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Génesis del Diferendo Estados Unidos-Cuba(Parte IV)

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PARTE IV
Diferendo estados Unidos – Cuba.
Desde el triunfo de la revolución cubana de 1959 hasta la década del 60′.
Con la Revolución, Cuba dejó de ser la colonia económica de los Estados Unidos, establecida desde mitad del siglo XIX y la respuesta de este país es bien conocida: las agresiones de todo tipo y el bloqueo económico, comercial y financiero más brutal.
Un diferendo histórico que se ha profundizado con la Revolución cubana y que, independientemente de todo, Cuba revolucionaria ha demostrado de modo reiterado su disposición a negociar todas las diferencias con Estados Unidos, solo que debe ser sobre la base de la igualdad soberana y del respeto recíproco, y no sobre la base de condiciones inaceptables.
A partir de 1959 tuvo lugar una creciente agresividad contrarrevolucionaria del imperialismo y de la reacción interna. Una de las primeras campañas contra la Revolución Cubana desplegada por el imperialismo norteamericano se dirigió a calumniar el proceso judicial seguido contra los delatores, torturadores y asesinos de los revolucionarios que enfrentaron a la tiranía.
Esos verdugos y criminales de guerra fueron procesados legalmente por los tribunales revolucionarios y sancionados según la magnitud de los delitos, incluso a la pena de muerte por fusilamiento. Representantes de los círculos del poder político estadounidense y sus agencias de información, que nunca protestaron contra los horribles crímenes cometidos por la dictadura, intentaron difamar y desacreditar a la Revolución y detener la justicia revolucionaria, al presentar ante el mundo esos hechos como supuestos actos de sanguinaria venganza.
Paradójicamente, en Estados Unidos encontraban “asilo político” muchos criminales prófugos de la justicia cubana como: Ventura, Carratalá y otros. Como respuesta a la calumniosa campaña, se desplegó la Operación Verdad, que incluyó una enorme concentración de cerca de un millón de cubanos desarrollada el 21 de enero de 1959, frente al Palacio Presidencial, y donde más de 300 periodistas extranjeros fueron testigos del respaldo popular a la justicia revolucionaria y al derecho soberano de Cuba a castigar de manera ejemplar a los criminales de guerra. También se inició una gran propaganda anticomunista en Cuba por parte de la prensa y de otros medios de comunicación que aún estaban en manos del imperialismo y de la burguesía, que incluía falsas noticias y rumores sobre la patria potestad, el fin de la familia, la eliminación de la propiedad, la pérdida de la individualidad, la prohibición de la religión y otras mentiras que intentaban provocar temores, confusiones y rechazos por parte de la población hacia la Revolución y estimular el éxodo hacia los Estados Unidos.
La campaña mediática del imperialismo en contra del proceso revolucionario cubano se dirigió, incluso, hacia los países de América Latina y el Caribe, para convencerlos de que el gobierno cubano quería exportar la Revolución. No fue fortuito que el 30 de marzo de 1959, el general Maxwell Taylor, jefe del Estado Mayor del ejército estadounidense, declarara que la Revolución Cubana podría ser el comienzo de una serie de convulsiones en América Latina, que daría oportunidad a los comunistas para tomar posiciones.
Para contrarrestar esas campañas difamatorias y defender la verdad de los pueblos latinoamericanos se crea por iniciativa de Fidel Castro, el 16 de junio de 1959, la agencia “Prensa Latina”. Muchos antiguos militares batistianos, elementos asociados al delito y la corrupción neocolonial y desafectos del proceso revolucionario, alentados, reclutados y financiados por el imperialismo, integraron tempranamente organizaciones contrarrevolucionarias con misiones dirigidas al despliegue de propagandas y planes subversivos, al sabotaje económico y al desarrollo de acciones terroristas, que incluía atentados contra los dirigentes de la Revolución. Un ejemplo de lo dicho fue “La Rosa Blanca”, organización fundada en fecha tan temprana como el 28 de de enero de 1959 en los Estados Unidos, por el batistiano Rafael Díaz-Balart, en estrecha relación con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI).
