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Del pensamiento marxista en las carreras de ciencias naturales y exactas

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Autor: Kenneth Fowler Berenguer

Mientras recibía el título de Doctor Honoris Causa otorgado por la Univesidad de La Habana, el profesor Agustín Lage recordaba una anécdota del año 1991, durante la participación de varios profesionales del Polo Científico en el IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. En aquella ocasión, el presentador que les dio la palabra se refirió a ellos como “…ahora van a hablar los científicos”, a lo que Lage acotó: “No…Ahora van a hablar los comunistas que trabajamos en el campo de la ciencia”.

Mucho se ha escrito sobre el papel que debe jugar la ciencia en las transformaciones económicas a las que se ha lanzado el país. No obstante, quedarse ahí, ver a la ciencia solo como instrumento de transformación económica, como instrumento de acrecentar la eficiencia (y con esto las ganancias) de los procesos productivos, sería incurrir en un grave error. Más allá de la necesaria discusión sobre la ciencia y la manera en la que esta se hace como elementos constitutivos de eso a lo que llamamos cultura nacional, es pertinente pensar también en el quehacer científico como herramienta emancipadora, tanto en el plano personal como colectivo, como manera de entender y llevar nuestros ideales en el campo de la justicia social al funcionamiento propio de la nación. Tal debe ser nuestra interpretación cuando el Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez recuerda lo importante de llevar la ciencia a todas las esferas. La alternativa para Cuba es la sociedad socialista del conocimiento y, como me comenta un colega, probablemente nadie en mejor posición que los científicos para decodificar y plasmar el marxismo en nuestro día a día.

“Aunque superar el sentido común capitalista pareciera una tarea solo para las ciencias sociales, realmente establecer conceptos que engloben y que permitan tener una concepción colectiva de lo que somos como sociedad, que permitan crear una racionalidad socialista, es también tarea de las ciencias naturales y exactas. Al estar inmiscuidos en esta Cuarta Revolución Industrial, necesitamos manejar y comprender conjuntos de datos de una manera que vaya más allá de la simplificación a sus componentes individuales y que nos lleve una concepción holística de la realidad. La técnica con que contamos para eso avanza más rápidamente que nuestra comprensión de esos problemas, pero un salto caulitativo real en la ciencia va a necesitar mucho de esta comprensión.”

David Machado es un joven físico que forma parte del Grupo de Sistemas Complejos y Física Estadística de la Facultad de Física de la Universidad de La Habana. Al reflexionar sobre el papel de los científicos en repensar y construir cada día nuestro Socialismo, continúa:

“Como científico y marxista, más allá de contribuir al bienestar de la sociedad y a la reproducción de esa racionalidad socialista, creo que estamos llamados a participar en la construcción conceptual de qué es precisamente esa racionalidad. Yo soy ferviente creyente de que a ciencia es el eje fundamental para combatir las relaciones coloniales de producción que al día de hoy se manifiestan en un flujo neto de fuerza de trabajo y conocimiento de sur a norte, y que constantemente despueblan al sur.”

“Ahora, para los jóvenes científicos cubanos es de vital importancia comprender nuestro papel en lograr invertir ese flujo y para eso hay muchas cosas que deben cambiar. Principalmente, la manera que tenemos de entender qué es la ciencia y qué función social cumple. Con la Tarea Ordenamiento se vislumbra un riesgo y es que se piense en la ciencia solo como una manera de aportar valor agregado a las producciones y así obtener ganancias.”

Como muchos aspectos de la sociedad, la concepción de la ciencia en Cuba hoy se encuentra en una lucha constante entre esa manera crítica y liberadora de afrontar la realidad, y el sentido común liberal, producto tanto de la guerra cultural más reciente como de siglos de liberalismo prerrevolucionario que pueblan nuestra historia. Sería un error sucumbir a la trampa de sentir que la guerra está perdida si no se logra brindar a los científicos los incentivos económicos que quizá puedan encontrar en otras latitudes. Dos razones para esto: la primera es que la realidad objetiva dicta que eso no será posible cuando es nuestra economía una economía fuertemente asediada por el criminal bloqueo estadounidense, lastrada por una pandemia global y plagada de ineficiencias que precisamente la apropiación del saber científico está llamada a revertir. En segundo lugar, debemos inculcar maneras de pensar y entender la realidad que aporten valores cualitativamente superiores al sentido común liberal. Para eso las aulas son en extremo importantes. Al respecto David menciona que:

“Los profesores somos fundamentales, y no solo los de ciencias sociales, sino también aquellos que impartimos asignaturas propias de las carreras. No solo porque reproducimos día a día en nuestro trabajo investigativo esa manera social de hacer ciencia que tenemos en el país, sino también porque tenemos la potencialidad de guiar a las nuevas generaciones que perpetuarán las investigaciones y tenemos oportunidades invaluables para discutir estos temas e inculcar que la ciencia no es útil en si misma, hacer ciencia conlleva una vocación de servicio.”

