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Antonio Maceo: vigencia de un ideal

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Cuando se habla del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales estamos en presencia de uno de los patriotas más venerados de nuestras gestas libertarias. El Titán de Bronce, como se le conoce, integra junto a José Martí y Máximo Gómez la trilogía de héroes indispensables de la Guerra de 1895, y la altura de su pensamiento podemos situarla a semejante nivel que a sus dotes de guerrero insuperable.

El Héroe Nacional cubano, que bien le conociera, dejó explícita la valía de su inteligencia, cuando afirmó: “Hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene tanta fuerza en la mente como en el brazo”. Y, con esa frase, igualó las cualidades militares del caudillo oriental con la profundidad de su ideología política.

Y es que solo un hombre con la sagacidad del general Antonio pudo convertir la Protesta de Baraguá en la respuesta revolucionaria al Pacto del Zanjón y ratificar, en aquellas difíciles circunstancias, el ideal de los cubanos de continuar la lucha y no aceptar una paz sin independencia, ni abolición de la esclavitud.

Ese fue su mayor legado de intransigencia revolucionaria. El de no comulgar con aquellos que doblan las rodillas y se pliegan al enemigo. Pero Baraguá no solo salvó la honra mancillada en el Zanjón, sino, además, dio paso a una nueva etapa donde los hombres humildes, como el propio Maceo, serían los que llevarían el peso de la lucha y su liderazgo en las posteriores contiendas.

Pero no fue su única herencia. El hijo de Marcos y Mariana supo, igualmente, enaltecer la dignidad de los cubanos cuando afirmó, en frase célebre que “La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; pues mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos”.

Su pensamiento, tan vasto como su brillante hoja de servicios militares, también supo aquilatar el peligro que para Cuba representaban los Estados Unidos, ávidos de apetencias imperiales y a la espera que la fruta madurara. En carta al coronel Federico Pérez Carbó, escribió el 14 de julio de 1896:

“De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. (…) Tampoco espero nada de lo americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin su ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso”.

El legado maceíco nos sirve igualmente para fortalecer nuestros ideales patrios de independencia y soberanía y nos recuerda que aún en las más difíciles condiciones, la dignidad y los principios no se negocian. Tal y como nos pedía Fidel, inspirado precisamente en el ideal patriótico del Titán de Bronce: “Cuba es y será un eterno Baraguá”

Antonio de la Caridad Maceo Grajales es ejemplo imperecedero de amor a Cuba y la Patria. En carta a su esposa María Cabrales, escrita en campaña el 25 de marzo de 1895, le decía: “La patria ante todo; tu vida entera es el mejor ejemplo; continuar es deber; retroceder, vergüenza oprobiosa. ¡Adelante pues; para el terruño, la gloria de sacrificarlo todo!”.

Hoy su ideario nos acompaña, no solamente para enfrentar a los neo-anexionistas de siempre, sino a aquellos que aún mantienen temores infundados de nuestra valía, a los sietemesinos que denominó Martí.

El propio Maceo, tan necesario como vital, ratifica su ideal soberano al escribir: “¿A qué intervenciones ni injerencias extrañas, que no necesitamos ni convendrían? Cuba está conquistando su libertad con el brazo y el corazón de sus hijos; libre será en plazo breve, sin que haya, menester otra ayuda”.

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