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Permanencia viva de Camilo Cienfuegos

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Martha Gómez Ferrals (ACN)Historia 06 Febrero 2023

Remarcada por el aniversario 91 de su nacimiento —La Habana, 6 de febrero de 1932—, la presencia del Comandante Camilo Cienfuegos tiene esta vez la aureola feliz que circunda a los héroes cuando hablamos de su advenimiento al mundo. Así ha de ser, por ser tan inmenso el bien que nos hizo, aun cuando su vida fuera truncada por el azar, demasiado temprano para él y para la Patria.

Las razones de su permanencia son conocidas por los cubanos desde la raíz y, sin embargo, sin ser un rito aprendido de memoria, en días como estos nos gusta evocarlas y reencontrarlas en su accionar heroico y su patriotismo combativo, expresados en acciones que hoy parecen de leyenda. Y se disfruta el orgullo de verlo Héroe de Yaguajay, Señor de la Vaguardia, a punto de contribuir a darle la estocada final a la dictadura batistiana en diciembre de 1958.

Pero, en sus inicios, el invencible joven del sombrero alón y la sonrisa más ancha del mundo merece una inmersión de sus coterráneos en aquella barriada de Lawton ahora imaginaria, donde residía su familia, formada por dos pobres y honrados emigrantes españoles que supieron forjar en sus hijos muchos valores y tempranos ideales, siempre inquietos y encaminados a la búsqueda de la justicia social.

Siendo adolescente participa de lleno en marchas y protestas. Ya en 1954 se incorpora a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, por lo que es fichado por los órganos represivos y se ve compulsado a salir del país.

No solo por eso, sino también por su precaria situación económica, a los 21 años Camilo decide emigrar y probar suerte en Estados Unidos. Cuando regresa a La Habana se incorpora al movimiento revolucionario estudiantil. Cae preso y es torturado, por lo que elige nuevamente el destierro.

De paso fugaz de nuevo por Nueva York se entera de los planes del joven abogado Fidel Castro, fundador del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, quien se dedicaba tenazmente en México a la organización de una expedición libertaria hacia Cuba.

Era un proyecto justo a la medida de la estrella de Camilo Cienfuegos, hoy tenemos la certeza de ello, aunque entonces todo parecía moverse como un caos o una fuerza telúrica.

En la capital azteca, en septiembre de 1956, contacta con el núcleo dirigido por Fidel y se enrola como futuro tripulante del yate Granma, embarcación que finalmente saldría del puerto de Tuxpan con 82 combatientes dispuestos a vencer o morir por la independencia de la Patria.

El tránsito por un proceloso Mar Caribe batido por vientos invernales, llevó a la expedición a un desembarco peligroso por la playa oriental de Las Coloradas el 2 de diciembre, en medio de un pantano lleno de punzante maraña vegetal y bajo el zumbido de los aviones enemigos a la caza, para impedir su llegada a tierra.

Luego el bautizo de fuego en Alegría de Pío, el 5 de diciembre, reafirmó en Camilo y sus compañeros la decisión de ser fieles a la causa al precio de la vida, como había proclamado su líder.

De ese enfrentamiento se nutrió el coraje para recomponer lo que quedaba de la exigua tropa, y al poco tiempo Camilo se destacó junto a otros en el cumplimiento de múltiples misiones al mando de Fidel, Juan Almeida y Ernesto Che Guevara.

Ello conllevó a que el 16 de abril de 1958 ganara los grados de Comandante del Ejército Rebelde, por su coraje y valentía, y por su capacidad de estratega y organizador. Contribuía así a que esa fuerza guerrillera armada operara como una realidad irreversible en las montañas de la Sierra Maestra. Era el faro que Cuba necesitaba.

Llegó pronto a extender las acciones de la columna comandada por él, nombrada Antonio Maceo, en áreas de los llamados Llanos del Cauto, territorio alejado de la cadena montañosa.

Tal audacia, acompañada de eficacia y contundencia en casi todas las acciones, contribuyó a que la tiranía desatara una ofensiva contra las huestes rebeldes. Un movimiento táctico de Camilo lo llevó a retornar con sus hombres más cerca del mando central, mientras la Comandancia encabezada por Fidel desde La Plata trazaba la mejor respuesta contra las fuerzas de Batista.

El ímpetu rebelde adquirió la mayoría de edad entonces con la llamada ofensiva, mediante la cual el 18 de agosto el Comandante en Jefe Fidel Castro ordena la ejecución de la invasión de Oriente a Occidente, tal como lo hicieron los mambises en la última Guerra de Independencia.

Camilo iría al frente de la Columna 2 Antonio Maceo y el Che Guevara encabezaba la Número 8 Ciro Redondo.

Aquel cubano de invencible alegría combatió, con el valiente desenfado que lo caracterizaba, entre octubre y diciembre de 1958 en zonas tan apartadas y desconocidas hasta entonces como Seibabo, Venegas, Zulueta —en dos ocasiones—, General Carrillo, Jarahueca, Iguará, Meneses, Mayajigua y Yaguajay, en cuyo cuartel y otras dependencias se habían hecho fuertes las tropas enemigas.

Tomado del periódico «Invasor»

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