Una de las principales características de las estructuras técnico productivas en los países no desarrollados es la escasa disponibilidad de medios de comunicación, de sistemas de información y de infraestructura, en general. Si a esto agregamos que un gran porcentaje de la población en estos países es rural, podríamos hacernos varias preguntas:
- ¿Cómo hacer para que el desarrollo científico-técnico llegue a las comunidades rurales?
- ¿De qué manera acercarlos a las tecnologías de la información y las comunicaciones para que sean usadas en bien de la comunidad?
- ¿Qué estrategias seguir para “saltar” la barrera cultural, tecnológica y financiera?
- Y finalmente, ¿Cómo retro-alimentar la agenda de investigación basándonos en los conocimientos y necesidades de los campesinos?
El objetivo principal de este trabajo es compartir experiencias que nos brinden algunas respuestas. ¡Hagámoslo pues!
Transmitir información no es lo mismo que comunicar, sin embargo, cuando ambas acciones se realizan sin previo conocimiento de las necesidades, quedan en el vacío. La comunicación es la transmisión entre los actuantes del proceso, con intencionalidad o sin ella, de mensajes que tienen por objeto informar o influir en un individuo receptor o en un grupo de ellos. Por tal motivo, en plena era de la globalización, donde la ocurrencia de un fenómeno cualquiera es en pocos segundos, patrimonio de muchos, resulta de vital importancia dominar y emplear las nuevas tecnologías de comunicación e información para la extensión rural y la formación de un personal más preparado en el cumplimiento de esta tarea. No obstante, también se pueden obtener magníficos resultados prescindiendo de ellas.
El flujo de información que se establece entre el personal que se dedica a la divulgación de los conocimientos y aquellos presumiblemente carentes de ellos no se lleva a cabo en un solo sentido. El enorme cúmulo de conocimientos que, como parte de su herencia y experiencia, atesoran los productores y comunidades agrícolas sería también motivo de interés para los divulgadores. Aprovechar en una sola dirección los sofisticados medios de hoy en día para diseminar información, contribuye a incrementar las diferencias entre los que poseen los medios y aquellos que no los poseen. Por el contrario, continuar asumiendo que lo realmente importante es el resultado de las investigaciones realizadas por los técnicos, en menoscabo del enorme acervo de conocimientos que poseen las comunidades rurales sería en definitiva erguirse en una posición de fuerza. Éstas también estarían interesadas en difundir su realidad, sus descubrimientos, sus tradiciones. El “bombardeo” que con la ayuda de sofisticados medios reciben no hace sino, en muchos casos, borrar las tradiciones y la identidad de las poblaciones locales. En este caso la influencia es sólo en un sentido, y si para que haya comunicación debe existir un intercambio, entonces este proceso comunicativo carece de esencia.
Según Más Candela (1997), junto a un imparable progreso de las herramientas audiovisuales en los medios de comunicación didáctica, hay un perceptible estancamiento y atraso en su utilización, sobre todo en el medio rural. Parece como si la revolución tecnológica se hubiera operado al margen de los usuarios de las instituciones para el desarrollo rural.
La realidad es que no basta la sola existencia de la tecnología, sino que es importante dominar su utilización, y más aún, el cómo articularla a los programas de extensión para que sea coherente con la realidad de los productores. Las novedosas tecnologías de comunicación (televisión, videos, computadoras, etc.), son mucho más eficaces para la preparación y actualización del personal dedicado a la extensión, que para la transmisión de experiencias a los productores. La filosofía del agricultor medio es “ver para creer” y por mucho que apliquemos novedosas y sofisticadas tecnologías en la presentación de “resultados obtenidos por otros”, no pasaremos de lograr transmitir inquietudes a un receptor en estado pasivo. La actitud activa para arriesgarse en la aplicación de alternativas innovadoras no se logra sólo con la utilización de estas tecnologías, sino que es preciso su integración en una complicada estructura donde el extensionista, con su experiencia, sus herramientas, su carisma, es la pieza clave del éxito. El uso de sofisticadas tecnologías debe ir acompañado de una plena comprensión de la realidad en que la que se utilizan, y de las técnicas agrícolas, tanto tradicionales como novedosas. Su utilización por personal carente de tal comprensión, arruinaría los objetivos para los que fueron diseñadas. Si este extensionista prepara un material didáctico cualquiera y lo presenta, mediante el uso de una computadora ante diferentes auditorios, tendría que valerse de la palabra hablada para buscar la adecuación necesaria.
