Tenía experiencia militar por haber combatido junto a las milicias dominicanas contra las incursiones haitianas y en las propias contiendas civiles, en las que participó activamente.
El futuro Generalísimo del Ejército Libertador Cubano nació en el poblado rural de Baní, Santo Domingo, el 18 de noviembre de 1836, hace 185 años, y en su hogar le dieron una formación basada en la honorabilidad, la severidad y el virtuosismo, cualidades que serían el derrotero de su vida.
Tras llegar a Cuba se estableció con su familia en la finca El Dátil, cerca de Bayamo. En 1866 fue dado de baja del ejército español y al parecer su vida estaba predestinada a transcurrir en su proyecto de mejorar la situación económica de los suyos, incrementando la explotación de sus fértiles tierras, pero su gran sensibilidad ante la injusticia y la inhumana esclavitud lo llevaron a involucrarse en el movimiento independentista y fue de los primeros en seguir a Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868.
El joven dominicano se destacó dentro de las inexpertas tropas mambisas, al utilizar tácticas de combate diferentes a las tradicionales aplicadas por el ejército peninsular que también conocía, al concebir las acciones guerrilleras de emboscadas, de rehuir los enfrentamientos en grandes batallas en las cuales los colonialistas podrían desplegar su superioridad de fuerzas con la utilización de la caballería y artillería a sus anchas.
La gran lección sería el 26 de octubre de 1868, en que Gómez con unos 40 infantes armados en su mayoría solo con machetes se escondieron entre la tupida vegetación a ambos lados de la Tienda del Pino de Baire, aproximadamente a un kilómetro por el camino vecinal al oeste del poblado, y a su orden se lanzaron contra una columna hispana de más de 500 hombres y le hicieron más de 200 bajas en la que sería la primera carga al machete.
Ese fue solo el comienzo de la extraordinaria trayectoria militar de quien sería considerado por renombrados militares extranjeros como el primer guerrillero de América, y que le valieran fuera ascendido a General por Carlos Manuel de Céspedes.
Después vendría el Pacto del Zanjón y el destierro de 17 años afrontando vicisitudes en la pobreza y enfermedades de su familia, pero sin que dejara de pensar en la independencia de Cuba cuando intentó un nuevo estallido junto a Antonio Maceo.
En esas condiciones le escribió Martí en 1892 para integrarlo a la preparación de la Guerra Necesaria: […] Yo ofrezco a usted sin temor a negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres” y Gómez le responde: “Desde ahora puede Ud. disponer de mis servicios”.
En la nueva contienda reverdecerá su excepcional talento militar y junto con el Titán de Bronce llevará en la invasión la guerra a todo el país para en batallas memorables derrotar a las más selectas tropas colonialistas.
Pero después de la muerte de Martí y Maceo, fue la única máxima figura de la Revolución y tendría que sufrir la intervención yanqui en la guerra y el establecimiento de la neocolonia en 1902, facilitada por la división y la traición del anexionista y primer presidente cubano Tomas Estrada Palma y su grupo.
Al final de la guerra expresó: “La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.”
Años después cuando Estrada Palma, antes de culminar su período presidencial en 1906, decidió reelegirse de forma fraudulenta el invicto jefe del Ejército Libertador se opuso decididamente.
En junio de 1905 realizó un viaje acompañado de su familia a Santiago de Cuba, pero sobre todo para continuar con su campaña contra la reelección de Estrada Palma.
Fueron tantas las muestras de afecto y cariño del pueblo hacia él, que al recibir numerosos apretones de mano se le infectó una pequeña herida que se generalizó y le causaría la muerte el 17 de junio de 1905, como consecuencia de su campaña cívica de unidad contra el engendro reeleccionista del anexionista Estrada Palma.
Esa fue su última batalla librada por el amor hacia Cuba que mantuvo inalterable desde aquellos lejanos días de octubre de 1868, aunque esta vez la libraría contra los males de la falsa república que solo culminaría con los cambios definitivos de la alborada revolucionaria del primero de enero de 1959.
Tomado de Cubasí
Por JORGE WEJEBE
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