La universidad del siglo XXI, está relacionada con la noción de sociedad del conocimiento. En su funcionamiento destacan el uso intensivo de tecnologías de la información y la comunicación en un contexto de mundo globalizado. Más aun, la columna vertebral de la nueva universidad es la organización red y la gestión del conocimiento. Se trata de una nueva forma de socializar el conocimiento, una innovación en la forma de producirlo, a su vez, los actores son fundamentales en el proceso de intercambio de conocimientos.
Las redes de conocimiento son los instrumentos idóneos para el flujo de conocimientos elaborados de manera cooperativa donde lo esencial son las redes sociales más que las redes tecnológicas. Si la gestión del conocimiento es conocimiento en acción, entonces las redes y la gestión del conocimiento, se convierten en un recurso estratégico tanto para la universidad como para los sectores productivos y sociales. En este marco, la universidad como cuna del saber se encuentra ante el mayor desafío de su historia, que pone a prueba su función originaria: producción de conocimientos con sentido social.
En la sociedad del conocimiento se privilegia el valor conocimiento más que el capital y el trabajo. Al respecto, las universidades y los centros de investigación juegan un papel estratégico, dado que por su propia naturaleza son la cuna del saber con las características de un conocimiento más público que privado. Las universidades incrementan su potencial de difusión y producción de conocimiento cuando se vinculan con los sectores productivos y sociales. En dicho proceso, más que una transferencia de tecnologías se da un intercambio de conocimientos en donde se produce un beneficio compartido. Los investigadores universitarios enriquecen su quehacer al asumir las mejores prácticas de los sectores externos; y viceversa, los empresarios y sociedad civil retoman experiencias de los investigadores.
Sin duda el potencial en las redes de conocimiento descansa en las redes de investigación y en las redes de innovación. En el primer caso para la producción y difusión del conocimiento de manera cooperativa a fin de integrar redes regionales, nacionales e internacionales en donde la interacción entre los participantes se apoya en las tecnologías telemáticas potenciando así su capacidad de publicaciones, registro de patentes entre otros productos. En el caso de las redes de innovación el intercambio entre investigadores universitarios con los expertos de diseño, producción y comercialización de los sectores industriales y sociales, hacen posible la sinergia en el esfuerzo de solucionar problemas complejos, optimizando los recursos humanos e infraestructura tecnológica.
Es importante entender la lógica del trabajo en red, toda vez que las redes se estructuran en función de solucionar ciertos problemas, así se integran equipos interdisciplinarios que trabajan de manera transdisciplinaria, comparten conocimientos, resuelven las problemáticas que los agrupa y socializan entre sí las experiencias logradas; posteriormente el equipo se desintegra pero mantienen su lógica de integrarse en otras redes colaborativas y continúan resolviendo problemas cada vez más complejos.
Avanzar en la construcción de redes sociales apoyadas en redes tecnológicas, con nuevas formas organizacionales para producir y difundir el conocimiento resulta estratégico para el futuro de las universidades. Pero cada institución educativa, debe atender a su propia historicidad, al contexto en que se desenvuelve, a los sueños y aspiraciones de sus actores, y sobre todo, al entorno con el cual puede establecer una alianza que conduzca a un beneficio compartido.
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