Desde hace cuatro años la joven científica Lianny Pérez Gómez, junto a la alegría de hacer ciencia en el Centro de Bioplantas de la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, ha debido chocar con carencias y limitaciones que ponen freno al desarrollo agrícola del país. Si no existiera el bloqueo económico, comercial y financiero el camino para la biotecnología agrícola fuera más fácil y ella lo vive cada día en carne propia.
“No podemos adquirir equipamiento, piezas de repuesto, reactivos químicos y medios de cultivo necesarios que provengan de firmas estadounidenses. Muchas veces debemos recurrir a países distantes como China y Alemania para obtener lo necesario y esto incrementa los costos.
“El bloqueo dificulta la participación de científicos cubanos en congresos internacionales y limita la posibilidad de difundir nuestros resultados. Además, complejiza los procedimientos para posibles inversiones en la ciencia, y al limitar la visita de colegas extranjeros se afecta la exportación de productos creados o patentados aquí.
“Tampoco puede obviarse que es básico revisar bibliografía de alto impacto, pero existen restricciones de acceso a publicaciones y sitios web importantes, lo cual retrasa nuestro trabajo.”
Pero como un científico siempre tiene que buscar alternativas y los brazos cruzados no valen, tanto el colectivo de este centro como Lianny trabajan sin miramientos y con el ojo puesto en uno de los tantos estudios que desarrollan.
Así pretenden evitar la extinción de plantas endémicas y estudiar sus propiedades para la obtención de productos orgánicos de uso en la agricultura y la salud humana. Saben que investigar con creatividad, innovación y persistencia son fórmulas de éxito de nuestro contexto.
Por Ailén Castilla Padrón.Periódico Invasor
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