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El futuro tiene cara de juez

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Grether Martínez SeguraSociedad 30 Marzo 2023

Si el primer día de clases de su Licenciatura en Derecho a Claudia Patricia Hernández Martínez le hubiesen dicho que, una vez recién graduada, impartiría justicia como jueza de la Sala Penal del Tribunal Provincial de Ciego de Ávila, aquello le hubiese parecido el mayor de los absurdos. No era precisamente ese el mañana donde sus aspiraciones de convertirse en asesora jurídica o, cuando más, fiscal, encajaban. Mas, en la vida nada está escrito, y el “grupito” de muchachos, al que apenas dos palabras, “Somos Futuro”, le dibujaban todo propósito, acabó demostrándole que la vocación, muchas veces, sorprende donde menos lo esperas.

Cuatro años después, el “grupito” ha ido a más como proyecto, al igual que lo han hecho las alianzas entre la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez y los tribunales de la provincia. Ahora otras caras jóvenes llevan a la práctica lo aprendido en el aula, o viceversa, y algunos como Lilibeth de la Caridad Martínez Sierra, una de las fundadoras de la iniciativa por la que hoy viste la toga, se ve retratada en ellos, mientras se agolpan los recuerdos de los tantos días que pasó “cosiendo expedientes” de casos para aprender cuanto le fuera posible.

Nueve estudiantes de la carrera de Derecho transitan ese camino, mientras se estrenan en la responsabilidad que implica estudiar y trabajar al unísono. Como expone Melisa García Díaz, actual presidenta del proyecto Somos Futuro y quien cursa el tercer año de esta especialidad, desde el inicio se apostó por el vínculo voluntario de los alumnos que mejores perspectivas tenían, en cuanto a formación integral y académica, intención que se ha mantenido en el tiempo, más allá de que en la actualidad posean un contrato que los remunera económicamente según las horas trabajadas.

Sin embargo, Lizandra González de Armas, estudiante de tercer año y una de sus miembros, traduce las ganancias en “una formación completa que ayuda a crecer como persona desde la responsabilidad que contraes con el trabajo y, a la misma vez, como profesionales, porque estás aprendiendo, en la práctica, sobre procedimientos que en clases se quedan solo en lo dicho por los libros”. Aunque no por ello deja de reconocer el esfuerzo extra que demanda combinar el estudio y las tareas asumidas en el Tribunal Provincial, sin descuidar ninguna de las dos.

Casi que con los ojos cerrados pudiera recorrer Melisa el camino que cada mediodía la lleva desde la sede Manuel Ascunce Domenech hasta el Tribunal Provincial. Mientras a sus compañeros la tarde se les escurre en cualquier otra actividad, tal vez ajena a los estudios, a ella le dan las tantas entre los trámites habituales de la Secretaría, pues como dicen en el gremio, “un buen juez tiene que ser ante todo un buen secretario”. Una constancia que, a la larga, acaba marcando la diferencia, si “cuando el profesor imparte las clases cuesta menos entenderlo dado que son términos y procesos que ya dominamos. Eso sin contar que en el tribunal se ve el actuar de la mayoría de los juristas, como los fiscales y los abogados”.

Y si en parte se ha tornado posible y ambos compromisos han podido salir por la misma puerta, ha sido gracias a que, como cuenta, “la prioridad ha estado desde el primer momento en la universidad”. Una “ley sagrada” que, por encima de todo, han sabido respetarles allí, y que en nada ha limitado la participación, como cualquier otro trabajador, en la mayoría de las actividades, para las que siempre los tienen en cuenta, por mucho que ello implique reajustar horarios.

Por eso, al referirse a la acogida que han tenido, la presidenta de Somos Futuro habla de “una gran familia” en la cual no ha faltado la guía certera de los más experimentados, dispuestos a compartir sapiencia a destiempo, y en donde la ayuda ha ido en todos los sentidos. No la dejará mentir Lilibeth, recién graduada sin reparos en apoyarlos, pues antes estuvo en su lugar y sabe cuánto puede significar esa atención si de hacer que alguien se enamore del trabajo de un juez se trata, una profesión por la que muy pocos en la carrera terminan optando al estar considerada entre las más complejas.

estudiante profesora

Grether Las dudas siempre han encontrado respuestas

Bien lo sabe Yanay Pérez Obregón, vicepresidenta del Tribunal Provincial, que más allá de la incorporación a futuro de los jueces jóvenes, repara en la necesidad de lograr que cuando el estudiante llegue a desempeñarse profesionalmente lo haga con todos los conocimientos. De ahí que para ella sea este un “proyecto de ganar-ganar”, a pesar de quienes al final de la carrera se deciden por otra ubicación, “pero esos son los menos, por lo general se cumple con el objetivo para el que se concibió”.

No encuentra otro adjetivo más elocuente que “valiosos” para definir a los muchachos cuyas fuerza y entrega, les han ganado todos los elogios, desde los momentos duros de la COVID-19, cuando los tribunales de la provincia, como el resto de las instituciones, se vieron obligados a reducir personal y quedaron entre los imprescindibles, sin que hubiese queja alguna sobre ellos.

• Dos años atrás uno de estos jóvenes contaba su historia a Invasor

 jueces

Cortesía del Tribunal Provincial

Junto con el proyecto creció la vocación de cinco de estos jueces recién nombradosEse reconocimiento lo ha podido sentir Raiko Rodríguez Coello, uno de los fundadores, quien debe la preparación con la que ahora asume como juez de la Sección de lo Familiar en el Tribunal Municipal de Morón a los años de “fogueo” dentro del proyecto. Haber dicho que sí, aquel día que le preguntaron si le gustaría formar parte, de manera voluntaria, de la naciente iniciativa, es una decisión que el pasado 7 de marzo coronaba su acierto, mientras él y otros cuatro compañeros tomaban posesión como jueces y el empeño demostraba empezar a rendir frutos.

Si bien no faltan inconformidades, como admite García Díaz, prefieren quedarse con las palabras del Presidente del Tribunal Supremo Popular, Rubén Remigio Ferro, cuando al participar del balance de trabajo del pasado año, los invitaba a seguir conjugando teoría y práctica, desde nuevas actividades que revitalicen al proyecto y aseguren su permanencia, en favor de esa continuidad que representan.

Nadie sabe a ciencia cierta si llegarán a colgarse la toga o no, por más que sea esa la aspiración que hoy tira de ellos. Por lo pronto, se conforman con ser protagonistas de un futuro que, a todas luces, ya se escribe a fuerza de voluntad y en presente.

Tomado del periódico Invasor

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