Cuando ella bajò la escalinata de la Universidad de La Habana con su título en mano, no imaginaba que el amor por su profesión llevaría tan equilibrada balanza. Y es que, sin vendas en los ojos, con la fuerza, la voluntad de crear y de construir desde la razón, esta dama de la justicia logró mucho más de lo que soñó por la abogacía.
Su carrera comenzaba entonces, y en el camino le aguardaba la docencia, la asesoría, la consulta, eventos, intercambios internacionales, la autoría de textos, investigaciones, premios y reconocimientos, que prestigiaron su esfuerzo.
El conocimiento que dejó a su paso, era reflejo de su sabia. Solo así supo llevar el mazo como símbolo del derecho y expresión de orden, la autoridad, la sabiduría y experiencia. Fue esa capacidad intelectual lo que la convirtió en la primera Doctora en Ciencias del derecho de la Provincia de Ciego de Ávila.
Pero su martillazo final no fue cosa juzgada. Con ella firmó un contrato indefinido, sin cláusulas específicas. No se llamaba Themis como la diosa griega, pero es su diosa, y testó a su nombre para el resto de la vida. A Ella le entregó en herencia todo: la importancia de estudiar, el ejercicio de un pensamiento renovador y científico, la lucha por la justicia, el valor de lealtad, la sencillez ante la victoria o la derrota, la tolerancia de la verdad ajena, la paciencia, el amor a la profesión y el honor de ser una abogada. Marla es su mejor obra.
Ambas ya son mayoría, pertenecen a ese grupo de mujeres que hoy ejercen la abogacía en Cuba, esas que piensan en varias cuestiones a la vez; que no les falla la intuición, que se adelantan a los hechos y ven más allá de lo evidente; que viven la emoción, que se apasionan con lo que hacen, que luchan por sus intereses, que pueden organizar y priorizar sus ocupaciones profesionales en plena armonía con el hogar, la familia, los amigos, y siguen siendo bellas, elegantes e inteligentes.
Con enorme orgullo veo a Idarmis y Marla en las aulas de la Universidad de Ciego de Ávila, en el Congreso, en el Taller Científico, en el Palacio de la Convenciones de La Habana. Ellas están allí donde existe un espacio inmensamente rico para aportar ideas, con sus destrezas únicas y habilidades innatas.
Como ellas hay más ejerciendo la abogacía. Las encuentras en las notarías, en los bufetes, en los tribunales, en las empresas. Tienen muchos nombres, Eda, Zoyla, Yanet, Asiris, Leydis, Oslaida, Layne. Todavía hay mucho más que mostrar de cada una de ellas, pues como Idalmis y Marla aún nos queda una deuda eterna, aunque siempre llevará la sentencia en una justa balanza.
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