Cuentan que nadie vio al sol irradiar más luz que en el amanecer de aquel 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, cuando por vez primera la ciudad se vistió de verde olivo.
Bajo un tenso tiroteo, combatientes clandestinos alzaban en armas a la localidad para impedir el envío de tropas hasta el lugar por donde desembarcaría el yate Granma.
Ni las alarmas ni las sirenas, intimidaron a los valerosos jóvenes que juraron ese año ser libres o mártires.
El ataque a las estaciones de la policía nacional y de la marítima, el bombardeo del Cuartel Moncada, entre otras misiones que neutralizarían sitios de la dictadura, conformaron el plan de acción.
Muchos hogares santiagueros abrieron sus puertas a los revolucionarios, curaron a los heridos y cosieron las ropas y los brazaletes de los amotinados.
En los sucesos de aquel día, cual fuente de inteligencia y valor, refulge la capacidad organizativa de Frank País García, principal artífice de la acción armada, en la cual perdieron la vida, en plena juventud, Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada.
Más de dos horas permaneció la ciudad en manos de los rebeldes, quienes provocaron el desconcierto de las fuerzas batistianas.
El acoso a los participantes fue feroz al finalizar la operación combativa, pero encontró una respuesta épica del pueblo, quien con dignidad y heroísmo enfrentó enardecido aquel difícil momento.
Si bien algunas de las misiones fallaron a última hora y conocidos factores adversos imposibilitaron la llegada del yate Granma con su preciosa carga en la fecha prevista, el 30 de noviembre quedó para siempre en la historia de Cuba.
A 67 años de aquella acción, los avileños, como parte del pueblo cubano continuamos vistiendo el glorioso uniforme para defender al suelo que nos vio nacer, con igual valor y la misma entrega de aquellos jóvenes que en 1956 vistieron a la patria de verde olivo.
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