El Palacio Presidencial dejó de ser la sede del Ejecutivo cuando las oficinas del Presidente de la República se instalaron en el Palacio de la Revolución, en 1965. Años después, en la sede del viejo Palacio abrió sus puertas el Museo de la Revolución. El cargo de Presidente de la Republica cesó en 1976 para dar paso al de Presidente del Consejo de Estado, y fue restituido hace unos cinco años.
Antes de proseguir, digamos que el Museo de la Revolución muestra los hechos y procesos históricos más importantes acecidos en el país desde sus primeros pobladores hasta la actualidad.
Su entrada principal, sobre calle Refugio, está flanqueada por dos elementos emblemáticos, los restos de la garita del Ángel, parte de la muralla que rodeaba a La Habana en la época colonial, y el cañón autopropulsado SAU-100 utilizado por el Comandante en Jefe en el combate de Bahía de Cochinos, en abril de 1961.
Fuera del Museo, en el antiguo Parque Zayas, se ubica el Memorial Granma, que acoge valiosas piezas históricas vinculadas con la guerra de liberación y batallas posteriores en defensa de su soberanía e independencia. Allí se exhibe el yate Granma que, en diciembre de 1956, trasportó desde México a Fidel Castro y a sus compañeros para iniciar en la Sierra Maestra la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Juramento en la terraza Norte
Ramón Grau San Martín en su primer mandato (1933-34) no juró la Presidencia en el Salón de los Espejos de Palacio, donde lo esperaban, para que lo hiciera, los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Decidió hacerlo en la terraza Norte, ante el pueblo congregado frente a ella, para evitar así hacer su juramento sobre la Constitución de 1901 que contenía la Enmienda Platt.
Tampoco Manuel Márquez Sterling prestó juramento en la terraza Norte. Lo hizo en la habitación 412 del Hotel Nacional ante Federico Edelman, presidente del Supremo. Carlos Hevia, que sustituyó a Grau, renunció y salió de Palacio sin que se hubiera designado a su sucesor, dejando acéfala a la República. De ahí la urgencia de nombrar a un presidente.
Correspondía el cargo a Márquez Sterling en su carácter de secretario de Estado. Juró a las seis de la mañana del 18 de enero de 1934 y como no había electricidad en el Hotel ni en buena parte de la capital, lo hizo a la luz de las velas que llevaron desde la sala Taganana. A las diez de la mañana, con todo el empaque que exigía la ocasión, salió para Palacio y encabezó la reunión que proclamó presidente a Carlos Mendieta. Fue ese su único acto ejecutivo. Márquez Sterling ocupó la primera magistratura solo por seis horas. Fue el presidente más breve de la historia de Cuba.
Gerardo Machado, para su segundo mandato, juró el cargo en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio, edificio que con ese acto quedaba inaugurado.
Manuel Urrutia Lleó juró en la ciudad de Santiago de Cuba, convertida en los primeros días de la Revolución en la capital de la República. Su primer Consejo de Ministros sesionó en la biblioteca de la Universidad de Oriente.
Estrada Palma, José Miguel Gómez, Mario García Menocal en sus dos periodos, Alfredo Zayas, Gerardo Machado, también en dos ocasiones, Miguel Mariano Gómez y Fulgencio Batista, en su primer mandato, asumieron el poder un 20 de mayo. Grau, en su segundo mandato, y Carlos Prío lo hicieron un 10 de octubre, en tanto que Batista, luego de lo comicios de 1954, asumió la presidencia el 24 de febrero de 1955. El 24 de febrero de 1959 debía acceder al poder Andrés Rivero Agüero, electo en las elecciones espurias de noviembre de 1959. El triunfo de la Revolución, sin embargo, obligó a Rivero a sentarse en una sillita de bambú.
Servicio secreto: Casa militar
Había en Palacio una Casa Militar y un Servicio Secreto. Gerardo Machado fue el primer mandatario cubano que contó con una escolta propiamente dicha. Su jefe era el capitán Manuel Rodríguez Batista, ayudante de Machado desde los días de la Guerra de Independencia. Le decían Colinche y era de origen canario.
Machado se movía en un Lincoln blindado y, aparte de la escolta, contaba con la protección del Batallón Presidencial, al mando del tenebroso capitán Manuel Crespo Moreno y destacado en el Castillo de Atarés. Sus soldados viajaban en un camión detrás de los autos de la escolta. Debían proteger asimismo el Palacio Presidencial. Con el tiempo esa función la asumió la Marina de Guerra, cuyo Estado Mayor radicaba en el Castillo de la Punta.
No se sabe con exactitud cuándo empezó a dársele el titulo de Primera Dama a la esposa del Presidente. Se supone que fuera en los tiempos del general Menocal. José Miguel Gómez, su antecesor, fue el primer mandatario cubano que dispuso de automóvil; en su tiempo había dos vehículos en Palacio, pero un solo chofer. Machado fue el primer presidente cubano que utilizó el avión como medio de transporte en sus viajes por la Isla. Ese aparato fue después el avión presidencial del sátrapa dominicano Rafael Léonidas Trujillo, hasta que en Estados Unidos se utilizó en trabajos agrícolas. Todavía vuela con fines de paseo, entretenimiento y turismo.
Todos eran de apellido Castro
Se subleva la organización ABC y, al mismo tiempo, la aviación militar se insubordina contra el Gobierno. Se sabe que atacarán el Palacio y se pide al presidente Grau que abandone el edificio y busque refugio en el Estado Mayor de la Marina. Grau se niega a abandonar Palacio. En la noche del 8 al 9 de noviembre, las antiaéreas situadas en la azotea de la mansión y que son mandadas por el presidente Grau en persona, alejan al avión que intenta el bombardeo. En la mañana del 9, la guardia palaciega, sin derramar una sola gota de sangre, pone en fuga a cientos de abecedarios que intentaban apoderarse del edificio.
El 13 de marzo de 1957 ocurre el asalto a Palacio protagonizado por el Directorio Revolucionario. Se dice que Batista, en el momento del ataque, huyó de su oficina por una puerta secreta. Aclaremos que no existe tal puerta en el despacho presidencial.
Después de esa heroica acción, Batista comenzó a recibir el desagravio de las corporaciones económicas, la industria, el alto comercio, las asociaciones de profesionales… A eso los apapipios le llamaron “el segundo asalto a Palacio”. Visitas que culminaron el 7 de abril con un acto de guataquería insuperable frente a la terraza Norte.
El espectáculo debió terminar antes de los previsto, cuando militantes del Movimiento 26 de Julio, dirigidos por Sergio González, El Curita, hicieron estallar petardos, regaron fósforo vivo y quemaron colchones en las habitaciones que previamente reservaron en hoteles cercanos a Palacio. Se acabaron los discursos y Batista, más presto que jerárquico, abandonó la tribuna con pies ligeros.
Todos los combatientes se registraron en esos hoteles con el apellido Castro y todos dieron un 26 de julio como fecha de nacimiento.
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