El 17 de septiembre de 1879- José Martí es detenido en La Habana por conspiración.
Corta fue la estancia de José Martí en la ciudad de La Habana tras su regreso a la misma en agosto de 1878 cuando terminada la Guerra de los Diez Años. Le acompaña su joven esposa Carmen Zayas Bazán embarazada de su primer y único hijo, ilusionada con lograr que el nacimiento de este “haga sentar cabeza” a su rebelde esposo.
Decidido y valiente se une al movimiento conspirativo que sucede al alzamiento de los orientales en agosto de 1879, en lo que la Historia de Cuba recoge como “La Guerra Chiquita”. Forma parte de la directiva conspirativa en La Habana y ante el evidente desafío las autoridades españolas deciden detenerlo el 17 de septiembre de 1879. Almorzaba José Martí con su amigo Juan Gualberto Gómez, cuando fue detenido en su propio domicilio de la calle Amistad número 42, en Centro Habana.
Encarcelado recibe propuestas de las autoridades para hacer una pública dejación de sus ideas a cambio de su permanencia en el país, pero su intransigente respuesta de que “Martí no es de la raza vendible”, corta todo intento de entendimiento y finalmente es deportado a España.
El 25 de ese mismo mes salía otra vez deportado a España y a disposición del gobernador civil de Santander. Su memoria despertó entonces viva y lacerante. Recordaba su primer destierro a la Península, 18 años atrás. Cumplido el trámite de presentación al gobernador civil, el héroe cubano fijó residencia en Madrid.
Muchos amigos acuden al muelle a despedir al rebelde joven, tiene 26 años, en su alma aprietan fuerte las penas de hombre: atrás quedan su esposa y su hijo, con menos de un año; sus padres sufren de nuevo al verlo detenido y desterrado y su pueblo de nuevo movido a la noble idea de ser libre y a quien el futuro no se le presenta nada favorable por las divisiones internas, las esperanzas de los autonomistas y el cansancio natural tras diez largos años de guerra. Para él la decisión es ya una convicción: Cuba debe ser libre.
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