Comunicar es hacer partícipe a otro de lo que uno conoce o tiene. En términos ambientales, esta definición convierte la comunicación en un elemento clave en cualquier estrategia de educación ambiental, entendiendo ésta como el proceso de interacción social dirigido a capacitar en el análisis de los conflictos ambientales, en el debate de alternativas y en la toma de decisiones individuales y colectivas encaminada a la solución de estos problemas.
Como es obvio, para que la comunicación se lleve realmente a cabo es necesario que se cumplan una serie de requisitos básicos, entre los cuales destaca la capacidad de comprensión mutua o, si se prefiere, el establecimiento de un lenguaje común entre las personas que pretenden comunicarse. Esta premisa no es sin embargo suficiente para que se produzca la interacción deseada en cualquier acto comunicativo; la claridad en el mensaje, la reciprocidad o el establecimiento de medios aceptados como válidos por ambas partes implicadas en dicho acto son, a su vez, elementos relevantes en el proceso.
El Convenio sobre la Diversidad Biológica, firmado en la Conferencia de las Naciones Unidas de Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro en 1992, y ratificado por la Unión Europea y por el Estado Español en diciembre de 1993, contempla en su artículo 13 («Educación y concienciación pública») la necesidad de promover y fomentar «la comprensión de la diversidad biológica y de las medidas necesarias a este efecto, así como su propagación a través de los medios de información, y la inclusión de estos en los programas de educación». Igualmente, la Estrategia Española para la Conservación y Uso Sostenible de la Diversidad Biológica del Ministerio de Medio Ambiente, y las diferentes iniciativas llevadas a cabo en esta línea por algunas Comunidades autónomas describen y destacan la función de los instrumentos sociales.
A pesar de ello, la impresión generalizada, tanto entre los profesionales de la conservación como sobre todo entre los de la educación ambiental, tiende a considerar las experiencias desarrolladas en este campo como muy limitadas. En este sentido, y exceptuando algunas actuaciones ciertamente remarcables y casi siempre directamente relacionadas con especies emblemáticas, no puede decirse que exista un cuerpo de experiencias que planteen objetivos para los distintos actores sociales a los cuales hay que comunicar, o que seleccionen el mensaje, medios, tono o tratamiento más indicado para cada uno de ellos. Incluso en estos casos, la capacidad de comprensión última del mensaje (la necesidad de conservación de la biodiversidad a todos sus niveles) queda casi siempre oculta bajo elementos relacionados con la estética, no transmitiendo con claridad a la sociedad que conservar la biodiversidad es importante para su bienestar y el de las próximas generaciones. El resultado, en última instancia, es que no se produce la comunicación necesaria y no se tienen en cuenta las percepciones de la sociedad con relación a los temas ambientales. La incomprensión social acerca de que cada especie cumple un papel y que es la suma de todos ellos la que convierte al Planeta en un mundo habitable para nuestra especie, tiene mucho que ver con el tipo de información que hasta la actualidad se ha transmitido.
Las innegables peculiaridades de la práctica habitual de la conservación de la biodiversidad desde la perspectiva de la comunicación (o, más en general, de la participación e implicación ciudadana) se encuentran, sin duda, en la base de esta percepción. Parece oportuno, por tanto, avanzar algunos elementos de análisis al respecto.
BIODIVERSIDAD Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA
El conocimiento y conservación de la biodiversidad (diversidad de la vida) hace referencia a la necesidad de avanzar en nuestros niveles de comprensión de dicha diversidad y de garantizar razonablemente el mantenimiento de la misma a todos sus niveles (desde el genético al de comunidad), así como a la preservación de los procesos ecológicos que hacen posible la supervivencia de los mismos.
El proceso de erosión de la biodiversidad ha merecido en los últimos tiempos un interés creciente por parte de los investigadores. Existe, en este sentido, una total unanimidad respecto al origen antrópico de este proceso, o al menos del papel de la humanidad en acelerar el mismo hasta las tasas detectadas en los últimos decenios. En otras palabras: el proceso de extinción acelerada de especies (e incluso de comunidades) es un fenómeno que tiene su causa última en el comportamiento de nuestra especie, sobre todo a través de la competencia directa por el hábitat.
