- que han sufrido de ataques informáticos y de robos y otros delitos, no los denuncian para evitar que su imagen de «institución segura» se vea afectada. Son desafíos que hace quince años ni siquiera se imaginaban, pero que hay que enfrentar y solucionar en la actualidad.

Ahora, en el marco del e-gov, surge otra amenaza: los gobiernos pueden manipular más sofisticadamente a sus ciudadanos, mediante las redes sociales y otras aplicaciones informáticas. En el momento histórico en que se puede avanzar hacia la amplia democracia por primera vez, se percibe la amenaza en las redes de una dictadura totalizadora y manipuladora. El ciudadano podrá pensar que está bien informado, pero sencillamente se puede encontrar apresado en una red de noticias falsas, de medias verdades (y a la vez medias mentiras) y manipulaciones de un carácter totalizador. Es la dictadura electrónica, lo opuesto a la e-democracia.

Solo la ética más amplia y los sólidos valores humanistas y democráticos de gobernantes, funcionarios, informáticos y ciudadanos pueden protegernos. Los tres valores fundamentales que deben primar en los gobernantes que aspiren a trabajar en condiciones de e-democracia son: el humanismo o, desde otro punto de vista, el amor a su país y a sus conciudadanos; la honestidad y la responsabilidad de realizar un trabajo tan importante. Gobernar es servir al pueblo. Y un principio, ya expresado anteriormente, debe regir: gobernar para el pueblo, por el pueblo y con el pueblo. Es el humanismo llevado al máximo nivel.

La honestidad, el respeto a los ciudadanos y a la legislación vigente y el humanismo son los valores más importantes que los funcionarios de la administración pública deben poseer y aplicar. En particular, los especialistas informáticos en su trabajo deben poseer una sólida base ética, debido a que, como se expresó anteriormente, la neutralidad de las TIC pasa por sus creadores y por los que se responsabilizan con su trabajo.

En el mejor de los casos, los creadores no idean las tecnologías para el mal, casi siempre piensan en lo bueno que ellas producirían en el ser humano. Los informáticos no son una excepción (excepto los hackers). Los creadores de Internet, que a través de los años han añadido grano a grano, ladrillo a ladrillo de ese prodigioso edificio que caracteriza a nuestra época, nunca tuvieron una idea malévola en su mente, siempre pensaron en el bien. Por ejemplo, la energía atómica ha traído a la humanidad múltiples beneficios, pues sin ella, probablemente no se tuviera el nivel de desarrollo que existe en el mundo. Pero con esa energía llegaron a Hiroshima y Nagasaki, Chernóbil y Fukushima. Y sus creadores tuvieron responsabilidades en estos hechos.

Hoy las TIC se emplean sobre todo para el bien, pero entre tantas flores se cuela la mala hierba. Con las comunicaciones beneficiosas se ha introducido la mentira, la apología del racismo y el antisemitismo, el terrorismo, la pornografía infantil, el delito informático, las fake news. Con la útil interconexión global se ha colado el delito informático, la violación de la privacidad, el «hackeo» indiscrimidado y perjudicial. Existen muchas evidencias de que bases de datos, creadas con un cierto fin, han sido utilizadas después por gobiernos y sus agencias con otros propósitos políticos o comerciales, sin la autorización debida.

Esta situación debe ser analizada cuidadosamente por los especialistas en informática, únicos capacitados para poner freno a esa utilización poco ética, inmoral y perjudicial de la prodigiosa tecnología que han creado. Detrás de cada delito informático hay un hacker. Detrás de cada sitio pro terrorismo hay un especialista en informática. Detrás de cada programa maligno hay un genio de las TIC.

Pero, además de esos malvados, se pueden encontrar ingenuos especialistas que no piensan que sus ingeniosas creaciones puedan tener otra finalidad que no sea el bien. Las inteligentes aplicaciones que nos permiten editar un archivo de video para añadir imágenes útiles para una película comercial o un simple filme doméstico, permiten también crear noticias falsas para perjudicar a una persona honesta. Las bases de datos con informaciones sensibles sobre las personas en bancos, hospitales u otras instituciones pueden ser utilizadas con otros fines diferentes a los originales. Un informático inteligente e ingenuo, al referirse a alguna aplicación así podría decir: «sobre eso yo no puedo hacer nada» o «yo no la elaboré con esa intención». Y tendrá parte de razón.