Del otro lado del espectro en la formación marxista de los científicos, cosustancial a la formación misma de las aptitudes técnicas de las diversas carreras, se encuentra el ciclo de ciencias sociales. En el contexto de la actualización de los planes de estudio en la educación superior, no son pocas las opiniones y el recelo que se encuentra ante el manetenimiento – y en algunos casos el aumento – de la cantidad de horas clases de estas asignaturas en detrimento de otras – esto ha llevado incluso a la eliminación de algunas – consideradas propias de la formación de un científico. Si bien esa dicotomía es en realidad falsa cuando entendemos que un científico no es un ser supraterrenal desligado del devenir sociopolítico de la nación, tales opiniones negativas no deben ser desestimadas de tajo, pues aparecen más bien como el reflejo de otro problema más grande: las deficiencias en la manera de enseñar marxismo a los jóvenes científicos.

En resumidos términos, resulta cuando menos chocante la disminución del tiempo de formación en habilidades técnicas a favor de un conjunto de asignaturas que no están cumpliendo del todo su cometido. La mayor deficiencia que se pudiera señalar es la desconexión que se observa entre los temas tratados y el ámbito de acción del futuro científico. Y es que formar un pensamiento crítico en medio de carreras tan eminentemente positivistas como lo son las ciencias naturales y exactas no es “coser y cantar”. Quien se embarque en esa tarea ha de estar dotado con conocimientos elementales de las disciplinas futuras de los estudiantes para lograr una conexión con ellos y promover debates edificadores. ¿Se puede llegar a esto con una formación en ciencias sociales? ¿Y en el caso contrario? ¿Puede un profesional graduado en ciencias naturales y exactas asumir el reto de enseñar marxismo? Javier Sánchez Rivero, estudiante de 4to año de Sociología en la Universidad de La Habana, opina que:

“Para afrontar esta problemática hay que entender al marxismo no solo como una corriente filosófica ni como una ideología política, sino como un método de hacer ciencia. Eso está en el marxismo más clásico con Marx y Engels y en el marxismo moderno con todos los pensadores que se sucedieron. Cualquier persona, independientemente de su formación profesional puede apropiarse de este método de entender la ciencia desde distintas perspectivas. Por su propio carácter metodológico, el marxismo es inclusivo, enraizado profundamente en la dialéctica, no rechaza nada en su totalidad, y desde las distintas disciplinas ceintíficas existen diversas maneras de acercarse a él. Ahí está su riqueza teórica.”

“Ahora bien, ¿en un principio todos cuentan con las herramientas para poder enseñarlo de la mejor manera? No necesariamente desde su formación profesional, pero son herramientas teóricas que están accesibles a cualquiera y que pueden ganarse sin una gran dificultad. Por otro lado, no existe a mi entender una racionalización en nuestra formación en ciencias sociales sobre como poder impartir luego estos temas a aquellos que estudian las ciencias naturales y exactas. ¿Podría existir? Posiblemente, y sería interesante. No obstante, todo parte de entender al marxismo como una manera de enfrentarse a la realidad y de enfrentarse al conocimiento, una manera de crear conocimiento, y no solo como una fórmula para decodificar la historia o la filosofía. El marxismo analiza toda la creación humana, y si se logra ver más allá de su expresión histórica o política se puede llegar a entender y a transmitir como una manera de hacer ciencia.”