Esta evidencia, no obstante, no siempre se ve adecuadamente reflejada en las iniciativas específicas. A menudo se tiene la impresión de que la conservación de la biodiversidad — entendiendo la misma como las actuaciones individuales destinadas a la preservación de una u otra especie–tiende a descontextualizarse de una problemática socioeconómica, territorial, social, que sin duda se encuentra en la base del proceso de extinción que se pretende subvertir. En otras palabras: muchas veces, y de forma consciente o inconsciente, la conservación tiende a revestirse de una capa «científica» que trata incluso de eludir (o minimizar) el conflicto ambiental que, sin duda, se encuentra en el origen del fenómeno.
Probablemente, una afirmación como la anterior requiere un análisis detallado que queda fuera del alcance de este trabajo; sin embargo, y desde el punto de vista de los objetivos del mismo, tiene diversas consecuencias relevantes. La primera, sin duda, tiene que ver con la dificultad de hacer llegar a la sociedad un mensaje claro sobre la utilidad de la conservación y sobre la capacitación para la acción: si la conservación acaba convirtiéndose en un problema exclusivamente científico-técnico (de adopción de las mejores técnicas disponibles), las posibilidades de implicación ciudadana se encuentran fuertemente restringidas. Este proceso de «descontextualización ambiental» de los problemas de conservación se muestra especialmente en el caso de especies abanderadas. Ciertamente, no siempre este proceso es atribuible a los propios profesionales de la conservación. Pero, en algunas ocasiones la comodidad de utilizar especies bellas o llamativas propicia que una parte significativa de la sociedad entienda que conservar consiste en evitar que una especie llamativa se extinga.
Una segunda consecuencia de este fenómeno se refiere a la capacidad de comunicación respecto a la utilidad de la conservación, más allá de los lugares comunes habituales. En este sentido, resulta llamativo como, a diferencia de lo que sucede con otros campos de la planificación y la gestión ambiental, el ámbito de la conservación no parece haber encontrado aún el medio más adecuado para que esta responsabilidad compartida se lleve realmente a cabo. Ejemplo: planificación urbana. Por una parte, el planificador ha comprendido la relevancia de la participación en el diseño, sin renunciar a una serie de premisas básicas que previamente han sido objeto de discusión y consenso social. Por otra, el ciudadano puede llegar a ser consciente de la conveniencia de su participación, en tanto que elementos como la movilidad, la habitabilidad, la salud, etc., son percibidos como relevantes desde el punto de vista individual.
Gestores «científicos» y población deben intentar dialogar empleando lenguajes comunes, estableciendo una comunicación que permita desarrollar estrategias de educación ambiental de cara a buscar soluciones conjuntamente.
La clave de la participación ciudadana en la conservación de la biodiversidad radica en la evidencia de que son las actividades humanas las que contribuyen a la pérdida de biodiversidad deteriorando un entorno del que dependemos. La conservación es tarea común de la humanidad y, por tanto, implica los principios de precaución en la utilización de los recursos y de responsabilidad compartida; o, en otras palabras: la conservación de la biodiversidad es una manifestación más del conflicto ambiental.
NECESIDAD DE UNA COMUNICACIÓN EFICAZ
Los expertos en conservación hablan de la importancia de la biodiversidad y envían su mensaje antes de escuchar y recibir que demanda la sociedad, por lo que no se consigue establecer una buena comunicación y no se establece un flujo entre las necesidades sociales percibidas y los objetivos de los proyectos ambientales.
El buen comunicador debe tener en cuenta los valores de la diversidad biológica, pero también debe saber buscar y encontrar las emociones y motivaciones de los destinatarios que pueden convertirse en la base de comportamientos que beneficien la conservación, aunque éstos no conozcan las características concretas de una determinada especie.