Sin embargo, es algo en lo que deben pensar como mucho detenimiento. Toda tecnología se hace para el bien, pero en malas manos puede utilizarse para la maldad. Entonces, ¿se pueden crear ciertos controles para evitar que eso suceda? La industria atómica, al menos en ciertos países, ha trabajado fuerte en evitar la utilización malsana de sus productos. ¿Podría la industria informática tener ese enfoque más ético? ¿Podrían los especialistas informáticos meditar sobre esta cuestión tan importante? Por tanto, los especialistas en informática deben poseer y desarrollar algunos valores mínimos como:

  1. 1. Humanismo: sus aplicaciones no deben permitir la utilización para fines perjudiciales en contra de la humanidad en general, de grupos humanos en particular y ni siquiera en contra de algún ciudadano. Y por supuesto, no deben diseñarse aplicaciones perjudiciales, como los programas malignos.
  2. 2. Valentía: no deben permitir que sus aplicaciones se utilicen con fines contrarios a los que motivaron su creación. Deben enfrentarse a situaciones como esas. Son ellos los únicos capaces de apreciarlas, así que deben estar alertas y tener la valentía para evitarlo. Probablemente deben utilizar tecnologías que impidan esa manipulación (como el blockchain para ciertos casos) o controles ocultos que puedan ser activados en casos así.
  3. 3. Interés amplio y constante por aplicar las tecnologías más avanzadas, con la intención de propiciar, entre otros objetivos, el respeto a la privacidad y la conservación de la información almacenada para evitar sus malos usos.

Los ciudadanos deben aceptar también su cuota de responsabilidad en relación con la ética y el e-gov. No poseerán lo que no sean capaces de ganar, reclamar y defender. Los valores que deben desarrollar y poseer son la rebeldía responsable para utilizar y reclamar sus derechos, el civismo para enfrentar sus deberes y cumplir con sus obligaciones, y la responsabilidad para adquirir las informaciones y el conocimiento necesarios para convivir en la sociedad digital de la información y el conocimiento.

¿Son suficientes esos sistemas de valores? Obviamente no. Se pudieran citar muchos más, pero los aquí expuestos pueden consolidar los fundamentos éticos necesarios por todos los factores vinculados al e-gov, para desarrollar una gobernanza democrática. Está claro que existe el mal en el mundo y que para las personas que decidan aplicar las TIC en su beneficio indebido o en perjuicio de los demás, el llamado a un comportamiento ético no tiene efecto alguno. Así ha sido en el mundo desde que el ser humano existe. Pero no se debe cejar en tratar de desarrollar esa actitud ética.

CONSIDERACIONES FINALES

La vida del ser humano se basa en la ética y sus valores. La casi totalidad de las situaciones de la sociedad se solucionan gracias a la ética de las personas. La confianza -y no la fuerza- es el fundamento de nuestra existencia. Pero esto no es suficiente: debe ser complementada con la educación, la cultura y la legalidad, las cuales son el frente que apoyado por la fuerza (policías, ejércitos) mantiene este gran edificio de la compleja sociedad actual.

El e-gov se ha desarrollado en el marco de lo que algunos llaman sociedad de la información y el conocimiento. En muchos países, sin embargo, los ciudadanos no han explotado todas las posibilidades de las TIC para elevar su nivel informativo, técnico y educacional. Ello le resta posibilidades de participar activamente en el e-gov y de pasar a la e-democracia. Esta, en su expresión más acabada, exigirá la participación activa de todos los ciudadanos en el gobierno, que es lo mismo que decir la utilización del conocimiento de todos para el perfeccionamiento constante y sistemático de la sociedad. No se puede prescindir de nadie si se quiere lograr la prosperidad sostenible. Se requerirá el desarrollo y consolidación de una nueva ética, de valores que se adapten a este mundo informatizado, que impone desafíos novedosos y acuciantes.

Autor: Lázaro J. Blanco Encinosa

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