Queda claro que mejorar – que no significa incrementar horas lectivas – la formación de marxismo en los jóvenes que se dedican a las ciencias naturales y exactas es un imperativo para construir nuestra alternativa socialista al capitalismo cognitivo. Las técnicas a emplear deben ser tan diversas como los contextos específicos de cada carrera y cada facultad. Otro elemento que puede inclinar a balanza es nuestra capacidad de sacar los debates del aula y llevarlos a la totalidad de la vida universitaria. Aquí comienza a acrecentarse el papel que deben jugar organizaciones como la Federación Estudiantil Universitaria y la Unión de Jóvenes Comunistas dentro de las universidades. ¿Qué queda por hacer en este sentido? Marcos Muñoz Arias, profesor del Departamento de Química Analítica de la Facultad de Química de la Universidad de la Habana y Secretario del Comité de Base de la UJC en esa facultad aventura algunas respuestas:

“Hay que decir primero que el pensamiento liberal ha calado también al interior de esas organizaciones y en el área específica de las ciencias proliferan criterios que ven al científico, al buen científico al menos, como alguien apolítico desligado de estos debates. En Cuba, por las propias características de nuestro proyecto social, se hace raro pensar que estas opiniones encuentren cabida pero así sucede. Y esto parte desde la formación, pues te encuentras profesores muy buenos, que tú como estudiante sigues por sus resultados en lo profesional, pero que cuando entablas un debate, manejan esas posturas. Gracias a asignaturas como Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología y otras del ciclo de ciencias sociales, contamos con esa contraparte que busca poner las cosas en contexto y promover un pensamiento crítico sobre la realidad.”

“Ambas organizaciones, la FEU y la UJC, han perdido hasta cierto punto su capacidad de generar debates críticos sobre estos temas. En nuestras reuniones muchas veces se plantea la necesidad de crear espacios propicios para esto, ignorando los ya existentes; y las discusiones que sí ocurren en ocasiones son estériles. Eso y no contar con espacios de debate es prácticamente lo mismo. No obstante, y gracias a que desde la formación participamos en investigaciones científicas, dentro de los estudiantes de estas áreas por lo general se encuentra un entendimiento de las razones objetivas que condicionan que la ciencia en Cuba se haga de la manera en que se hace. Ya no es así cuando hablamos de qué implica realizar labores científicas con un posicionamiento de izquierda.”

“Existen deficiencias en el estudio de textos de marxismo, y de la relación ciencia-marxismo, al interior de las organizaciones. ¿Esto quiere decir que no existen espacios y estructuras creadas a estos efectos? No, claro que existen, pero no se aprovechan de la mejor manera, hay mucha tendencia al empirismo en detrimento de la importancia que deben tener los momentos para el estudio del marxismo. Pasa también que existe una gran identificación con la palabra Revolución, cristalizada en su institucionalidad, y el acompañamiento que desde las organizaciones se le hace, y el estudio del marxismo va quedando a un lado. Es falso decir que los debates sobre textos de teoría o de actualidad no existen, en algunos casos son muy fructíferos y no importa lo que se esté debatiendo siempre buscamos la manera de enlazarlo con las características propias de la carrera, algo positivo a mi entender; pero también sería falso decir que es esta una práctica generalizada al interior de cada Comité de Base.”

“Acompañar el proceso de formación en ciencias sociales requiere de la participación de las organizaciones para servir como un puente entre estudiantado y profesores, pero requiere también de que la FEU y la UJC contribuyan a un acercamiento entre los docentes de estas asignaturas y el claustro de las facultades. La preparación de nuestra parte es muy necesaria, hay que sistematizar el estudio para poder legitimarnos en estos debates frente a la masa estudiantil. Hay que llevar la lucha contra los valores liberales dentro de la universidad – y al interior de las organizaciones – al debate público. Debemos usar las redes sociales como multiplicadores de un pensamiento de izquierda en el estudiantado, y en nuestro caso específico de análisis críticos sobre la ciencia, sus maneras y su función social. Actualmente se generan contenidos que son muy interesantes y hemos tratado de difundirlos en espacios virtuales y promover su debate, pero en eso y en otros tantos aspectos queda mucho aún por hacer.”

Queda mucho por hacer y en la medida en que podamos implicar más a las organizaciones de masas como actores activos en la formación de “los comunistas que trabajan en el campo de la ciencia”, lograremos acercarnos de manera incremental al horizonte de eficiencia económica, de innovación científica aplicada al desarrollo social, de conexión de los profesionales de la ciencia con la defensa del país y del proyecto socialista en términos de soberanía tecnológica, justicia social, equidad, transformaciones sociales emancipadoras… La ciencia como instrumento para crear (contra)hegemonía necesita en la Cuba de hoy nuevos enfoques y maneras de pensar(se). Las opiniones de estos tres jóvenes siguen un camino ya trazado y también abren puertas.

Por  Autor: Kenneth Fowler Berenguer.Tomado de  Bufa Subversiva.

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