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Empresas de interfaz: Limpiar el camino entre las universidades y las empresas

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Durante años decenas de investigadores y académicos se han hecho dos preguntas vitales: ¿qué hacer para que los resultados científicos conseguidos en las universidades lleguen a las empresas y al sector de los servicios? ¿Cómo evitar que esos logros terminen archivados y pierdan una parte imprescindible de su valor?

Resolver ambas interrogantes es clave para una nación que apuesta por la innovación y la ciencia como uno de los motores de su desarrollo.

Para ello, el surgimiento de empresas de interfaz encargadas de gestionar ese intercambio, resulta un paso fundamental en pos de explotar de manera eficaz las potencialidades y los recursos existentes en la academia cubana. Dentro de ese escenario, la Sociedad Interfaz de Ciencia y Tecnología de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (SICTE S.A) representa un actor clave.

Lo es no solo porque utiliza buena parte del capital humano y científico existente en la casa de altos estudios más multidisciplinaria del país, sino porque en apenas poco más de un año ya tiene resultados que avalan su desempeño.

Un fin necesario

De acuerdo a un diagnóstico realizado por un grupo de profesores de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, enfrentar esos asuntos pasa por solucionar otros no menos importantes y con ramificaciones desde lo económico, lo metodológico y lo técnico.

Entre ellas, el informe menciona la insuficiencia de los fondos destinados para la investigación, el desarrollo y la innovación, así como la falta de políticas eficientes que permitan al sector empresarial remunerar a los miembros de las universidades cuando participan en proyectos gestionados por el sector productivo.

Asimismo, el diagnóstico analiza otros desafíos importantes. Entre ellos, aparecen la obsolescencia de la infraestructura de investigación y las dificultades existentes para recibir aportes de equipamientos provenientes del sector empresarial.

Además, menciona la obligación de aportar al Presupuesto del Estado los ingresos captados por la comercialización de resultados científicos, un tema que inobjetablemente incide en la pérdida de motivación tanto de empresarios como de científicos.

Según el informe, la poca cantidad de proyectos integrales de investigación, desarrollo e innovación vinculados a las prioridades del desarrollo establecidas por el país, también incide en el escaso vínculo entre las casas de altos estudios y sus amplias redes de investigación con las empresas. Si bien no es una relación inexistente, la realidad demuestra que puede y debe ser mucho mejor.

Para ello, desde hace tres años el país avanza en un intercambio más orgánico. Para ello, por ejemplo, el Decreto 363 de 2019 establece el marco para la creación de “parques científicos y tecnológicos y de las empresas de ciencia y tecnología que funcionan como interface entre las universidades y entidades de ciencia, tecnología e innovación con las entidades productivas y de servicios”.

Asimismo, en 2020 otras tres disposiciones legales centran su mirada en las empresas de alta tecnología y en la fundación de la Universidad de La Habana como institución, sin fines de lucro, para la gestión de la tecnología y la innovación. De igual manera, el Decreto 7 de ese año establece marcos legislativos para el sistema de ciencia, tecnología e innovación.

Desde entonces en la Isla surgieron los parques científico-tecnológicos de las universidades de Matanzas y de Ciencias Informáticas. Y aparecieron también, como una novedad tanto dentro del sistema empresarial como de la enseñanza superior en Cuba, las empresas interfaz de ciencia y tecnología en la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” (CUJAE) y en la “Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas” (UCLV).

La empresa por dentro

El Dr. C Gilberto Quevedo Sotolongo es el presidente de la Sociedad Interfaz de Ciencia y Tecnología de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (SICTE S.A) y trabaja en una oficina austera, rodeado del sonido de un martillo o del polvo de una pared aun sin terminar. El lugar es el reflejo exacto de una empresa en crecimiento y todavía en formación.

Muy cerca de él un documento le adelanta su primera respuesta: la misión de SICTE es “gestionar proyectos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) comercializables, transferir tecnologías, realizar consultorías y asesorías y comercializar otros intangibles de la investigación y los servicios académicos, como interfaz entre las universidades y el sector productivo y de servicios, tanto en el ámbito nacional como internacional”.

El proyecto recibió su registro mercantil en agosto de 2020, mientras en abril de 2021 obtuvo la categoría de empresa y un mes después registro en el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).