En los estudios sobre las actitudes ambientales (realizado por el Equipo de Psicología Ambiental de la U.A.M) solamente un 1% de una muestra de 1.433 personas, percibe como problema ambiental la pérdida de la biodiversidad. Se necesita mayor información sobre la importancia que tanto la degradación de los espacios naturales como la disminución de especies tiene en la calidad ambiental y en la salud de la humanidad.
Pero la información científica y técnica por sí misma no logran producir los cambios suficientes en la sociedad al no considerar los valores, las tradiciones, necesidades, intereses y percepciones de los diferentes grupos que se quiere influenciar.
Los valores de la biodiversidad son definidos por expertos esto no significa que sean compartidos por la gente. Por ello, es importante darle a la comunicación el valor que le corresponde considerándola una herramienta para detectar grupos de interés y un medio para difundir los mensajes ambientales y conocer las percepciones de las personas.
A menudo la comunicación ambiental se ha caracterizado por transmitir mensajes catastrofistas, apocalípticos y culpabilizadores y se han empleado tecnicismos difíciles de entender, tratándose casi siempre de una comunicación unidireccional.
Con mucha frecuencia las notas de prensa sólo se producen cuando se presenta una catástrofe ambiental. Además, no existe un trabajo que regule la elaboración de escritos, ni la realización de artículos sobre aspectos de las situaciones ambientales donde se ofrezcan alternativas a problemas existentes (Solano, 2001).
Por lo tanto, es necesario desarrollar una diferente representación del conocimiento, definiendo y expresando los conceptos de manera que llegue a los contextos personales, de manera atractiva y utilizando los nuevos soportes tecnológicos con grupos de noticias, plataformas de información electrónica, redes telemáticas o sistemas digitales donde se reúnen, interactúan y participan todos los actores de la información ambiental.
A ello nos ayudará conocer con detalle la población objetivo, diseñar mensajes con poder de cambio y elegir y combinar de forma adecuada los medios y los soportes.
Podemos concluir que la comunicación ambiental debe ser positiva, desde una posición creativa, no reiterativa ni tópica, con enfoque racional, basada en datos contrastados y científicos, integrada y no aislada de las fases de la política ambiental y de la gestión, comprensible, accesible, participativa, anclada socialmente y estructurada en la comunidad.
Todas estas características son las que determinan la dificultad de conseguir una comunicación eficaz.
CÓMO AVANZAR
Los dos grandes retos de los comunicadores ambientales con relación a la conservación de la biodiversidad son:
- a) Comunicar con el público en un sentido amplio, representando el conocimiento de manera diferente de lo hecho hasta ahora para transmitir un mensaje atractivo para conseguir que se entienda y se retenga. Que a la vez sea comprensible, es decir, que los conceptos tengan significado para el público al que se destina y relevantes al ego ya que si la información es importante para las experiencias comunes generan más atención (aquellas que tengan que ver con la vida cotidiana, por ejemplo).
Un guión lógico ayudará también a encajar la información en un contexto asimilable para organizar y entender las conexiones entre paquetes de información.
- b) Además de comunicar con el público en general, se deben iniciar procesos críticos y reflexivos dentro de los distintos grupos involucrados, generando procesos de comunicación educación, que incluyan a los actores, decisores, administradores y responsables de asegurar el funcionamiento de los planes y las estrategias Grupos clave que se desenvuelven en contextos específicos y que interactúan o tienen una responsabilidad diferenciada con respecto a la conservación y uso sostenible de la biodiversidad.
RECONOCIMIENTO Y AGRADECIMIENTO DEL PAPEL DE LOS CIUDADANOS
Por otro lado, si una persona está concienciada, pero tiene la sospecha de que sus esfuerzos por proteger la biodiversidad tienen poca efectividad o se le pide esfuerzos que no puede realizar y además percibe una falta de control personal sobre los acontecimientos y resultados no intentará mejorar la situación negativa que vive. Es necesario agradecer y recalcar el papel del ciudadano en la conservación ambiental.
