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Ética y valores en las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC): el gobierno electrónico (e-gov) entre la dictadura y la democracia. (1ra parte)

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En el mundo se expande una tendencia tecnológica, la cual ha sido llamada gobierno electrónico (e-gov). Prácticamente toda agencia gubernamental de cualquier país tiene una página web para informar a los ciudadanos y cada presidente utiliza Twitter, Instagram o WhatsApp para exponer sus opiniones y directivas a los ciudadanos.

Cuba no es una excepción. En febrero de 2017 se aprobó en su Consejo de Ministros la política integral para el perfeccionamiento de la informatización (Guevara, 2018c, p. 4). Esa política tiene diferentes ángulos y facetas; quizás lo más relevante es -en palabras del presidente cubano- lo referente al gobierno y al comercio electrónico (Antón, 2018, p. 3). El propio presidente utiliza Twitter y redes sociales con gran frecuencia para exponer sus criterios, saludar y felicitar a deportistas, y definir posiciones políticas ante hechos nacionales e internacionales. Todo ello es un reflejo de la expansión global de las TIC y es algo que puede ser muy positivo, pero que también puede tener otras aristas.

En muchos países todavía no se aprecia una participación activa de los ciudadanos en la real gobernanza de su nación, región o municipio. Esa «ágora electrónica», que esperamos con ansias, está lejos de ser lograda. El e-gov es aún incipiente y poco desarrollado, y la participación del ciudadano es poca. Los dirigentes emplean las TIC, en mayor medida, para comunicar sus opiniones y criterios a los ciudadanos. Se observa como algunos gobiernos las utilizan para su consolidación en el poder, explotando estilos populistas y alejando las posibilidades democráticas de dirigir, para manipular la opinión pública en su beneficio y el de su clase. Se aprecian debilidades éticas en la aplicación del e-gov y la ausencia de valores democráticos. En resumen, el e-gov, considerada una tecnología de grandes posibilidades para incorporar a grandes masas de ciudadanos y con ellos sus saberes a la gobernanza de países y regiones, no siempre está explotando esas posibilidades.

Este trabajo analiza esa situación, con cierto énfasis en Cuba. Se asoma a los aspectos éticos de esa tecnología y a los valores que se deben considerar para su utilización adecuada, para lograr así una mayor y más efectiva participación ciudadana y, por ende, mayores beneficios democráticos y materiales. Además, se destacan los fundamentos necesarios para el empleo adecuado de la tecnología y reiteran vías para lograr una mejor gobernanza.

  1. LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO, PREMISA DEL E-GOV

No puede ayudar a gobernar quien no tiene la información y el conocimiento necesarios para hacerlo. Internet ha hecho posible que las personas en el mundo accedan a la información y al conocimiento con un mínimo de esfuerzos y recursos. Ha demostrado ser la forma más eficiente de estar informado y de aprender. Pero, ¿se utiliza así? ¿los ciudadanos normales, «de a pie», se informan y aprenden o…? Y la pregunta fundamental: ¿pueden asumir adecuadamente el gobierno electrónico, como ciudadanos responsablemente informados y con el necesario conocimiento? A continuación se profundizará en estos aspectos.

Suele ser muy común en la actualidad la expresión «la sociedad de la información y el conocimiento»; esta describe aquellas sociedades donde los ciudadanos están muy informados y poseen adecuados conocimientos sobre el mundo actual. Pero sería conveniente tener una definición más rigurosa de ese término. Según Blanco (2019), la sociedad basada en la generación de información y conocimientos debe tener una porción muy importante, cuando no mayoritaria, de su producto interno bruto (PIB), procedente de áreas vinculadas a estas producciones intelectuales. Deben incluirse aquí: patentes; licencias; libros científicos, artísticos y de otras materias afines; cursos universitarios, tecnológicos, técnicos regulares y a distancia con importantes matrículas de alumnos nacionales y extranjeros; filmes artísticos y científicos; contenidos variados de Internet; industria más o menos desarrollada de software y hardware informáticos; asesorías y consultorías a distancia o in situ; artículos científicos y de difusión científica; soluciones a problemas científicos de diversa categoría (ciencia pura, aplicada, desarrollos tecnológicos, y demás); programas variados de TV y radio; producciones musicales (CD, transmisión de conciertos en streaming, alta presencia en canales de Internet como Youtube, entre otros); producciones artísticas (bellas artes en general, exposiciones, y otras); productos de alta tecnología en el mercado y de alto consumo con alta tecnología integrada (como aparatos de TV, automóviles, computadoras, y demás); así como producciones tradicionales industriales o agropecuarias con un gran aporte de tecnologías y métodos científicos.