Eso es lo que tendremos que hacer, pero ¿cómo?
Experiencias en la aplicación de diferentes tecnologías para la comunicación y diseminación de la información
En la explotación del medio agrícola la práctica corrobora que no sólo es importante acceder a tecnologías novedosas, sino que es más importante proporcionar a los productores conceptos básicos y de inmediata aplicación práctica, porque esto permite incrementar su capacidad de autogestión y toma de decisiones.
Victor Manuel Proenza (Manolito), productor campesino, es integrante de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS), “Ulises Fernández” de la localidad “Las Mantecas” al sur del municipio “Calixto García” de la provincia de Holguín, situada al noroeste de Cuba. Se dedica, principalmente, a la cría de ganado vacuno y ovino para la venta de leche y animales al estado. Sin embargo, dedica tres hectáreas a la agricultura para el autoconsumo familiar y la venta al estado de productos agrícolas.
El propio productor manifiesta que antes del año 1989, en que por vez primera se relaciona con investigadores y extensionistas de la Estación Territorial de Investigaciones Agropecuarias de Holguín (ETIAH), la obtención de mejores o peores resultados productivos era más bien una cuestión de suerte.
Los investigadores se valieron de diferentes alternativas para intercambiar conocimientos. Mediante entrevistas informales se diagnosticó el estado de la finca y se buscaron los puntos clave donde ejercer la acción a fin de obtener resultados de impacto. Luego se le proporcionaron las bases para que, por sí mismo, fuera capaz de reconocer los aciertos y errores en que incurría, sin imposiciones dañinas a los intereses de ambas partes.
Poco a poco fueron comunes para Manolito, el contacto con diferentes alternativas de superación: la lectura de literatura técnica, la participación en eventos científicos donde exponía con claridad sus experiencias, talleres con productores de su localidad y otros de diferentes lugares, visitas a centros de investigación, realización de experimentos en su área, producción e intercambio de semillas y técnicas con otros agricultores, participación en exposiciones a diferentes niveles, así como en programas de radio, entre otros.
Con la realización de experimentos en su propia área, inducidos y asesorados por personal de investigación y extensionistas, oyendo el parecer del productor y de la comunidad, y adaptando las variables experimentales a las condiciones preexistentes, se alcanzaron los más altos resultados experimentales y en extensión con este cultivo, en toda la región. Es bueno destacar que se utilizaron tanto variedades mejoradas como tradicionales, según los expresos deseos del productor. Aunque las variedades mejoradas mostraron superioridad en el orden productivo respecto a las tradicionales, los resultados de estas últimas, con la utilización de tecnologías más adecuadas, superan en gran medida a los obtenidos con estas mismas variedades en experiencias anteriores. Ello demuestra que no sólo es importante la utilización de nuevo material genético para incrementar los rendimientos, sino que la utilización de una tecnología más adecuada a las condiciones y características del productor, que incluye una eficiente selección del material y época de siembra, labores de cultivo adecuadas, cantero alto, cosecha oportuna, nuevos conocimientos adquiridos por la información y la experimentación propia o influida, también inducen resultados alentadores a los habitantes de las zonas rurales.