Cuando se miran sus objetivos, enseguida resalta una cuestión clave: solucionar aquellos problemas de acceso a la tecnología, gestión de proyectos, financiamiento, remuneración a investigadores y la creación de fondos para el trabajo científico descritos en el diagnóstico inicial.

“En el mundo es común la existencia de empresas de este tipo, pero en Cuba resulta algo totalmente nuevo. Apenas llevamos muy poco tiempo en operaciones y ya atendemos proyectos asociados a programas nacionales, sectoriales y territoriales. Nos enfocamos en demandas del sector productivo o de servicios, la exportación de bienes y servicios profesionales, académicos, así como la organización de eventos”, asegura el presidente de SICTE.

El Dr. Quevedo explica que en un mes reciben un promedio de entre cinco y ocho solicitudes. Según dice, cuando llega una demanda bien estructurada el mecanismo es sencillo y eficaz, aunque la empresa también ofrece asesoramiento para aquellos empresarios que les cuesta plantear con claridad sus objetivos. A partir de ahí todo sucede muy rápido.

En un esquema sumamente operativo, los gestores de proyectos, previamente definidos por áreas del saber, evalúan las necesidades y define los especialistas a convocar. Luego definen el presupuesto, los tiempos de ejecución del proyecto y si las dos partes están de acuerdo proceden a la firman del contrato.

“Nuestra plantilla es de solo 18 personas, porque el objetivo de SICTE no es hacer proyectos, sino gestionarlos. Para eso nos nutrimos de otras universidades, centros de investigación, empresas, e incluso podemos contratar a estudiantes, jubilados o trabajadores por cuenta propia, en dependencia de las necesidades de cada proyecto”, explica.

Cuando se le pregunta por los elementos esenciales a la hora de facilitar la relación entre las universidades y las empresas, Gilberto Quevedo los resume en dos grandes áreas: economía y tiempo. “El sector académico —asegura— tiene que aprender a adaptar sus tiempos a los del sector empresarial, más operativo. Por eso en los contratos incluimos la duración del proyecto y nos preocupamos mucho por cumplir lo pactado”.

Así, al cierre de febrero de 2022 SICTE S.A ya había firmado 90 contratos con entidades de varias provincias del país. Entre ellos destacan 56 de las ciencias técnicas, 22 de las agropecuarias y 12 de las ciencias sociales y humanísticas. De todos ellos, ya la tercera parte están cumplidos.

De acuerdo a los reportes económicos de la empresa, la facturación asciende a más de 13 millones de pesos. Hasta enero de este año la empresa pagó un promedio de 3215 pesos a los especialistas que tomaron parte en los proyectos.

SICTE S.A sobre el terreno

Entre los proyectos más relevantes gestionados por SICTE S.A hay una lista variadísima de esferas del saber, reflejo tanto de la pluralidad existente en la casa de altos estudios más multidisciplinaria del país, como de las imperiosas necesidades en diversos ámbitos de la realidad nacional.

Según confirmó al periódico Vanguardia el Dr. C. Luis Antonio Barranco Olivera, vicerrector primero de la UCLV, el primer desafío asumido por la naciente empresa estuvo en encontrar la solución para impermeabilizar canales de los embalses pertenecientes al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos. Según los cálculos, por esas filtraciones se perdía hasta el 25 por ciento del agua que circulaba, y para solucionarlo se requerían materiales de importación.

La rehabilitación de canales hidráulicos es uno de sus resultados más significativos. Foto: Cortesía de la empresa.

Al decir del Dr. C Gilberto Quevedo, Presidente de SICTE S.A, gracias a la experiencia consolidada de la UCLV en el estudio de materiales de la construcción fue posible conformar un equipo de trabajo en un breve plazo de tiempo. El equipo de investigadores de la casa de altos estudios desarrolló morteros expansivos que permitieron restablecer los canales.

Asimismo, otras dos participaciones importantes estuvieron en la creación de un sistema para gestionar las opraciones en el puerto de Cienfuegos, el más importante del centro del país, así como la participación en el modelaje y propuesta de solución para los cimientos del edificio ubicado en 23 y K, en La Habana, proyectado para convertirse en el más alto de la Isla.