En abril de 1959 fue juzgado y sancionado por los tribunales revolucionarios el norteamericano Alan Robert Nye, agente del FBI que puesto al servicio de los órganos policiales y secretos de la tiranía como asesino a sueldo, había intentado infiltrarse en el Ejército Rebelde durante la triunfal ofensiva de diciembre de 1958, para ejecutar un siniestro plan destinado a matar al máximo líder de la Revolución en la Sierra Maestra.13 Sin embargo, el proyecto criminal fracasó y se convirtió en “[…] la primera conspiración descubierta de las más de 630 fraguadas contra la vida de Fidel apoyadas o inspiradas por Estados Unidos a lo largo de medio siglo”. Además, el 14 de agosto de 1959, el Comandante en Jefe denunció públicamente una conspiración contrarrevolucionaria desarrollada por el dictador Rafael Leónidas Trujillo desde Santo Domingo. Trujillo, que antes había apoyado con pertrechos militares a la dictadura batistiana, desplegó una agresiva política contra Cuba, con la activa participación de agentes del imperialismo y de la contrarrevolución cubana. Entre las operaciones desarrolladas se destacaron los ataques a las embajadas y al personal diplomático cubano en Haití y Santo Domingo, las violaciones del espacio marítimo y aéreo cubano para abastecer de armas a los contrarrevolucionarios y el proyecto de un desembarco de mercenarios que debería ser apoyado en la Isla por grupos de exbatistianos y traidores a la Revolución, encargados de provocar levantamientos armados y asesinatos de dirigentes revolucionarios.
La conspiración denunciada por el Comandante en Jefe fue desarticulada y derrotada entre el 11 y el 13 de agosto, en una brillante operación de los incipientes órganos de seguridad del Estado y el Ejército Rebelde, cuando fueron detenidos los conspiradores internos y capturados cerca de Trinidad el transporte aéreo invasor, sus tripulantes y abundantes pertrechos militares. Mientras, los Estados Unidos intentaban obtener el apoyo de los gobiernos latinoamericanos y caribeños para presionar diplomáticamente a Cuba y exigirle la devolución de las tierras norteamericanas confiscadas e incluso preparar condiciones para aplicar acciones más enérgicas, similares a las adoptadas en 1954 contra el Gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala. Del mismo modo, presionaron en el plano económico.
El 12 de febrero de ese año el Gobierno estadounidense había negado el otorgamiento de un modesto crédito solicitado por Cuba y el 8 de julio facultaron al Presidente para suspender la ayuda a países que confiscaran propiedades estadounidenses sin la compensación por ellos aspirada, en franca alusión a la Isla. Además, continuaron sus amenazas de reducir la cuota azucarera cubana, vital para la economía de la Isla.
El imperialismo norteamericano y la contrarrevolución interna que ellos fueron alentando y organizando, trataban de frenar por todos los medios el proceso revolucionario. Por ejemplo, en junio de 1959, ganaderos de Camagüey intentaron entorpecer la aplicación de la Reforma Agraria y afectar el abasto de carne a la población, al negarse a comprar a los campesinos los terneros para cebar. El Gobierno Revolucionario respondió comprándoselos directamente a los campesinos e interviniendo las grandes fincas ganaderas que aún existían. No faltaron algunos traidores, que descontentos ante la radicalización de la Revolución, bajo el manto del anticomunismo y haciéndole el juego al imperialismo se aprestaron a combatirla y participaron en diferentes formas de subversión. Un ejemplo de lo dicho fue el desertor Pedro Luis Díaz Lanz, quien había sido jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria antes de marcharse a los Estados Unidos, que ejecutó el vandálico ametrallamiento aéreo a La Habana el 21 de octubre de 1959, con un saldo de 2 muertos y 50 heridos.
En el segundo semestre de 1959 y durante todo el año 1960, las organizaciones contrarrevolucionarias y las redes de espionaje —organizadas, dirigidas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA)— se van extendiendo a todas las provincias del país, al mismo tiempo que se incrementan las acciones vandálicas como: la planificación de atentados a dirigentes revolucionarios, agresiones radiales, sabotajes, incendios, alzamientos de grupos de bandidos, violaciones del espacio aéreo y marítimo; bombardeos a poblados, refinerías, centrales azucareros, áreas cañeras y otros objetos socioeconómicos del país.
El 4 de marzo de 1960, explotó en el puerto de La Habana el barco francés La Coubre, que conducía desde Bélgica un cargamento de armas para el Ejército Rebelde. Fue evidente que se trataba de un sabotaje preparado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos para evitar que la Revolución fortaleciera su defensa. La criminal acción ocasionó la muerte de 60 personas y más de 200 heridos. El Comandante en Jefe se presentó de inmediato en el lugar para, en medio del peligro, ayudar a las víctimas de aquel acto terrorista y dar instrucciones a los combatientes para las acciones de socorro.
El 5 de marzo, durante el acto de despedida del duelo por los fallecidos se pronuncia por Fidel Castro la consigna de ¡Patria o Muerte!, que resumía la voluntad del pueblo de defender la Revolución hasta sus últimas consecuencias. A pesar de las agresiones norteamericanas que intentaban frenar a la Revolución, esta se fue radicalizando en su desarrollo. El propio presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower, años después en sus memorias se refirió a la hostilidad desatada por el imperialismo norteamericano contra la naciente Revolución Cubana, que daba continuidad a la agresividad histórica de los círculos de poder de los Estados Unidos contrarios a la independencia y la soberanía de Cuba, al decir: “En cuestión de semanas después de que Castro entrara en La Habana, nosotros en el Gobierno, comenzamos a examinar las medidas que podían ser efectivas para reprimir a Castro”.