Los países que aspiren a considerarse sociedades de la información y el conocimiento deberán tener producciones científicas de calidad, reconocidas en revistas de alto impacto internacional y por premios y reconocimientos importantes. En esas naciones, se aprecia el incremento sistemático de trabajadores vinculados al procesamiento de la información y la generación y utilización de conocimiento avanzado.

Un aspecto muy importante de este tipo de sociedad es que la ciencia y la técnica se han integrado perfectamente a las producciones y los servicios normales. El trasvase de nuevos conocimientos a la industria, la agricultura y otros sectores se hace sistemáticamente y sin dificultades. Los productores reclaman y reciben nuevos avances, nuevos métodos, nuevos productos y servicios constantemente. Si se analizan las sociedades actuales, es difícil encontrar muchas así en el espectro internacional. Se aprecian siempre desproporciones importantes entre los diversos sectores económicos de estas naciones: algunos sectores económicos y regiones geográficas muy desarrolladas y otras no. Los países destacados son EE. UU., Canadá, los de Europa (exceptuando quizás a Albania, Macedonia, Grecia o Eslovenia), Rusia, China (ambos con grandes desbalances regionales y sectoriales), Israel, Japón, Malasia, Corea del Sur, Singapur, Taiwan, Macao, Hong Kong (como antigua colonia británica y hoy como una región todavía no integrada totalmente a China) y regiones y sectores de Indonesia, Tailandia e India. En América Latina se acercan a ese ideal Chile y Costa Rica.

Aunque en la red están disponibles varias informaciones científicas, comerciales, económicas, culturales, políticas, entre otras, un tipo de información se ha tornado dominante, por su intensidad y globalidad: las comunicaciones entre personas, sobre todo, de carácter familiar o amistoso. Precisamente, el auge y la expansión de las redes sociales inducen a pensarlo. Por ejemplo, en 2018, Facebook declaraba 1 450 millones de usuarios y 2 200 millones de cuentas en todo el mundo (Pérez, 2018), para un 32 % de la población mundial. Resulta interesante que África, el continente supuestamente más atrasado e ignorado por las empresas tecnológicas, muestra cifras muy altas de la utilización de Facebook: aproximadamente el 30 %. Myanmar, considerado un país muy atrasado, exhibe una utilización diaria de la red social del 44 %. Esa red social está presente en más de 200 países y, aunque está prohibida en China, Siria, Corea del Norte e Irán, es difícil encontrar una nación donde no desempeñe un papel muy importante en la comunicación personal e institucional.

Entonces, ¿debemos cambiar el énfasis y hablar mejor de «sociedad de la comunicación» que de «sociedad de la información y el conocimiento»? Hay que reconocer que actualmente es así en la mayoría de los países del mundo, aunque esto no dependerá de lo que sea más o menos correcto o deseable, sino del hábito de los ciudadanos al expresarse y de las tendencias que este hecho siga en el futuro.

Cuba tiene sectores totalmente integrados a los requerimientos de la sociedad de la información y el conocimiento, como la medicina, las producciones de medicamentos y la educación superior. Sin embargo, la mayoría de sus sectores y regiones geográficas están lejanas de poder catalogarse en esas exigencias conceptuales. Además, se aprecia un divorcio entre los sectores científico-técnicos y sus producciones, así como de la industria y la agricultura, por lo cual muchos adelantos interesantes, generados por centros científicos y de investigación y por universidades, no se aplican por los productores de bienes materiales y de servicios. Ese trasvase, al que se hacía referencia anteriormente entre ciencia y producción, entre centros científicos y centros productivos, todavía no se produce con fluidez y sistematicidad.

Toca preguntar: ¿las grandes masas de ciudadanos en el mundo están preparadas para participar activamente en la sociedad de la información y el conocimiento, y por extensión en el e-gov, o sería deseable un mayor esfuerzo para informarse y aprender y así hacer un mejor aporte?

