Política y Sociedad

Cantar un 1ro. de Mayo

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Las respuestas siempre han estado ahí, tan cerca como en la melodía de un himno que todos tararean. Tres cubanas de ayer, que podrían ser, también, tres cubanas de hoy o de mañana, escribieron, casi bajo las balas, la letra de un tema musical que ni con cincel y martillo podrá nadie separar del cuerpo y del alma de la nación.

Era marzo de 1961 y solo al entonces Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba, Lázaro Peña, se le podía ocurrir encargar una campaña de comunicación intensa para la celebración del 1ro. de Mayo, mientras el país veía venir y se preparaba para una agresión imperialista. No es que Lázaro Peña minimizara el peligro, sino que, como Fidel, Raúl, y ahora Díaz-Canel, entendía que todas las batallas comienzan a ganarse desde lo simbólico.

Fue así que, vestidas de milicianas y de movilización en movilización, Iris Dávila, Odilia Romero y Ondina Díaz dirigieron cada actividad relacionada con la fiesta del proletariado. Nadie les pidió explícitamente un tema musical, pero ellas entendieron que una isla con tanto ritmo y valor merecía una pieza alegórica, como en los días de Perucho Figueredo y “La Bayamesa”, o como aquellos jóvenes cantando la “Marcha del 26 de Julio” encarcelados en Isla de Pinos. No ha habido un hito en la historia cubana que no se pueda cantar.

Escribieron a seis manos y un solo corazón la letra y música del “Himno del 1ro. de Mayo”, un cántico que acompañó a los combatientes en las arenas de Playa Girón y que selló el júbilo por la victoria, después, a los pies del Maestro, en la Plaza de la Revolución.

Por eso las respuestas siempre han estado ahí, en los versos que llaman a unirnos todos, codo con codo, para dirigir la nación. “No importa el sacrificio/ para el trabajador, / mientras más nos agredan/ más será nuestro ardor”.

Nos agredían hace 58 años y nos agreden ahora. En realidad, los enemigos de siempre no han dejado de atacar y, tal vez por eso, o tal vez porque está escrito en nuestro mapa genético con tinta indeleble, mientras más nos atacan más “ardemos”, en el sentido poético y también en el literal.

Arde la sangre cuando los Trump, Bolton, Rubio, Pompeo y camarillas juegan a reescribir la historia en un continente que ya aprendió a leer y escribir, y mienten sin pudor tratando de cazar incautos y bravuconean al peor estilo mafioso.

Arde la sangre cuando, del otro lado, intentan denigrar una Constitución nacida del sentir de cada cubano, y que nos hace pensar en un futuro de continuidad.

Cada 1ro. de Mayo, desde el país vecino pretenden borrar la memoria de una fecha de revoluciones, reclamos y reivindicaciones que les nació, precisamente, en las entrañas, y que hace 130 años comenzaron a intentar acallar, sin que a día de hoy lo hayan logrado.

A la memoria de los mártires de Chicago dediquemos la multitud de las plazas, en nombre de todos los que en el mundo soportan todavía condiciones de esclavitud laboral salgamos temprano; conscientes de que solo nosotros podremos hacer de esta tierra un país mejor. Cantemos aquel estribillo que resume, como las buenas canciones suelen hacer, el destino de Cuba y los cubanos, no solo el primer día de mayo, sino el resto del año: “venceremos, venceremos, venceremos/ unidad, unidad, unidad”.

Tomado del periódico digital Invasor

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