El 17 de marzo de 1960 el presidente norteamericano aprobó el denominado Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro, elaborado por la CIA con el propósito de promover y apoyar acciones contrarrevolucionarias dentro y fuera de la Isla para destruir a la Revolución, a su líder Fidel Castro y establecer un Gobierno que respondiera a los intereses de los Estados Unidos. Era un programa de terrorismo de estado contra Cuba, ilegal y violatorio del derecho internacional, que propició la infiltración y diversos tipos de acciones subversivas; la guerra psicológica; presiones económicas y comerciales y aislar diplomáticamente a Cuba del resto de los países latinoamericanos.
En ese contexto también se proyectaron planes para asesinar al Comandante en Jefe Fidel Castro y para invadir a Cuba. Eisenhower en sus memorias refiere que: “El 17 de marzo de 1960 […] yo le ordené a la Agencia Central de Inteligencia que comenzara a organizar el entrenamiento de los exiliados cubanos, principalmente en Guatemala”.18 El director de la CIA, Allen Dulles, asumió la tarea de conformar una fuerza mercenaria que sería utilizada contra Cuba. Simultáneamente, el gobierno estadounidense intensificó las agresiones diplomáticas, con la utilización de la Organización de Estados Americanos (OEA) durante ese año. Trataban de presentar la hostilidad norteamericana contra la Revolución Cubana como consecuencia y respuesta a la “penetración comunista” en el hemisferio, para que fuera asumida como un problema regional, es decir, como una contradicción entre la Isla y el resto de los países de América y sumar a esas naciones a la conjura anticubana.
Durante la Campaña de Alfabetización desarrollada durante el año 1961, jóvenes que se formaban como maestros voluntarios desde 1960, fueron víctimas de las acciones contrarrevolucionarias apoyadas por los Estados Unidos. Un ejemplo de ello fue Conrado Benítez García, el 5 de enero de 1961 fue cruelmente asesinado por bandidos contrarrevolucionarios cuando ejercía su noble misión en la región de Sancti Spíritus, con el evidente propósito de atemorizar al pueblo e impedir el desarrollo de la alfabetización. Sin embargo, la respuesta fue que cien mil jóvenes se dispusieron a formar parte de las Brigadas “Conrado Benítez”, llamadas así en honor al maestro asesinado.
Otros crímenes cometidos por las bandas contrarrevolucionarias, fueron la de los jóvenes brigadistas Delfín Sen Cedré, ahorcado en Quemado de Güines y Manuel Ascunce Domenech, cruelmente torturado y asesinado junto al campesino Pedro Lantigua, miembro de la familia que el joven alfabetizaba en la zona rural de Trinidad, Las Villas.
La hostilidad del imperialismo contra la Revolución Cubana desde sus inicios también abarcó variadas formas de agresiones. Una de ellas se dirigió a hostigar y aislar económicamente al pueblo cubano, lo que quedó tempranamente manifestado en un memorando escrito el 6 de abril de 1960 por Lester D. Mallory, Subsecretario de Estado Adjunto para los Asuntos Interamericanos y discutido en una reunión encabezada por el Presidente de Estados Unidos. En el mismo se expresaba:
La mayoría de los cubanos apoyan a Castro. No hay oposición política eficaz […] el único medio previsible para enajenar el apoyo interno (al Gobierno Revolucionario) es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas […] Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba […] Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
La agresión económica, fue un proceso progresivo de acciones, abiertamente iniciado en 1960 al reducirse drásticamente la cuota azucarera y suspenderse las exportaciones a Cuba de petróleo y de piezas de repuestos. Tuvo su continuidad en el llamado “embargo de mercancías” destinadas a Cuba de octubre de 1960, el cual se incrementó desde mediados de 1961, cuando se dispuso un nuevo “embargo”.
En septiembre de ese mismo año, con la promulgación de la Ley de Asistencia Exterior, el Congreso de los Estados Unidos autorizó al Presidente a establecer y mantener un “embargo comercial total” o dicho correctamente, un cruel y total bloqueo económico sobre la Isla, lo que se concretó a principios de 1962, como se expondrá en el próximo epígrafe. El Gobierno de los Estados Unidos trató de provocar una crisis económica total en Cuba para que colapsara la Revolución, algo que no logró a pesar de las dificultades creadas, pues el pueblo mantuvo su apoyo a la Revolución que con inteligencia encontraba alternativas para continuar su desarrollo económico y, además, contaba con la ayuda solidaria de la URSS y de otros países socialistas. Persistieron, además, en sus campañas ideológicas, psicológicas y anticomunistas por medio de la divulgación de falsas noticias y rumores, con el objetivo de crear en algunos sectores de la población, miedo, desconfianza e inseguridad y estimular el éxodo de población hacia los Estados Unidos, sobre todo de profesionales necesarios para el desarrollo de la obra socioeconómica de la Revolución.