  1. GOBIERNO ELECTRÓNICO Y SU EVOLUCIÓN

El e-gov se desarrolla con su aplicación práctica. El e-gobierno se refiere en general al uso que las instituciones gubernamentales hacen de las TIC. En general, estas entidades poseen el potencial de transformar las relaciones entre los gobernantes, los ciudadanos, las empresas y otros niveles de gobierno. En la figura 1 se muestra -como ejemplo de lo que se expone- el sitio Web de un ministerio cubano y su agencia para la recaudación de impuestos.

Figura 1 Sitio Web de un ministerio en Cuba y su agencia para la recaudación de impuestos.

¿Esa tendencia hacia considerar la solución de servicios básicos es suficiente para las posibilidades que brinda la tecnología? En este trabajo se demuestra que es insuficiente. Por ello, se proponen varias etapas por las que debe transitar el e-gov:

Primera etapa: la informatización de los servicios y las relaciones entre el gobierno, sus agencias y los ciudadanos. La figura 2 muestra un esquema de ambas subetapas.

Subetapa meramente informativa para el ciudadano (figura 1).

Subetapa donde se amplían las funciones de los sitios Web gubernamentales y se permite que el ciudadano realice acciones directamente como pagar impuestos.

Figura 2 Gobierno electrónico en su primera etapa.

Segunda etapa: el ciudadano adquiere más posibilidades: puede consultar información activa, como los presupuestos de las agencias o áreas gubernamentales, su ejecución, las licitaciones de contratos con el Estado, las plazas para cubrir puestos de funcionarios, y demás. En esta etapa se encuentran los países más avanzados en 2019 (figura 3). Un ejemplo de sus aplicaciones es MUNET (Museo Nacional de Energía y Tecnología) -auspiciado por la OEA y la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional- el cual muestra informaciones relativas a la gestión municipal, sobre todo, en un punto muy sensible: la adjudicación de contratos a empresas privadas por parte del gobierno. Esa transparencia tiende a dificultar la corrupción y el nepotismo. Se aplica experimentalmente en países latinoamericanos.

Figura 3 Etapa 2 del gobierno electrónico.

Tercera etapa: se apoya en las redes sociales y se está aplicando actualmente con mucha fuerza: la información de los presidentes a los ciudadanos. Las redes como Instagram y Twitter han proporcionado a los gobernantes un medio muy práctico para transmitir la información que desean a los ciudadanos y buscar su apoyo ante determinadas decisiones y posiciones políticas gubernamentales. Ya desde hace varios años se tienen experiencias más o menos exitosas en gobiernos de variadas posiciones políticas, como el de Hugo Chávez. Vale recordar el muy bien nombrado @chavezcandanga, activado en 2010 (Garcés, 2018) o el de Barack Obama (figura 4). En la actualidad se comentan mucho los tweets de Donald Trump; también es noticia que el presidente cubano Díaz Canel ha activado una cuenta de Twitter -@DíazCanelB- que utiliza sistemáticamente (Guevara, 2018b, p. 6). Es una información que transita de arriba (el presidente o en general el directivo) hacia abajo (el ciudadano). Es una etapa informativa, caracterizada por manejar las TIC a favor del gobernante, pero que todavía no le da ninguna ventaja significativa al gobernado para aportar al gobierno, aunque sí para hacer conocer su opinión, aunque en una forma relativamente pasiva. Hasta esta tercera etapa el espacio que se abre por la tecnología puede ser aprovechado por los gobernantes para afianzar su dominio sobre sus ciudadanos, en una especie de dictadura donde la manipulación y las fake news se distinguen como medios de dominación de las masas. La única forma de transitar hacia una verdadera democracia es aplicar la siguiente etapa del e-gov.

Figura 4 Gobierno electrónico en su tercera etapa. Página con los tweets que en un momento dado emitía o recibía Barack Obama.

Cuarta etapa: la democracia electrónica (e-democracia). De hecho, esta etapa del e-gov en la práctica es la primera de una real gobernanza, de un real gobierno democrático por, para y con el pueblo.

2.1. E-democracia: esencia del verdadero gobierno electrónico

En sus primeras etapas, el e-gov ha significado un gran avance tecnológico y cultural. El ciudadano se puede beneficiar mucho, debido a que ahorra tiempo y dinero en realizar muchas gestiones que resultan imprescindibles en la vida privada moderna. Por otra parte, la comunicación constante proveniente de los gobernantes resulta útil y conveniente, pues, en una forma muy sencilla y expedita, se conocen las intenciones de estos y sus opiniones sobre determinados aspectos y situaciones.

