La avidez del público avileño por la natural socialización que implica nuestra naturaleza humana se puso de manifiesto este fin de semana con el inicio del verano Por la vida.
El teatro avileño retomó su ancilar condición para desde la comedia exorcizar miedos y temores en franca catarsis colectiva.
Tal es la ansiedad por las opciones culturales que, pese al exquisito cierre dramatúrgico del compendio humorístico de 40 Megas, el público quedó expectante, en puro vilo como si la puesta en escena fuera trunca o incompleta.
Lo cierto es que, una vez más, la representación de 40 Megas fue acertada, oportuna y siempre fresca. Las tres estampas que segmentan la puesta en escena son proliferas en pinceladas de humor negro y en el manejo de la hipérbole y del absurdo.
Ahora recontextualizados con sobrada chispa en certero sarcasmo que satiriza el mal uso del nasobuco o la manipuladora censura, incluidas las Calendas de tu envío, o la anti metáfora del más burdo reguetón.
Sin dudas, una puesta en escena que vale la pena reinterpretar en tiempos de recuperación no solo de la COVID-19, sino también del teatro y el humor como arte de relaciones.
Por Damián Betanzos Hernández,profesor adjunto UNICA y periodista de Televisión Avileña.
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