Aumentan el sabotaje y el terrorismo contrarrevolucionario, dirigidos a destruir el potencial industrial, comercial, agropecuario y educacional, los medios de transporte, comunicación y cuantos recursos tuviera el país, lo que causó lamentables pérdidas materiales y de vidas humanas. A manera de ejemplo se pueden mencionar los incendios provocados por mercenarios de la CIA en grandes tiendas de la capital, como el ocurrido en “El Encanto”, el 13 de abril de 1961, que destruyó completamente el inmueble y provocó la muerte de la empleada Fe del Valle. Se incrementaron los planes de atentados contra los dirigentes revolucionarios, sobre todo contra Fidel Castro, y se produjeron desembarcos de grupos contrarrevolucionarios armados con diversas misiones encomendadas por la Agencia Central de Inteligencia y los dirigentes de las organizaciones terroristas de la emigración.
El 3 de enero de 1961, el gobierno de los Estados Unidos anunció el rompimiento de sus relaciones diplomáticas con el Gobierno Revolucionario, para facilitar su plan invasor e intensificó las provocaciones con maniobras militares y amenazas de una intervención directa de su ejército a la Isla.
Los círculos militares y de la inteligencia de los Estados Unidos en sus planes subversivos contra Cuba continuaron el apoyo a las organizaciones contrarrevolucionarias, el entrenamiento militar de miles de apátridas en diferentes puntos de La Florida y Centroamérica y el fomento de las bandas de alzados en las zonas montañosas, que llegaron a contar con cerca de 179 bandas y más de tres mil bandidos armados, fundamentalmente en la cordillera de Guamuaya que era conocida como el Escambray, centro del país, donde desde mediados de 1960, se habían ido concentrando grupos de contrarrevolucionarios, abastecidos de pertrechos militares por vía aérea, como aseguramiento previo para el desarrollo del llamado Plan Trinidad. Dicho plan, proyectado por la CIA, consistía en tomar esa ciudad combinando fuerzas invasoras mercenarias con el apoyo de las bandas contrarrevolucionarias que operaban en el Escambray y zonas aledañas.
Una vez ocupada la ciudad, se constituiría un fantoche “gobierno provisional” que según lo planificado, pediría ayuda al Gobierno estadounidense y a la OEA. Pero la dirección de la Revolución desplegó un gran operativo militar en la región, conocido como la “Limpia del Escambray”, donde participaron batallones de las Milicias Nacionales Revolucionarias y fuerzas del Ejército Rebelde, bajo la orientación del Comandante en Jefe Fidel Castro y la responsabilidad del comandante Manuel Piti Fajardo, que aunque cayó heroicamente el 29 de noviembre de 1960 en un enfrentamiento contra los bandidos, su misión fue continuada por otros destacados revolucionarios. Desde septiembre de 1960 hasta marzo de 1961 se desarrolló la ofensiva de las tropas revolucionarias, que logró desarticular las bandas contrarrevolucionarias, ocasionándoles más de 1 000 bajas y ocupándose muchos pertrechos militares. Además, liquidó cualquier posible apoyo interno a una invasión mercenaria por la región de Trinidad, lo que determinó que el imperialismo modificara su plan. Sobre esto, el General de Ejército Raúl Castro Ruz comentó: […] Ya a las bandas contrarrevolucionarias se les había dado un golpe poderoso con la movilización de decenas de miles de obreros, fundamentalmente, de la capital, para lo que se llamó la Limpia del Escambray, y ellos estuvieron pensando desembarcar por Trinidad, y, si fracasaban, se encontraban a un paso prácticamente del macizo mal llamado del Escambray, su verdadero nombre es Guamuaya. Como se les dieron esos golpes en el año 1960, estudiaron entonces la variante de Playa Girón […]
Por supuesto, el Gobierno Revolucionario, ante los peligros y la inminencia de una agresión, denunció en foros y otros escenarios internacionales, incluyendo la ONU, los preparativos que realizaba el imperialismo para preparar una invasión a Cuba. Simultáneamente se incrementó la preparación política y militar de la nación. Se crean escuelas militares, se fortalecen las MNR y se adquieren las armas indispensables para la defensa. Crece el combate popular contra la subversión, el sabotaje y las bandas contrarrevolucionarias y se endurecen las sanciones jurídicas hacia los delitos contrarrevolucionarios.
