Cuba aprendió. Pero no fue aprendizaje de un día, un mes, un año, una década, ni siquiera de un siglo. Golpe a golpe, fueron los reveses en la paz y en la guerra los que condujeron a la convicción de que sin unidad en torno a una vanguardia organizada no hubo ni habrá independencia y soberanía verdaderas.
Durante la Tregua Fecunda José Martí ahondó en los factores que provocaron el fracaso de la guerra iniciada por Céspedes y que solo podría reanudarse bajo el mando de un solo partido, el Partido Revolucionario Cubano (PRC). Como si nos bastaran los tropiezos anteriores, la caída en combate del Apóstol de la independencia, la intervención yanqui en la contienda bélica entre Cuba y España ,y la disolución del PRC reafirmaron que el sacrificio colectivo para tener patria solo puede cristalizar mediante la unidad.
Años después Baliño y Mella lideraron la fundación del primer Partido Comunista de Cuba, luego devenido Partido Socialista Popular, que tras el triunfo de 1959 dio paso a un haz de fuerzas aún más abarcador que se identificó como Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI).
Pero fueron aquellos días de abril, sobre todo en las arenas de Playa Girón y Playa Larga, los que catalizaron un momento superior del proceso unitario. Horas antes del ataque mercenario, en la despedida del duelo a las víctimas de los bombardeos a los aeropuertos de San Antonio de los Baños, Ciudad Libertad y Santiago de Cuba, Fidel declaró el carácter socialista de la Revolución y ya nada fue igual.
Seis décadas después, el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba sesiona en un contexto en el que las fuerzas más reaccionarias, dentro y fuera de Cuba, se empeñan en recrudecer el cerco, pero en el que viejas y nuevas lecciones no se olvidan.
Si ante los invasores el triunfo de las armas cubanas demostró cuánto valen las ideas justas a la hora del disparo preciso que ordena un mando único e indivisible; hoy no habrá enemigo capaz de evitarlo bajo la guía del Partido que se renueva y multiplica en las nuevas condiciones.
Las sesiones partidistas de este fin de semana no son menos trascendentes porque cada decisión y acuerdo adoptado se hará realidad —con y mediante el respaldo de la mayoría—, en una nación que en aquellos gloriosos combates de abril demostró cuánto vale la unidad y que, ahora, de la mano de quienes asumen la continuidad de la obra que le entrega la generación histórica de la Revolución, prosigue el difícil camino de un país pequeño que jamás renunció al futuro.
Redacción Invasor
Comenta aquí