“En ese caso SICTE S.A participaría como asesor de los constructores extranjeros, pero la COVID-19 impidió que llegaran en tiempo y se nos dio la tarea a nosotros. De ahí no solo logramos la solución, sino que contribuimos al establecimiento de una metodología para la cimentación en Cuba de edificios de gran altura”.

La solución para los cimientos del edificio de 23 y K surgió de SICTE S.A. Foto: Cortesía de la empresa.

Por su parte, el trabajo en pos de obtener un receptor para la televisión digital forma parte de los proyectos más ambiciosos en los que ha trabajado la empresa.

A todas luces, es una demanda clara de la industria electrónica y del país en sentido general, sobre todo para obtener una independencia tecnológica para asumir el apagón analógico. De acuerdo al Presidente de SICTE S.A, ya hay tres prototipos en fase de prueba y este año se deben construir los primeros 5 mil aparatos.

Finalmente, un proyecto que ilustra cómo pueden las empresas de interfaz remover su radio de acción, aparece en la búsqueda de la tecnología para producir en Cuba materiales abrasivos y fundentes para la construcción. Desde hacía veinte años el Centro de Soldaduras de la UCLV tenía una investigación terminada sobre el tema, pero esos productos seguían comprándose en el extranjero.

Sin embargo, a partir del cierre de vuelos y el encarecimiento de costos provocados por la COVID-19 fue necesario buscar una solución. “A la tecnología existente solo fue necesario realizarle un pequeño cambio y ya los materiales están en producción”, confirma el Presidente de SICTEC S.A.

Cada uno de estos proyectos deja una enseñanza común: cuántas potencialidades quedan por explotar al interior del país y cuánto necesitan de organización, estímulo y apoyos, pero también de la comprensión del sistema empresarial de esas oportunidades.

Quizás por eso el Dr. C Gilberto Quevedo señala como insatisfacciones en el trabajo el poco vínculo con dos sectores fundamentales como el turismo y la agroindustria azucarera.

“Hemos trabajado y creemos que hay disposición, pero la realidad es que hasta febrero de este año ahí es donde tenemos menos influencias”. Contradictorio, porque ambas esferas son motores de la economía cubana y requieren explotar sus posibilidades con la mayor eficiencia posible.

Otro de los retos de SICTE S.A para los próximos meses radica en la exportación de bienes y servicios. Si bien en 2021 obtuvieron 147 mil dólares por ese concepto y en el actual año esa cifra se debe elevar hasta los 255 mil, la cifra es poco más de una cuarta parte de lo hecho por la UCLV en la década del 90 del pasado siglo.

Obstáculos que saltar

El Dr. C Gilberto Quevedo preside la empresa. Foto: IPS.

Aun a esta empresa de interfaz le falta sacudirse otras ataduras incompatibles con el modelo de independencia económica que debe tener. Por ejemplo, asuntos como la asignación de portadores energéticos o las inversiones, aun se encuentran dentro de los planes del Ministerio de Educación Superior, un organismo presupuestado.

Mientras el país llama a priorizar las empresas de alta tecnología, así como el uso intensivo de la ciencia y la innovación, y sobre todo a explotar las capacidades nacionales en pos del desarrollo, parece contraproducente que a una institución como esta apenas se le entregue menos de la mitad de los portadores energéticos que necesita. Con las inversiones ocurre algo similar y en 2022 apenas se les aprobó menos de la tercera parte de lo solicitado.

De igual manera, otra vez la burocracia del sistema bancario representa un freno. Uno de los informes de SICTE S.A lo deja claro: “Se dificulta realizar operaciones entre los distintos bancos cubanos, lo cual nos afecta sobre todo en la ejecución del pago de la remuneración a los participantes. Tenemos solo cuatro bancos en el país y para realizar operaciones entre ellos prácticamente no se puede hacer uso de las ventajas de la informatización”.

A pesar de todo, la empresa de interfaz ya es un éxito dentro del difícil sistema de conexiones entre las universidades cubanas y los sectores productivos y de servicios. Y lo es, en primerísimo lugar, porque utiliza el amplio capital humano e intelectual que descansa en el sistema de educación superior del país.

Aprovechar más esas potencialidades científicas, crear líneas de conexión cada vez más orgánicas entre la academia, la ciencia y la producción, significa uno de los grandes retos para impulsar, con nuestros propios medios, el desarrollo de Cuba.

 

Fuente: Cubadebate

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