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Entrega de almas en tiempos de Covid-19

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En estos tiempos de Covid-19 muchas son las historias de vida que se manifiestan y llegan a pasar como cotidianas a las que, por razones de mayor peso debemos prestar atención para que no sucedan inadvertidas.

Entre estos eventos lindos que hemos vivido están los servicios de mensajería a ancianos y personas de riesgo, los mensajeros, esos que quizás existieron con anterioridad, pero hoy se ajustan más a los trascendentales tiempos que vivimos en medio de esta pandemia que paralizó al mundo e hizo brotar los más bellos sentimientos en muchas personas.

Lyancelli, Yenis y Leovanis son tres de los tantos jóvenes que cambiaron sus rutinas diarias por una humilde, pero importante y humana labor en tiempos de contingencia, ellos, estudiantes de la Universidad Máximo Gómez de Ciego de Ávila dejaron el confort de su hogar para salir cada día a las calles a servir a los más desvalidos.

Estos muchachos, alegres pero profundos, como los describiera el Ché, cada día llevan hasta varios hogares de Ciego de Ávila el almuerzo y la comida de ancianos que viven solos, de personas encamadas o con enfermedades terminales, hacen largas colas en las farmacias para comprar medicamentos imprescindibles para sus viejitos, a los que han llegado a querer como sus familiares.

Hace unos días conversaba con ellos en las afueras de la farmacia de la calle Bembeta, desde las 3 de la tarde y pasadas las 8 de la noche hacían su cola para comprarles los fármacos, luego de una jornada de trabajo voluntario convocada por la universidad.

Me comentaban del sentido de pertenencia que tienen con la responsabilidad que asumieron como jóvenes de estos tiempos, en cambio entre los mensajeros había varios que estaban reubicados en esas funciones por estar sus centros laborales cerrados por la pandemia, por tanto percibían un salario por esa gestión.

Opino que sería oportuno valorar en los Consejos Populares y las administraciones de esas farmacias, darle prioridad en las compras a esos muchachos que lo hacen solo por amor y compromiso con la etapa en que vivimos.

No creo justo que esos jóvenes, además de tener sus responsabilidades con tele clases, con estudios a distancias, tesis en redacción, garantizarles la llegada oportuna del almuerzo y comida a sus ancianos y enfermos, deban además hacer la fila, como otros mensajeros más.

La sociedad tiene que reconocer el mérito de esos muchachos, que no son todos tampoco, que dejan a un lado su tiempo libre, el descanso en sus hogares y compartir entre ellos por atender con amor a los que menos posibilidades tienen.

Esas historias de vida demuestran hasta donde llegan los valores de nuestra juventud, que algunos llamaron perdida; la sensibilidad , el amor y la solidaridad no tienen precio, entonces premiemos a ellos con el reconocimiento social, ese que puede demostrarse con el sencillo gesto de cederle un puesto delantero en la cola de la farmacia, la bodega o el mercado donde adquirirán esos medicamentos o productos que alegrarán la vida a los que la sonrisa se les perdió del rostro hace ya un buen tiempo, por desdichas de la vida.

Si actuamos así, seguro que Lyancelli, Yenis y Leovanis los tres de los tantos jóvenes universitarios avileños que cambiaron sus rutinas diarias por una humilde y solidaria gestión humana, sabrán que su decisión fue acertada y además reconocida por la sociedad que los forma y espera siempre de ellos los mejor.

Colaboración del periodista Jorge Luis Delgado Felipe,de la Emisora Provincial Radio Surco.

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