En el cultivo del boniato (Ipomoea batatas (L.) Lam), ocurrieron las cosas del mismo modo, ya que con la aplicación de tecnologías más apropiadas a las condiciones del lugar se logró cuadruplicar la producción. Entre las técnicas utilizadas en este cultivo se encuentran la selección adecuada del material de plantación, uso de hormigas como control biológico del tetuán del boniato (Cylas formicarius var. elegantulus), para lo cual Manolito diseñó y puso en explotación técnicas alternativas de su propia invención.
Todo lo anterior permitió que este campesino comenzara a realizar ventas al estado que antes no hacía, con lo cual se beneficiaron las diferentes comunidades y trajo consigo un mejoramiento económico sustancial para él y su familia.
Los resultados alcanzados demuestran que el acceso a la información significa una gran diferencia para los productores e investigadores. La información técnológica puede propiciar una gran diferencia en los resultados. Aunque aparentemente los campesinos están más necesitados y se benefician más de un intercambio de esta naturaleza, la realidad es que la comunicación solo se verifica cuando todos los participantes tienen algo que enseñar y algo que aprender, y juntos construyen nuevos conocimientos mejorando los que ambos tenían al inicio.
Durante los años 1997 y 1999, Más y col., establecieron una base teórica para que los resultados de la investigación en Biotecnología Vegetal estuvieran impulsados por las necesidades de los productores, lo que debía suceder por la existencia de una retroalimentación de información permanente a través de una interfase. A su vez, como los resultados científicos estaban dirigidos hacia la satisfacción de una demanda, éstos serían introducidos, permitiendo que se perfeccionaran los ciclos de gestión tecnológica en ambos sectores. La interfase, integrada por un grupo de seis personas, se conformó sobre la base del proceso de inteligencia organizacional, que propone determinar necesidades de información, recuperar, analizar, diseminar y conservar. Además, se agregó otro aspecto, el de medir los impactos que producía el trabajo de esa interfase en los sectores, porque consideramos que sólo así se podría hablar de beneficios. Como es de imaginar, se requería de alguna tecnología para llevar a cabo, de forma eficiente, el trabajo del grupo de interfase. La vía para obtenerla fue presentando un proyecto al Programa Ramal de Ciencias de la Información, que existe dentro del Sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica de Cuba. El proyecto fue evaluado, finalmente aprobado y se llevó a cabo cumpliendo todos sus objetivos.
Estamos hablando entonces de potenciar la cultura, contar con varios escenarios de acción, de personal creativo e innovador, capacitado para aprovechar las tecnologías, para que en el caso de no poder obtenerlas, encuentren formas para asimilar el conocimiento de la comunidad rural y transmitir el que poseen; de creación de interfases donde se integren recursos para servir a muchos, de trabajo por proyectos, de conocimiento sobre posibilidades de integración y financiamiento.
Pero sobre todas las cosas hacemos énfasis en dos aspectos, que a nuestro juicio son medulares. El primero relacionado con la inversión necesaria para capacitar, ya sea por la vía del contrato externo, que crea capacidades endógenas o por compartir el conocimiento que ya existe dentro de la comunidad. El segundo dirigido hacia la comprensión por la comunidad de la necesidad de modificar su actitud con respecto al papel de la información, en lo que juega un papel muy importante el trabajo que desempeñe el grupo de interfase.
En estos casos se demuestra la importancia del manejo de la información y la comunicación rural en el desarrollo de trabajos participativos. La mayoría de las experiencias se tiene sin la utilización de sofisticados medios de información o comunicación, lo que no quiere decir que su uso, en el caso de disponer de ellos, no contribuya a la obtención de mejores resultados. Lo esencial entonces no es el instrumento utilizado, sino, en sí, el proceso de comunicación.
Autores:
Ernesto Mastrapa Velásquez
mastrapa@cbv.holguin.inf.cu
Anays Más Basnuevo
anays@citmahlg.holguin.inf.cu
Laboratorio de Biotecnología Vegetal
Centro de Investigaciones y Servicios Ambientales y Tecnológicos (CISAT)
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente
Holguín, Cuba
Fuente:Leisa, Revista de Agroecología
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