¿Qué opinan los jóvenes de su organización de vanguardia? ¿Qué cambiar para hacerla mejor? ¿Cómo deben ser sus dirigentes? Esas y otras interrogantes fueron respondidas en un apasionado sondeo de Juventud Rebelde por varias provincias, donde se ratificó que la UJC debe continuar liderando los procesos de las nuevas generaciones sin ceder espacios.
Cuando está por llegar el 4 de abril, fecha que marca el aniversario 60 de la creación de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), el tema de la generación cubana de vanguardia salta a la palestra y asume protagonismo por derecho propio.
Algunas preguntas claman por respuestas: ¿Qué opinan los jóvenes de su organización? ¿Cómo deben ser sus dirigentes? ¿Qué cambiar para hacerla mejor? ¿Qué es ser un joven comunista en la Cuba de hoy?
Juventud Rebelde realizó un sondeo por varias provincias del país y recogió criterios al respecto. Las opiniones fueron diversas, muchas coincidentes, algunas polémicas y todas enfocadas en perfeccionar la gestión ideológica de una organización que entraña la continuidad de la Revolución.
Militancia y Juventud
La joven pinera Melissa Mavis Villar apenas lleva tres años de militancia en la UJC. En ese tiempo ha constatado cuánto representa la organización como garante de la continuidad del proceso revolucionario cubano. «Mantener las conquistas depende de nosotros —afirma—. Como advirtió Fidel, “si los jóvenes fallan, todo fallará”. Jamás le fallaremos y seremos consecuentes con la confianza que él nos tuvo».
Asegura que la militancia debe estar acorde con los nuevos tiempos, pues los contextos y los intereses cambian e identifican a cada generación. «Y si de cambios se trata —acota—, aunque la organización se ha acercado bastante a los jóvenes, debería representar más sus intereses, propiciar retroalimentación e implementar nuevas formas de llegar a quienes no conocen o tienen una percepción distorsionada de lo que es la juventud comunista y la importancia de verse representados en sus filas».
Convicciones como las de Melissa integran el ideario juvenil nacional. Desde un aula lo ratifica el maestro primario espirituano Yoelkys Pérez Paneca. «La militancia debe hacernos crecer todos los días, como revolucionarios y como personas —dice—. En sus espacios compartimos ideas y aportamos iniciativas para que el país funcione mejor. Es lo que se espera de nosotros en cada uno de los escenarios».
Un avileño con criterios
Las redes sociales han devenido trincheras para defender a la Revolución de la hostilidad enemiga. Desde allí combaten Neilán Vera —estudiante de Periodismo en la Universidad Central de Las Villas— y sus compañeros, junto a un ejército de soldados anónimos dispersos en todo el territorio nacional.
«La UJC debe constituir un espacio de participación capaz de transformar el país, pero no siempre se aprovecha —expone—. Un lugar para soñar y opinar sobre la vida política nacional, además de una herramienta con la que los jóvenes podamos influir de alguna manera en la marcha del proceso revolucionario.
Agrega que la organización «debe ser joven no solo en el título, sino también en las formas de hacer, de comunicar, de la gestión de sus dirigentes, y en cómo hacer que estos cumplan el mandato de sus dirigidos. Una organización que aprenda de su historia patria, pero también de la de sus homólogas del mundo que luchan con un sentido justo y por el mismo fin de la nuestra: la máxima liberación de los seres humanos».
La intensidad de un intensivista
El médico espirituano Reydel Valdés Arteaga trae dibujada en su semblante la huella del cansancio. Han sido muchas las madrugadas en la sala de terapia intensiva del hospital provincial, salvando vidas y jugándose la propia. Nunca ha vacilado en cumplir una tarea. Cuando lo necesitaron en la zona roja del hospital militar Comandante Manuel Fajardo, de Villa Clara, no dudó un instante en dar el paso al frente.
«Durante mi etapa universitaria, la UJC me hizo vivir momentos especiales, pues me enseñó lo que es entrega, consagración, responsabilidad y defensa de los principios de la Revolución —asegura—. Desde entonces me siento muy identificado con esos principios. Pero creo que podría ser más dinámica y más parecida a nosotros, los que formamos parte de sus filas».
Según él, entre las características fundamentales de un militante de la UJC deben figurar el entusiasmo al acometer cualquier encomienda y el tesón para llevarla a feliz término. Su modestia no le permite decir que son, precisamente, las suyas, pero en el hospital donde labora saben cuánto entusiasmo y tesón despliega en cada guardia médica.
Amor al sacrificio
La militancia juvenil exige una gran dosis de sacrificio y ejemplaridad. El avileño Neilán opina sobre el asunto: «Hay unos versos del Indio Naborí que dicen: “Este lugar es un lugar propicio / para el amor al sacrificio / aquí tienes que ser / el último en comer / el último en dormir / el último en tener / y el primero en morir”. Y pienso que eso debe ser un joven comunista. Ser ejemplo en todo lo que resulte beneficioso para el grueso de la sociedad.