El 13 de abril de 1961 se producen acciones de sabotaje y terrorismo contra instalaciones económicas. Tienda “El Encanto” donde muere Fe del Valle.
El 15 abril 1961 tiene lugar,  el bombardeo a los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba como el  preludio a la invasión que tenía como objetivo destruir los pocos recursos defensivos aéreos con los que contaba la Revolución. Dicho hecho trajo como consecuencia la muerte de más de 50 personas, dentro de ellas la del joven Eduardo García Delgado (el cual escribió con su sangre el nombre de Fidel).
En el entierro de las víctimas del bombardeo a los aeropuertos, 16 de abril de 1961, Fidel convocó a una concentración popular en las calles de 23 y 12 del Vedado en La Habana, con el objetivo de condenar dichos actos y allí declaró el carácter socialista de la Revolución.
El 16 de abril de 1961 a las 12.00 de la noche, un día después del criminal bombardeo a las bases aéreas cubanas se inicia por Playa Girón y Playa Larga, en la Bahía de Cochinos, la invasión mercenaria de la Brigada 2506. Esta contaba con “[…] 16 bombarderos ligeros B-26, seis C-46 y ocho C-54, esos dos últimos, aviones de transporte, y dos PBY, el conocido Catalina, capaz de aterrizar y amarar”, [además] […] formaban parte de la brigada seis batallones de infantería, un batallón de armas pesadas, un batallón aerotransportado, una compañía de tanques y otros medios de combate con todas las estructuras de exploración, abastecimiento, ingeniería, comunicaciones, etc. Es decir, la misma estructura que en esa época tenía una unidad de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Mil quinientos hombres, según se afirma en documentos norteamericanos desclasificados, conformaban la fuerza invasora”.38 La brigada mercenaria vino protegida por unidades de las fuerzas de la marina de Estados Unidos, integradas por los destructores Conway, Murray, Percy y Eaton; los portaviones Essex y Shangry La; el portahelicópteros Boxer; dos embarcaciones ligeras artilladas, el Blagar y la Bárbara J., y también, por varios submarinos
Tan pronto arribaron a suelo cubano, los invasores chocaron con la tenaz resistencia de un pequeño grupo de milicianos destacados para la vigilancia en el área. De una manera heroica los milicianos del Batallón 339, armados solo con fusiles y ametralladoras, lograron retardar el avance enemigo. Después de analizar toda la información recibida, el Comandante en Jefe Fidel Castro deduce que Playa Girón constituye la dirección principal del golpe y comienza a dar las órdenes para movilizar hacia allí todos los recursos necesarios con el objetivo de aniquilar de inmediato a los invasores. Da a conocer el Comunicado No. 1, donde se anuncia que: “Los gloriosos soldados del Ejército Rebelde y de las Milicias Nacionales Revolucionarias han entablado ya combate con el enemigo en todos los puntos de desembarco. Se está combatiendo en defensa de la patria sagrada y la Revolución contra el ataque de mercenarios organizados por el gobierno imperialista de los Estados Unidos”. Cumpliendo órdenes del Comandante en Jefe, se movilizó desde Matanzas la Escuela de Responsables de Milicias para hacer frente al desembarco. La Fuerza Aérea Revolucionaria, con solo siete aparatos con deficiencias técnicas, hace encallar al buque Houston, que aún mantiene a bordo la mayor parte del 5to. Batallón mercenario; hunde al Río Escondido, que conducía gran cantidad de armas, municiones y otros medios de los invasores; derriba a cinco bombarderos B-26 y obliga a retirarse al resto de la agrupación táctico-naval enemiga.
El 19 de abril, al amanecer, las unidades de las fuerzas revolucionarias pasan a una decidida ofensiva en todas las direcciones.
“El imperialismo y la oligarquía no pudieron lograr sus objetivos de recuperar y restaurar el neocolonialismo en Cuba, de eliminar la primera experiencia socialista en el continente y de aplastar el ejemplo de la Revolución Cubana para los pueblos latinoamericanos. Se le propinó al imperialismo yanqui su primera derrota militar en América Latina.”
Fracasados en Playa Girón, en los círculos políticos de los Estados Unidos se fortalece el criterio de incrementar las agresiones contra Cuba, sin descartar un ataque directo a la Isla por parte de sus fuerzas armadas, para poner fin a la Revolución Cubana.
