A lo largo de la vida hay personas que nos marcan, que dejan huellas y que tienen cierto nivel de influencia en la formación de la persona en la que nos convertimos. Hay amigos, parejas, padres y familiares, pero, sin dudas, quienes ayudan a formarnos a lo largo de la vida (además de los padres), son esos profesores que, a diario, se esfuerzan por entregarnos las herramientas necesarias para aprender de la vida. A través de estas cuartillas, se le da secuencia al grupo de publicaciones en el periódico digital El Generalísimo, que tiene como objetivo homenajear a profesores fundadores, y otros de destacada trayectoria laboral como es el caso de la profesora Doctora en Ciencias Pedagógicas Elena Dugareva.
Desde el lejano siglo XVIII en que llegó a La Habana un médico ruso que enseñó su lengua, hasta la actualidad, pasando por momentos de altas y bajas en relaciones que fueron mediadas por circunstancias históricas, la huella de Rusia en Cuba se ha ido asentando y es hoy parte de la diversidad cultural que caracteriza este país.
Elena Dugareva nació en Ivanovo, una ciudad muy cerca de Moscú, se le ha llamado tradicionalmente la capital textil de Rusia. En la década de 1980 se encontraba estudiando en la Universidad la carrera de Licenciatura en Filología. En sus años de estudiante mantuvo una vida muy activa que la hizo formar parte del Consejo Estudiantil de la Universidad donde atendía trabajo político ideológico a nivel de universidad.
Por aquella época siendo una joven alegre y responsable, se relacionaba con muchos cubanos que también cursaban estudios en aquella hermana nación. En 1983 un estudiante cubano, también miembro del Consejo Estudiantil motivó en ella sentimientos de amor y muchos fueron entonces los factores que condicionaron el surgimiento de una pasión, de modo que quedó superado la aceptación del otro como extranjero, y otros tabúes como la diferencia de culturas y especialmente el idioma.
En estas circunstancias la comunicación para Elena se convirtió en un bonito reto personal. Esta nueva relación también conllevó a la apertura hacia nuevas sapiencias y rituales diferentes. En 1987 contrajo matrimonio y su decisión fue no mantener una relación a distancia, sino dejar a su familia, raíces, costumbres y viajar para vivir en Cuba.
Elena confiesa que todo el proceso de adaptarse a un lugar distinto y adoptar nuevas rutinas en su nuevo hogar, es un desafío que hace que la vida no vuelva a ser la misma. Lo material no importará tanto como las experiencias y recuerdos, además de sobrevivir (y prosperar) lejos de su zona de confort que le hicieron capaz de hacer frente a todos los retos que se le presentaron.
Confesó emocionada que “vino a Cuba por amor a un hombre pero se quedó en Cuba por amor al país.” Los rusos y los cubanos se parecen mucho, son pueblos amigos.
Llegó a Cuba Embarazada y luego de dar a luz a su primer hijo Alexander González Dugarev, en el año 1990 se incorporó a la Educación trabajando primero en la Escuela Especial del municipio Primero de Enero como bibliotecaria, posteriormente impartiendo Educación Cívica, y su responsabilidad ante el trabajo en poco tiempo la llevaron a convertirse en la Secretaria Docente de centro. La impartición de docencia hizo que aprendiera a profundidad la Historia de Cuba, lo que dio como resultado un amor entrañable a Cuba y los cubanos.
En el año 2000 se integró a la Educación Superior recibiendo superación en diferentes áreas, con profesores que hoy son sus compañeros de trabajo, de modo que amplió más aun sus conocimientos. Recibió disímiles asignaturas incluyendo Metodología de la Investigación y Pensamiento de José Martí, que la hicieron crecer profesionalmente, y fomentaron su amor por la comunicación científica.
Para el año 2002 cuando se inicia el proceso de preparación de la Sede Universitaria del municipio Primero de Enero, ella atendía la superación y ostentaba el cargo de asesora científica del director de la Dirección Municipal de Educación de ese municipio, y por sus méritos fue promovida a Directora de la Sede Universitaria donde trabajó hasta el 2011, año en que se traslada a vivir a Ciego de Ávila.
En ese mismo año 2011 se incorpora como metodóloga de la Vicerrectoría Docente, y en el 2014 se integra a la Vicerrectoría Primera, hoy Vicerrectoría de Calidad y Servicios Académicos. Muchas han sido las tareas y responsabilidades que a lo largo de su trayectoria laboral en Cuba ha tenido que asumir la profesora Elena, sin embargo, confiesa que su pasión es impartir docencia.
La profesión de enseñar la hace sentirse útil. Los alumnos se ponen en sus manos con la confianza de encontrar el amor, la aceptación, la comprensión, el respeto, la paciencia, la orientación y el apoyo que los convierta en hombres de bien. En la actualidad imparte Idioma Ruso a los estudiantes de la carrera Licenciatura en Turismo, y siente gran satisfacción cuando sus alumnos regresan de la práctica laboral y le comentan lo valioso que fueron los conocimientos adquiridos.
La profesora Elena se siente orgullosa de su vida familiar. Cada día se fortalecen los lazos de amor y cariño hacia sus hijos, los que ha formado como hombres de bien, responsables y entregados al trabajo. Sus hijos Alexander González Dugarev y Alexei González Dugarev son ingenieros informáticos y laboran en el Departamento de Informática Aplicada en el Centro de Investigaciones Bioplantas. Confiesan sentir respeto y admiración por la autoridad materna de Elena y se sienten orgullosos de sus logros y valores.
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