Sumar los esfuerzos de la participación ciudadana y los de la gestión de la administración contribuirá a la mejora de la biodiversidad.
Por una parte, la temática ambiental debe constituirse en preocupación permanente de la sociedad, es necesario la realización de programas para el público en general que vaya creando opinión. La pérdida de biodiversidad nos afecta a todos y es urgente y será útil la participación ciudadana para hacer frente a las eventualidades que se presenten.
Por otra parte, las instituciones encargadas de la protección de la biodiversidad deben liderar procesos que comprometan a los sectores que tradicionalmente han estado ausentes como el agrícola, pesquero, industrial, etc., que dependen y tienen impacto en la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica.
ALGUNOS ESCENARIOS POSIBLES PARA EL USO DE LOS INSTRUMENTOS SOCIALES
- LAS ESTRATEGIAS DE EDUCACIÓN AMBIENTAL, en cada Comunidad Autónoma se están redactando estrategias donde se definen los actores con los que hay que trabajar y colectivos con los que hay que contar con planes de acción concretos, donde la comunicación y la participación ciudadana es el aspecto más importante.
- AGENDAS 21 LOCALES, donde los indicadores y los problemas ambientales son definidos por la población, convirtiéndose en una buena oportunidad para el empleo de los instrumentos sociales.
- EL LIBRO BLANCO DE LA EDUCACIÓIN AMBIENTAL, realizado con una amplia participación de diversos colectivos determina grupos de destinatarios con Marcos de acción y propuestas concretas para cada sector.
- ESTRATEGIAS PARA LA CONSERVACIÓN Y USO SOSTENIBLE DE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA, donde las comunidades autónomas contemplan programas sobre acceso a la información, comunicación y divulgación.
EXPERIENCIAS Y CIFRAS
Se deben desarrollar experiencias que fijen objetivos coherentes y racionales, planificando la rutina de las mismas, evaluando su impacto en la sociedad. A continuación, se describen algunas experiencias realizadas por Conselleria de Medio Ambiente en el campo de la comunicación ambiental.
Campañas de divulgación:
Utiliza el transporte público, ahorrarás combustible y emisiones
- Soporte: Bonobuses vendidos en todo un mes
- perfil receptor: Público en general
- impactos: 3.000.000
Consejos medioambientales
- Soporte:Radio
- perfil receptor: Público en general
- impactos: 37.000.000
Consejos medioambientales
- Soporte:Radio
- perfil receptor: Gente jóven
- impactos: 21.700.000
Un descuido y el bosque se incendia
- Soporte:TV/Radio
- perfil receptor: Público en general
Patrocinio de programas
Medio ambiente
- Soporte:Radio
- perfil receptor: Infantil
Imagen de parques
- Soporte:TV
- perfil receptor: Infantil
Medio ambiente noticias
- Soporte:TV
- perfil receptor: Público en general
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CICLOS, cuadernos de comunicación interpretación y educación de la biodiversidad. Número
diez. Estrategias sociales par la Conservación de la Biodiversidad. Noviembre 2001.
EQUIPO DE PSICOLOGÍA AMBIENTAL U.A.M.-AYUNTAMIENTO DE MADRID. Estudio de las actitudes
ambientales de la población de la ciudad de Madrid. Informe de investigación,
Madrid, 2001.
ESTRATEGIA ESPAÑOLA PARA LA CONSERVACIÓN Y EL USO SOSTENIBLE DE LA DIVERSIDAD
BIOLÓGICA. Ministerio de Medio Ambiente, 1999.
LIBRO BLANCO DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN ESPAÑA. Ministerio de medio Ambiente. Madrid,
1999.
SEMINARIO «AL BORDE DE LA EXTINCIÓN, INTEGRANDO CIENCIA, POLÍTICA Y SOCIEDAD EN LA
RECUPERACIÓN DE ESPECIES AMENAZADAS» Centro de Educación Ambiental de la
Comunidad Valenciana. Sagunt, 2002
Autora: Patricia Callaghan Pitlik
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