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30 de noviembre de 1895: constitución definitiva del Ejército Invasor

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Lázaro López, un lugar sagrado de la Patria

La constitución definitiva del Ejército Invasor, el 30 de noviembre de 1895, en los potreros de Lázaro López, en el actual municipio de Majagua, en la provincia de Ciego de Ávila, resulta uno de los momentos más trascendentales en las guerras por la independencia de Cuba.

El Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales, proveniente de Mangos de Baraguá, una vez cruzada la Trocha de Júcaro a Morón, el 29 de noviembre de 1895, se reúne, más tarde, con el General en Jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez Báez.

Este espacio geográfico resulta también de una vital significación histórica, ya que cerca de allí estaban las ruinas de un fuerte español, donde cayó en combate, el nueve de septiembre de 1869, el general Ángel del Castillo Agramonte, más conocido como La tempestad a caballo. A este hombre, Gómez Báez, que no era muy dado a los elogios, lo calificó de “cubano imponente, de valor temerario” y de “loco sublime”.

Allí, el bravo dominicano nombró a Maceo como jefe del Ejército Invasor y del Cuarto y Quinto Cuerpos de Ejército, además de quedar estructurada esta fuerza redentora para su trayectoria victoriosa hacia el Occidente de la Isla.

En ese lugar sagrado de la Patria que es Lázaro López, se concentraron en parada militar alrededor de cuatro mil mambises de Las Villas, Camagüey y Oriente como símbolo de la tan ansiada unidad de los cubanos en su ideal independentista, defendida a ultranza por José Martí.

Ángel Cabrera Sánchez, historiador de la ciudad de Ciego de Ávila, refirió que el área resulta ideal para estos fines, pues, según testimonios recogidos de protagonistas del hecho, existe allí una elevación propicia para que toda aquella masa de soldados escuchara con claridad los discursos de los altos dirigentes.

Máximo Gómez en una arenga hacia la multitud allí reunida les dice en relación con la crudeza de la guerra: “En las filas que veo tan nutridas, la muerte abrirá grandes claros. El enemigo es fuerte y tenaz. El día que no haya combate, será un día perdido o mal empleado. El triunfo solo puede obtenerse con el derramamiento de mucha sangre.”

Sin embargo, más adelante, el veterano militar les transmite el optimismo en la victoria cuando expresara: “¡Soldados! Llegaremos hasta los últimos confines de Occidente, hasta donde no hay tierra española: ¡allá se dará el Ayacucho cubano!”. He ahí también la confirmación del espíritu unitario del proceso revolucionario desarrollado en la Mayor de las Antillas.

Otros de los presentes que alzó su voz fue Salvador Cisneros Betancourt, presidente de la República de Cuba en Armas, quien planteó un reto a muerte contra la tiranía impuesta por el imperio colonial al pueblo.

La presencia de combatientes internacionalistas se patentiza en Lázaro López, pues, entre los 11 generales participantes en el suceso, se encontraban el polaco Carlos Roloff Mialofski, el catalán José Miró Argenter, el colombiano José Rogelio del Castillo Zúñiga y Dionisio Gil de la Rosa, compatriota del Generalísimo.

Esta ayuda de hijos de otros países a las guerras de liberación cubanas, en las que muchos ofrendaron hasta su vida, constituye elemento identitario de este proceso histórico, que se refleja en la actualidad en la vocación desinteresada de la Revolución de extender su mano a quien la necesite, y tiene sus bases en el Manifiesto del 10 de Octubre escrito por Carlos Manuel de Céspedes.

Para honrar la constitución del Ejército Invasor, el pueblo de Ciego de Ávila edificó un conjunto arquitectónico, declarado desde 2015 Monumento Nacional, que consta de un muro en el que aparecen dos gigantografías con Gómez y Maceo, la ruta de la invasión desde Mangos de Baraguá hasta Mantua y un machete de 11 metros de largo, en posición de combate.

También contiene 11 túmulos que simbolizan la presencia allí de igual número de generales y el obelisco erigido en 1947, en memoria del general Ángel del Castillo, caído en combate en 1869 cuando trataba de obtener municiones de una fortaleza peninsular.

Los habitantes de Lázaro López son fieles guardianes de este sitio histórico que perpetúa el ideal de unidad de las fuerzas insurrectas y, con ello, la del pueblo en su batalla por la independencia.

Autor: Alden Hernández Díaz

Tomado de: Periódico Invasor

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