«Tiene que ser el primero en criticar lo mal hecho. Con educación, argumentos, respeto, pero señalarlo, incluso cuando los sectores más acomodados y burocráticos puedan molestarse o lastrar la crítica revolucionaria. Y, sobre todo, tiene que ser capaz de defender a la Revolución y el socialismo, explicar por qué son viables, por qué se pueden cambiar las cosas, por qué la relación con la naturaleza y las personas puede ser diferente y para bien».
Los entrevistados coinciden en que un joven comunista debe ser, ante todo, un ejemplo permanente, un espejo donde se miran quienes no lo son. Debe ser el primero en dar el paso al frente cuando se convoque para una tarea difícil, el primero que demuestre solidaridad con un compañero en dificultades, el primero en el trabajo comunitario, en la guardia cederista, en combatir una injusticia, en las actividades culturales, en los actos políticos…
El valor del ejemplo
Lisandra Rangel no olvida el día en que le entregaron su carné de la UJC. Tenía solo 14 años y aquello fue todo un suceso familiar. Desde entonces transitó por todo los cargos a nivel de base, hasta hoy, que preside el comité de la organización en el Gobierno provincial matancero.
«Nunca he dicho que no cuando me han asignado alguna tarea, por compleja que fuera —asevera esta joven licenciada en Estudios Socioculturales y acreedora a la medalla Abel Santamaría Cuadrado, que entrega la UJC—. Todos los días me pregunto qué más podemos hacer desde la organización, pues considero que nadie nos va a hacer nuestro trabajo. En nuestras manos tenemos la oportunidad de hacer mucho más por Cuba».
Por su parte, el joven Lian Rodríguez Lamorú, especialista de medios audiovisuales en la universidad Jesús Montané Oropesa, de Isla de la Juventud, cree que el militante auténtico debe ser sensible e inconforme ante lo mal hecho, sea quien fuere el autor, pedir aclaración cuando no entienda algo, declararle la guerra al formalismo y estar abierto para las experiencias que puedan transformar la realidad nacional.
Redes sociales y nuevas tecnologías
Aramís Manuel Valdés nació bajo el signo de la generación Z, esa que se debutó con el siglo XXI, diferente a las anteriores porque tiene normas, pautas y conceptos nuevos, propios del mundo digital. Y este joven es eso, un nativo digital capaz de hablar de diversos temas con la misma naturalidad con la que comparte acciones en la FEU o en la UJC en la universidad de Ciencias Médicas espirituana.
«Soy el comunicador de la organización juvenil en nuestra institución —precisa—. Aquí hemos creado un equipo que, desde las redes sociales, gestiona contenidos para contrarrestar las difamaciones y las falsedades generadas por los enemigos de la Revolución. Ellos intentan confundirnos y hacernos olvidar nuestra memoria histórica. Jamás lo lograrán».
Entre las iniciativas creadas por este joven y su piquete figura un colaje de fotos, presidida por una frase a la que cada uno aportó una palabra. Dice así: «No dejes que algo tan pequeño destruya algo tan grande, así como el odio nunca pudo contra el amor, ni el egoísmo contra la hermandad». Fue una de las tantas propuestas que lideró el escenario virtual como aliento en los días más complejos de la pandemia.
«Como regalo a la UJC en este 4 de abril se me ocurrió hacer un videoclip que defendiera a Cuba. Resultó todo un desafío, pero cuando hay decisión y principios nada es imposible. Fui en busca de ayuda y la encontré. Daniel Felipe, estudiante de 4to. año de Medicina, compuso la canción y la interpretó junto a otros de la misma carrera. El tema se titula Vamos por más, universidad, y ya se divulga en la radio provincial. El 4 de abril haremos la presentación oficial.
«Pertenecer a la UJC me ha permitido, además de defender con las entrañas y con mis principios nuestro proyecto social, compartir mis convicciones con otros jóvenes con similares ganas de hacer y apoyar a nuestro país», manifiesta este futuro galeno, hijo de dos reconocidos profesionales del sector de la Salud.
Kristian Merino, estudiante de 11no. grado del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Luis Urquiza Jorge, de Las Tunas, también le confirió connotación al trabajo de la UJC en las redes sociales. Lo considera la batalla ideológica a la que está llamado cada militante. Se trata de la defensa digital de los valores revolucionarios.
«Tenemos que combatir en ese escenario con todas las armas, porque, independientemente de que la mayoría de los jóvenes cubanos estamos comprometidos políticamente con nuestro proceso, siempre hay algunos que se dejan confundir por la propaganda enemiga y sus métodos de subversión, que suelen ser intensos y bien elaborados. Con ellos el comité de base de la UJC debe intensificar el trabajo ideológico. Hoy el combate en las redes sociales es crucial, y tiene a la militancia joven en la primera línea. Aquí en nuestro centro eso se tiene en cuenta y somos bastante activos.
El dirigente juvenil ideal
El secretario general del comité de base es el cuadro de dirección más importante de la UJC. Sin su acción oportuna y eficaz, ninguna transformación será posible. Es quien establece estilos de trabajo a partir de su ejemplo personal y orienta derroteros para que los procesos políticos se desarrollen exitosamente con los jóvenes y militantes.