Por eso convocaron a la VIII Reunión de Consulta de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA), desarrollada en enero de 1962 en Punta del Este, Uruguay. Su objetivo era proponer la incompatibilidad de un país socialista con el llamado Sistema Interamericano y separar a Cuba de esa organización regional. Por medio de presiones, chantajes y sobornos obtuvo la aprobación de su principal propuesta: expulsar a Cuba de la OEA. Además, preparó condiciones para que los gobiernos latinoamericanos rompieran relaciones diplomáticas con nuestro país, lo que ocurrió posteriormente, con la excepción de México, en la IX Reunión de Consulta de Cancilleres de la OEA, celebrada en Washington en julio de 1964. La delegación cubana a Punta del Este estuvo encabezada por el presidente de la República, Osvaldo Dorticós Torrado, quien dignamente denunció que esa reunión fue promovida para favorecer una nueva agresión militar a nuestro país, enfrentó y desenmascaró la nueva maniobra imperialista en el seno de la OEA, y demostró que esa organización y los gobiernos oligárquicos del continente no representaban los intereses de sus pueblos.
También desde finales de 1961 y durante los primeros meses de 1962, como parte de la hostilidad imperialista contra Cuba después de la derrota de Playa Girón, se había elaborado un enorme programa subversivo y secreto llamado “Operación Mangosta», concebido por el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, con la participación del Pentágono, el Departamento de Estado, la CIA y la Agencia de Información de los Estados Unidos. Su objetivo era liquidar a la Revolución Cubana en pocos meses.
Con ese propósito, se previó en el plan de acción de la operación más de 30 tareas, agrupadas en económicas, políticas, militares, psicológicas, biológicas y de inteligencia militar. El cumplimiento de esas tareas, según sus cálculos, propiciaría para octubre de 1962 una sublevación contrarrevolucionaria armada en Cuba, con el fin de derrocar al Gobierno Revolucionario y permitir que el ejército estadounidense y la Organización de Estados Americanos (OEA) intervinieran militarmente en la Isla.
El presidente John F. Kennedy, aprobó la “Operación Mangosta” y se comprometió a darle todo el apoyo. Para la siniestra operación, la CIA disponía de una gran estación al sur de la Florida, más de 500 oficiales de casos, 4 000 colaboradores e innumerables recursos y medios para el desarrollo de sus actividades subversivas contra Cuba, que tuvieron su impronta en el desarrollo de la Revolución Cubana durante ese año y que merecen ser comentadas.
El bandidismo —que como resultado de la ofensiva militar desplegada por la Revolución durante la Limpia del Escambray se había debilitado e imposibilitadode apoyar a la invasión mercenaria— después de la victoria de Girón tuvo un resurgimiento como consecuencia del incremento del financiamiento y reclutamiento de apátridas para las organizaciones contrarrevolucionarias internas que promovió la “Operación Mangosta”. Las acciones de las bandas contrarrevolucionarias abarcaron todo el país. Se estima que en esos momentos existieron 181 grupos de alzados integrados por más de 1 600 bandidos, con una mayor concentración en la zona montañosa del centro de la Isla. Como resultado de las acciones terroristas y criminales de esos grupos, solo en el año 1962 fueron asesinadas 75 personas.
Para el exterminio de esos focos contrarrevolucionarios se crearon las unidades especiales de Lucha Contra Bandidos (LCB), conformadas por miles de trabajadores de la ciudad y del campo, estudiantes y otros sectores populares de la sociedad cubana.
Además, fue muy destacada la labor de los órganos de la Seguridad del Estado, que con ayuda de sus agentes, desempeñaron un papel determinante en la localización e infiltración de las bandas, así como la misión de esclarecimiento político que desarrollaron los dirigentes de la Revolución con grupos de campesinos que confundidos por la propaganda contrarrevolucionaria o atemorizados, colaboraban con los bandidos.
Durante la ejecución de la “Operación Mangosta”, Cuba fue víctima de más de 30 actos de piratería aérea y marítima dirigidos a objetivos económicos, urbanos y rurales de su territorio, así como a buques mercantes vinculados al comercio cubano.
También se produjeron más de 40 infiltraciones de grupos de agentes de la CIA que, en conjunto con más de 50 redes de la inteligencia yanqui que operaban en la Isla, desarrollaron más de 5 000 sabotajes, actos terroristas, actividades subversivas y de espionaje económico, político y militar. Las criminales agresiones se dirigieron esencialmente a destruir la infraestructura política y socioeconómica del país y ocasionaron un alto número de lamentables víctimas en la población cubana. Constantemente esas actividades fueron descubiertas y neutralizadas por la Seguridad del Estado cubano, que siempre contó con el apoyo y la vigilancia de las organizaciones populares.
