El 6 de junio de 1961, por orden del Comandante en Jefe Fidel Castro, fue creado el Ministerio del Interior (Minint), cuya dirección estuvo a cargo del comandante Ramiro Valdés Menéndez, con lo cual la joven Revolución entró en una etapa decisiva del perfeccionamiento de la seguridad y orden interior.
Tal ordenamiento se inició con la fundación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), el 5 de enero de 1959, y la integración de los servicios de contrainteligencia y de inteligencia del Ejército Rebelde en los Órganos de Seguridad del Estado, el 26 de marzo de ese mismo año.
Desde entonces el Minint, junto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias, conformaron el poderoso escudo contra el cual se estrellaron las agresiones del imperio yanqui. Fue así que el proyecto político social cubano cumplió con la máxima leninista de que una revolución valía tanto cuanto fuera capaz de defenderse, principio muy presente en la estrategia de Fidel, interpretada por el comandante Camilo Cienfuegos, quien a pocas horas de asumir el mando en la capital, junto a Ernesto Che Guevara, firmó un decreto que disolvía los órganos represivos de la dictadura batistiana.
Esas decisiones se reflejarían en la vida nacional más allá de los ámbitos oficiales, y por primera vez en la historia el pueblo contemplaría con júbilo cómo era demolido hasta sus cimientos por una grúa el vetusto castillo que fue sede del odiado Buro de Represión de Actividades Comunistas, que representó la última de las organizaciones criminales creadas en la década del 50 por Fulgencio Batista, siguiendo las instrucciones de la CIA y el FBI.
Washington no se quedó de brazos cruzados como lo demuestra en sus memorias el entonces presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, quien reconoció: “En cuestión de semanas, después que Castro entrara en La Habana, nosotros, en el gobierno, comenzamos a examinar las medidas que podían ser efectivas para reprimir a Castro”.
Esas acciones tomaron su mayor expresión en un primer plan integral de agresiones al país, firmado por dicho mandatario el 26 de marzo de 1960, que incluyeron en primer orden planes e intentos de asesinato del Comandante en Jefe Fidel Castro y Raúl Castro, y otros altos dirigentes, la preparación y realización de la invasión mercenaria por Playa Girón, operaciones de espionaje, de terrorismo, alzamientos y campañas de subversión de todo tipo, con lo que junto al bloqueo económico, comercial y financiero y las pretensiones de aislamiento diplomático esperaban acabar con la Revolución cubana.
En ese difícil contexto, a semanas de la derrota de la invasión mercenaria por Playa Girón, fue creado el Minint y apenas iniciado en sus funciones, el entonces presidente John F. Kennedy ponía a punto con sus principales jefes militares un nuevo plan para vengarse por la derrota, llamado Operación Mangosta, que superaba en magnitud a todas las anteriores y que preveía finalmente una invasión de las fuerzas armadas estadounidenses a Cuba.
Así, desde entonces y durante más de 10 administraciones de la Casa Blanca se desarrollarían por la CIA, el Pentágono y agencias oficiales más de 600 planes y acciones de atentados contra el Comandante en Jefe Fidel Castro, alzamientos en zonas rurales, operaciones de espionaje, guerra bacteriológica, terrorismo y programas subversivos, entre otros.
Uno tras otro fracasaron frente a la radicalización del proceso revolucionario y la conducción del máximo líder al frente de su pueblo en victoriosas batallas contra el imperio y sus lacayos, en epopeyas en las cuales el Minint y muchos de sus combatientes pasaron a ocupar un sitial de honor por su desempeño, como el capitán Eliseo Reyes, San Luis, quien con apenas 25 años se convirtió en un legendario jefe en Pinar del Río, donde enfrentó las infiltraciones armadas en las costas de la provincia y libró su último combate en la guerrilla del Che Guevara, en Bolivia.
El comandante Tony Santiago constituye también un ejemplo de héroe anónimo, como agente de la Seguridad del Estado se infiltró en una organización contrarrevolucionaria en 1964, y mientras se dirigía a Miami por mar para cumplir una misión, la pequeña embarcación fue interceptada y hundida por una lancha artillada por terroristas. A punto de ser ametrallado respondió al fuego con su pistola y murió gritando: ¡Patria o Muerte!, como comentaron sus asesinos años después.
Son muestra también de intransigencia y fidelidad a la Revolución nuestros Cinco Héroes, que en las filas de los terroristas de Miami expusieron la vida en la defensa de la seguridad del país y que en las cárceles estadounidenses resistieron y no claudicaron hasta que un día volvieron al seno de la Patria.
También en estos 62 años el Minint ha desarrollado otras direcciones fundamentales para garantizar el orden interior y vial, la protección de los bosques, la prevención y extinción de incendios, las tropas guardafronteras, los servicios aduanales, inmigración y extranjería y en otras misiones decisivas.
Recientemente, el pueblo cubano tuvo pruebas conmovedoras de la valentía y la entrega de nuestros bomberos, quienes no retrocedieron ante el fuego cumpliendo con su deber durante el siniestro en la base de súper tanqueros de Matanzas, donde fallecieron 14, a pocos meses de haber protagonizado heroicas jornadas cuando ocurrió la explosión del Hotel Saratoga, en La Habana.
Las actuales generaciones de combatientes del Ministerio del Interior enfrentan la estrategia basada en las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, en las redes sociales que intentan explotar para sus fines las consecuencias del bloqueo económico, comercial y financiero, las dificultades en los abastecimientos, en las condiciones de vida del pueblo y los propios errores, todo dentro de la crisis relacionada con la COVID-19, enfrentada con éxito por nuestros científicos y el sistema de salud.
Hoy como ayer la actitud valiente, profesional, disciplinada y ecuánime de las fuerzas del Minint junto al pueblo derrotan esos planes enemigos que persiguen infructuosamente destruir la Revolución.
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