Para el futuro periodista avileño Neilán es indispensable que el dirigente juvenil se parezca a los jóvenes que dirige; de lo contrario no establecerá empatía con ellos. Debe ser un gran comunicador, con liderazgo y amplia cultura general y política, lo cual, a su juicio, suele faltar. Debe buscar el momento para atender a su familia, y eso solo lo propicia cuando el trabajo se planifica bien. Es decir, «todo eso y, sobre todo, una persona normal, porque cuando se disuelve ese vínculo de normalidad se pierde el contacto con la realidad».
Lian tiene su manera de concebir al dirigente juvenil ideal en estos tiempos. «Cierto que es quien lidia a diario con problemas e incomprensiones, pero también tiene la oportunidad de transformar el entorno junto con sus militantes. Para eso debe ser una persona entregada, empática, ejemplar, decidida y, sobre todo, convincente».
En general, hay coincidencia en que quien dirige en la UJC, a cualquier nivel, debe poseer un sentido crítico y autocrítico bien definido, saber escuchar a los demás y sacar lo mejor de sus planteamientos. En ocasiones hay algunos que no toman en cuenta lo que le señala un joven, solamente porque no figura como militante. En la UJC todos los jóvenes tienen voz.
Seis décadas y vamos con todo
A punto de cumplir seis décadas representando en todos los escenarios a lo mejor de las nuevas generaciones de cubanos, la UJC se apresta también a enfrentar los nuevos desafíos de la realidad nacional. No la amedrentan sus complejidades.
«Tenemos el deber de continuar siendo la organización juvenil de vanguardia de la sociedad cubana, fiel continuadora del Partido —dice Yosver Castañeda, dirigente matancero—. En nuestras manos está la formación de niños, adolescentes y jóvenes para que continúen este proceso que los emancipa. Es la encomienda que nos toca y a ella nos consagraremos».
¿Qué debe ser la UJC hoy?
Las estructuras de base representan la médula del trabajo de la UJC. Si por allí la gestión anda de tropiezo en tropiezo, dedicándose solo a la reunión y a cobrar la cotización, la organización no marchará como debe.
Por eso, Aylín Álvarez García, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, asegura que tres palabras definen al comité de base que se necesita: útil, fresco y dinámico. «A veces nos cuesta trabajo entender que algunos se dejen arrastrar por la apatía, el formalismo, la burocracia. A la organización hay que impregnarle sensibilidad y el comité de base tiene que ser orgánico y funcionar con los sentimientos de sus miembros y ello es responsabilidad de todos.
«El comité de base es lo que más se asemeja a un grupo de amigos, a sus encuentros, a quienes tienen intereses comunes, preocupaciones, deseos de hacer, de transformar… Y eso depende de quienes conviven en un centro de trabajo o de estudio, de quienes están ahí en el espacio más pequeño».
Y a ello suma: «El secretario general es el cuadro de dirección más importante, incluso más que los que integramos el Buró Nacional de la UJC. Sin él ninguna transformación será posible y, por tanto, es el que primero debemos buscar, que eleve la consagración y capacidad creativa y organizativa, que su ejemplo personal inste a la movilización y al cumplimiento de tareas por parte de jóvenes y militantes».
«¿Qué debe ser la UJC hoy? Debe continuar liderando los procesos de las nuevas generaciones sin ceder espacios y que abra otros para dar tratamiento variado, novedoso y motivador a cada inquietud de los jóvenes. Se trata de ganar protagonismo real, para hablar con todos, buscar consensos y transmitir las esencias.
«Nunca hemos sido una organización masiva —dice—. Y aunque abarcamos todo el espectro juvenil, seguimos siendo una agrupación de vanguardia. El crecimiento no se encuentra menguado ni disminuido. Continúan entrando militantes de todos los sectores, incluso ahora con una población más envejecida. A pesar de las dinámicas sociales complejas que enfrenta el país, tenemos una de las cifras más elevadas de militantes de los últimos años en Cuba».
Afirma que «alcanzar muchas de nuestras metas supone transformar el funcionamiento del comité de base, para que sea un espacio diferente, conducido por jóvenes de vanguardia y capacidad real de liderazgo y movilización. Y con una militancia activa, participativa, que aporte a los procesos de la organización y sea identificada por todos como paradigma del colectivo.
«Tales empeños no serán posibles sin la transformación de los procesos que se desarrollan en la base, fundamentalmente el de crecimiento a nuestras filas, que necesariamente tendrá que elevar su dinamismo, su alcance a todos los centros estudiantiles y laborales; llegar hasta el último joven».
Señaló que en 60 años en la vanguardia, la UJC ha debido reinventarse para acercarse a los militantes y a los jóvenes. Y que ha habido cambios positivos, como el fortalecimiento de su presencia en diferentes espacios y de su sentido de la utilidad. Pero aún así, Aylín exhortó a seguir trabajando. «Como nuestro Fidel, como nuestro pueblo, incansables. Ellos son la prueba de lo lejos que podemos llegar», aseveró.
Tomado de juventudrebelde.cu
Comenta aquí