La Base Naval de Guantánamo continuó siendo utilizada para la ejecución de diversas provocaciones, como la que se había informado en agosto de 1961, por el Ministerio del Interior (MININT), consistente en un plan de autoagresión preparado por la CIA desde la base naval de Guantánamo y que contemplaba el asesinato de Raúl Castro, para provocar la invasión directa a Cuba por las fuerzas armadas norteamericanas.
La Agencia de Información de los Estados Unidos, utilizó la Voz de los Estados Unidos de América y otras emisoras legales o clandestinas radicadas en territorio de ese país y en otras zonas de la región, para trasmitir sistemáticamente falsas noticias, desplegar propagandas subversivas y facilitar mensajes cifrados y de inteligencia para el trabajo de los agentes de la CIA en Cuba. Esas emisoras anticubanas desplegaron una cruenta guerra psicológica y de diversionismo ideológico en contra de la Revolución.
Un ejemplo de la guerra psicológica fue la Operación Peter Pan, promovida a través de una fuerte campaña de mentiras y engaños en la que participaron los medios de información del imperialismo y la contrarrevolución interna, sobre la supuesta eliminación de la Patria Potestad por parte del Gobierno Revolucionario y que provocó la emigración de más de 14 000 niños y adolescentes cubanos a los Estados Unidos, y fue facilitada por algunas instituciones religiosas.
Durante el período y como parte de la “Operación Mangosta”, se incrementaron los planes para asesinar a los dirigentes de la Revolución y fundamentalmente a Fidel Castro. Para esos planes de atentados, descubiertos y frustrados por los órganos del MININT, utilizaron contrarrevolucionarios, agentes especiales entrenados por la CIA e, incluso, elementos de la mafia norteamericana. Se han descrito más de 30 complots y planes homicidas dirigidos a atentar contra la vida del Comandante en Jefe durante los años 1962 y 1963. También se perfiló la guerra económica contra Cuba. Para el 3 de febrero de 1962, el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, a través de laResolución No. 3447, había establecido la suspensión total del comercio con Cuba, lo que oficializaba el criminal bloqueo económico, comercial y financiero contra la Isla.59 Simultáneamente, se promovieron acciones para encarecer y entorpecer el transporte marítimo hacia la Isla, sabotear el sector agropecuario e industrial, sobre todo la producción de alimentos y la exportación del azúcar y níquel cubanos. Además, se ejecutaron más de 700 sabotajes dirigidos a objetivos económicos. La expulsión de Cuba de la OEA, el incremento del bloqueo económico, las múltiples acciones contrarrevolucionarias desarrolladas con la “Operación Mangosta”, la movilización de miles de reservistas estadounidenses y los ejercicios militares norteamericanos en regiones cercanas a Cuba; además, del incremento de la campaña propagandística anticubana para justificar una agresión militar a la Isla y la historia intervencionista del imperialismo en América Latina, vaticinaban un ataque directo de las fuerzas militares de los Estados Unidos a la Isla.
En mayo de 1962 el gobierno soviético propuso a la más alta dirección política de Cuba la instalación de cohetes de alcance medio e intermedio en el territorio cubano para fortalecer estratégicamente al campo socialista y coadyuvar a la seguridad del país. La propuesta fue analizada y aceptada por las autoridades cubanas, sobre todo, como un gesto de solidaridad e internacionalismo para fortalecer el poderío militar del campo socialista, entonces en desventaja con las fuerzas militares imperialistas con respecto al alcance de sus cohetes. Según lo previsto arribarían a suelo cubano 42 cohetes nucleares de alcance medio, bombarderos medianos IL-28 y un contingente de más de 43 mil soldados soviéticos.
Las tropas soviéticas estarían subordinadas al gobierno de la URSS con la misión de apoyar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias en caso de una agresión exterior y siempre con absoluto respeto a la soberanía y la legalidad cubanas. Una vez que las armas y el contingente militar soviético estuvieran en Cuba, el texto del acuerdo y su firma se informaría a la opinión pública mundial, por ser perfectamente legal y legítimo a la luz del derecho internacional para enfrentar la agresiva estrategia global estadounidense ahora concentrada en Cuba. Pero a pesar de la insistencia de las autoridades cubanas de que fuera divulgado, Nikita Jruchov, Primer Ministro de la URSS, mantuvo la idea de mantenerlo en secreto hasta finales de ese año.
Antes de que se hiciera público el acuerdo militar cubano-soviético y cuando los yanquis ultimaban el plan de invasión contra Cuba, los cohetes soviéticos, fueron detectados en octubre de ese año por los aviones espías norteamericanos U-2. La situación a partir de ese momento cambió para el Gobierno estadounidense, pues ya no se trataba de una operación contra Cuba, sino que una agresión a la Isla podría desencadenar un conflicto internacional donde estaba involucrada la URSS, que era también una potencia nuclear. No obstante, los imperialistas aprovecharon la nueva situación creada como pretexto para amenazar a Cuba con el bloqueo naval, ataques aéreos y la invasión militar si no eran retirados los cohetes soviéticos y otras armas que ellos consideraban ofensivas, lo que provocó una gran tensión internacional que pudo desencadenar en una guerra nuclear.
