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Dondequiera que haya pueblos en lucha, siempre estará Cuba

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Mensaje a la Cumbre de los Pueblos

Querido Manolo, compañeras y compañeros que participan en la Cumbre de los Pueblos:

No me equivoqué cuando dije que yo no estaría en la Cumbre de las Américas, pero que sí estaría la voz de Cuba.

Ustedes son nuestra voz. La Revolución siempre lo ha tenido muy claro: allí donde los gobiernos nos nieguen la palabra, estarán los pueblos para representarnos, para hablar en nuestro nombre.

Así ha sido desde aquellos tiempos del Ministerio de las Colonias, gobiernos que fueron empujados por el imperio a romper con Cuba y obedecieron la orden del amo, con la honrosa excepción de México.

El ICAP, Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, nació de esa comprensión.

La solidaridad no es sólo un principio inseparable de la práctica revolucionaria. Es el arma más formidable para quienes creemos en el poder de las masas, en la fuerza telúrica de los pueblos movilizados y en la inspiradora lucha por la justicia social.

Donde quiera que haya pueblos en lucha, siempre estará Cuba. Y dondequiera que esté Cuba, estarán los pueblos en lucha.

La lucha que compartimos hoy viene de otros siglos y ha costado la sangre de los mejores hijos de la Patria Grande. Es contra el intento recolonizador del vecino poderoso sobre nuestras tierras de América. Es contra el espíritu de la Doctrina Monroe que sigue siendo guía y enfoque político de los Estados Unidos para nuestra región.

Es contra las políticas imperiales de sanciones y castigos para los gobiernos que no se le someten. Es contra la pretensión de los políticos estadounidenses de erigirse en policías y jueces supremos, empeñados en decretar quiénes deben ser nuestros gobernantes y hasta nuestra sociedad civil.

Cuba fue la primera nación latinoamericana excluida de las alianzas hemisféricas por insubordinación al imperio. Otras lo intentaron antes y les impusieron golpes de estado, dictaduras, transnacionales del terror como la Operación Cóndor.

A Cuba la expulsaron de la OEA, la separaron de su entorno natural, financiaron invasiones y aún financian agresiones diversas contra la Revolución. Somos los honrosos sobrevivientes de 63 años de bloqueo y para vergüenza de ese poderoso imperio, 30 veces más grande que nuestra Isla, estamos entre los países del hemisferio con  mejores índices de educación, salubridad y desarrollo científico propio.

Hoy también se castiga con soberbia a la solidaria Venezuela, robándole sus ahorros, sus bienes en el exterior y desconociendo a su legítimo gobierno. Y se lanzan con saña al cuello de Nicaragua, a la que tantas veces en la historia intentaron conquistar y alguna vez sometieron con una dictadura fuertemente apadrinada por Washington.

Los pueblos saben. Los pueblos tienen memoria. Los pueblos, que han hecho la Cumbre que nos quisieron impedir, y también los gobiernos dignos que no se tragaron la denuncia y hablaron igualmente por nosotros, todos entienden que si donde antes hubo una nación castigada, ahora hay tres, mañana habrá diez, pero que si los pueblos se ponen en fila, no pasará el gigante de las siete leguas que va por el cielo engullendo mundos.

Gracias a esa comprensión, la IX Cumbre de las Américas no fue exactamente lo que sus organizadores pretendían. La solidaridad se hizo presente también donde no fue invitada, donde no la querían.

Por eso les pido compartir el agradecimiento más sincero a los gobiernos de la región que se opusieron firmemente a las exclusiones de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la Cumbre de las Américas.

Merecen nuestro especial reconocimiento el presidente Andrés Manuel López Obrador de México, el primer ministro de San Vicente y las Granadinas Ralph Gonsalves, los presidentes de Bolivia Lucho Arce y de Honduras Xiomara Castro, y los otros muchos líderes y jefes de delegaciones caribeños y latinoamericanos que durante la propia Cumbre han rechazado la exclusión de Cuba y el criminal bloqueo contra nuestro pueblo.

Norteamérica no es el enemigo. La Norteamérica de los trabajadores, de los pueblos originarios y los inmigrantes, también excluidos, no una vez sino cada día, por el despiadado imperio del mercado, esa Norteamérica que ustedes nos muestran, rebelde y contestataria, propositiva y solidaria, no es ni será nunca enemiga.

Gracias, hermanos y hermanas, por mostrar lo que los poderosos han querido censurar y esconder durante tanto tiempo.

Gracias por darle voz a los excluidos. Gracias por pintar de esperanzas el horizonte. Gracias por ratificarnos nuevamente que un mundo mejor es posible.

 

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