El 22 de octubre el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, anunció el bloqueo naval a Cuba y la utilización de la fuerza para detener los barcos que transportasen armas para la defensa del pueblo cubano. El 23 de octubre, el Comandante en Jefe Fidel Castro, en comparecencia pública, respondió: “Si hacen un bloqueo van a engrandecer a nuestra patria, porque nuestra patria sabrá resistir. No hay duda que resistiremos cualquier bloqueo cobarde […] Y si se presenta el caso de bloqueo total, podemos resistir el bloqueo total. Si el caso es de ataque directo, ¡lo rechazaremos!”
En la operación del bloqueo naval contra Cuba participaron numerosas unidades de la Marina de Guerra y de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos e, incluso, algunas unidades navales de ejércitos aliados al imperialismo. Además, movilizaron todas sus fuerzas militares en los diferentes puntos del mundo, incrementaron los vuelos espías sobre la Isla, activaron los bombarderos con cargas nucleares y fortalecieron sus fuerzas en la base naval de Guantánamo. Cuba y la URSS también establecieron la máxima alerta combativa para sus fuerzas armadas. Se estaba desarrollando la llamada Crisis de Octubre, uno de los acontecimientos más peligrosos de la historia contemporánea.
El Comandante en Jefe Fidel Castro denunció ante el mundo la hostilidad imperialista y planteó el derecho de Cuba a defender su soberanía, a repeler cualquier agresión del imperialismo y a pedir ayuda a naciones amigas ante la hostilidad del enemigo. Las amenazas y las provocaciones militares del imperialismo encontraron una tenaz resistencia por parte del pueblo cubano, que no se amedrentó ante la posibilidad de recibir un golpe aéreo masivo, previo a la invasión ni, incluso, ante el riesgo de un golpe nuclear. Esa digna actitud fue acompañada por un amplio movimiento mundial a favor de la paz.
El 27 de octubre, Cuba declara que no admitirá las incursiones de aviones enemigos sobre su territorio. Ese día en horas de la noche una batería de proyectiles tierra-aire operada por los soviéticos derriban un avión espía norteamericano U-2 que violaba el espacio aéreo cubano en la antigua provincia de Oriente.
Como resultado de los intercambios entre las autoridades de los Estados Unidos y de la URSS y, ante el agravamiento de la situación militar, el día 28 de octubre de forma apresurada, unilateral e inconsulta con el Gobierno cubano, el Premier soviético Nikita S. Jruschov acepta públicamente las exigencias norteamericanas de retirar las llamadas “armas ofensivas” con garantías de verificación, debido a una carta en que el presidente norteamericano John F. Kennedy le declaraba que no se atacaría a Cuba y se levantaría el bloqueo militar.
Realmente esa declaración no constituía un acuerdo formal o un sólido compromiso oficial por parte del Gobierno norteamericano con la URSS, con Cuba y con el mundo de cesar su política agresiva contra la Isla. Ese mismo día Fidel Castro anunció la inconformidad con la decisión que se adoptó sin consultar la parte cubana y declaró que el pronunciamiento formulado por el presidente Kennedy al Premier Jruschov de que no invadirían a Cuba, no sería una verdadera garantía si además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las cinco medidas dadas a conocer por el Gobierno cubano, que conocidas históricamente como los Cinco Puntos, fueron:
Primero: Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas partes del mundo contra nuestro país.
Segundo: Cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y explosivos por aire y por mar, organización de invasiones mercenarias, infiltraciones de espías y saboteadores, acciones que se llevan a cabo desde territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.
Tercero: Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases en los Estados Unidos y Puerto Rico.
Cuarto: Cese de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
Quinto: Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio ocupado por los Estados Unidos
Los cinco puntos reclamados por Cuba, además de contribuir a una solución inmediata de la crisis, ayudaban a la instauración de condiciones favorables para la distensión en las relaciones entre los gobiernos de Cuba y de los Estados Unidos, pues se dirigían a resolver la causa principal del conflicto: la política agresiva del imperialismo. Por supuesto, nunca fueron aceptadas por el Gobierno estadounidense
En aquellas circunstancias, la solución de la Crisis de Octubre, aunque puso fin al riesgo de un enfrentamiento nuclear entre ambas potencias que tranquilizó a la humanidad, no resolvió definitivamente la causa principal del conflicto.

Por DrC Sayly de la C.Rodríguez Santana . Coordinadora OSU/UNiCA

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