¿Debemos sentirnos contentos y satisfechos con esos logros? Contentos quizás sí, con relación a décadas precedentes, pero satisfechos no, si se analizan las posibilidades tecnológicas que tenemos a nuestra disposición. Se puede y se debe avanzar hacia la cuarta etapa del e-gov, la e-democracia, donde la ciudadanía de un determinado país participe activa en el gobierno de su nación, su región, su comunidad. Es el aporte del pueblo, con su sabiduría colectiva, para mejorar el trabajo del gobernante.

El flujo de información y comunicación de esa cuarta etapa se debe enriquecer: el «arriba-abajo» de la primera, segunda y tercera se debe incluir también al «abajo-arriba». El papel del ciudadano debe activarse y reconocerse, no solo como una situación que debe aceptarse por el gobierno, sino como la única forma de gobernar adecuadamente por, para y con el pueblo. Es la recuperación del antiguo ágora griego, en un nuevo «ágora electrónico», «ágora digital» o «ciberágora», donde los gobernantes a todos los niveles, reciben y utilizan la sabiduría, la información, el conocimiento, los criterios y opiniones de la ciudadanía y los incorporan a su gestión, la cual se hace más democrática e inteligente (Figura 5). Además, tienen la responsabilidad y la posibilidad de responder a sus electores, a sus ciudadanos, a los cuales deben servir y para los que deben trabajar.

Figura 5 Democracia electrónica.

Esta e-democracia puede y debe aplicarse en el barrio, la comunidad, el municipio, la provincia o región y el país, por un lado; y en la empresa, el ministerio o la gran corporación, por otro. Es un co-gobierno, donde los ciudadanos y los gobernantes forman las dos caras de una misma moneda, con una comunicación fluida y constante, donde la rendición de cuentas de los gobernantes hacia los gobernados se realiza en tiempo real, sistemáticamente y en forma constante. El gobernante, sea de la instancia que sea, deberá tener un contacto sistemático con quienes lo eligieron para ejecutar las directivas de los «de abajo»; incorporar su sabiduría, conocimientos y experiencias a la solución de problemas; o explicar el porqué de la imposibilidad del logro de ciertos anhelos y deseos de la comunidad en un momento determinado.

La e-democracia no debe confundirse con las acciones populistas que se han visto a través de la historia, en las cuales un gobernante carismático -y muchas veces también tiránico- se reúne en alguna plaza con miles de simpatizantes y les pide opinión sobre un determinado asunto, sabiendo que esas personas no están informadas para opinar, pero que lo apoyarán incondicionalmente. La e-democracia tiene que apoyarse en la sociedad de la información y el conocimiento para que funcione adecuadamente y no como una simulación electrónica de la manipulación de las masas populares por caudillos irresponsables. Constituye la esencia del verdadero gobierno electrónico, pero también de una nueva ética de gobierno: es la posibilidad de que gobierne el pueblo y no una élite. Se potencian valores como: el respeto al pueblo, la inteligencia en la gobernanza, la integración de todos al esfuerzo colectivo. Se abre una puerta para explotar las capacidades de las grandes masas, sus valores, sus aspiraciones y sus deseos y, a la vez, propiciar que ese gobierno conjunto se base en informaciones y en conocimientos, con la mente en el futuro pero con los pies en la tierra.

2.2. Los fundamentos del e-gov y la e-democracia. La base tecnológica

El e-gov en ninguna de sus fases -incluida, por supuesto, la e-democracia- puede aplicarse sin la existencia de un conjunto de condiciones diversas, las que en este trabajo se denominarán «fundamentos» o «bases». Estas son la tecnología, el sistema legal, las acciones educativas y culturales y los fundamentos éticos.

La base tecnológica resulta imprescindible, aunque no suficiente. Sin computadoras, tablets, teléfonos inteligentes, líneas de transmisión de información (en su más amplia concepción), software, equipos de conexión, y demás, no puede haber informatización de la sociedad, e-gov, e-democracia ni nada parecido. Pero si bien hace algunos años este parecía un gran obstáculo sobre todo para países pobres, ahora el sistema mundial de producción de equipos informáticos y de comunicación, con su centro de diseño en EE.UU y su producción fundamental en Asia, está inundando el mundo de esos equipos a precios asequibles.

Por ejemplo, en Cuba en los últimos años ha habido un incremento notable de esa base tecnológica. Algunas informaciones que ilustran este proceso se muestran en la Tabla 1 (la población cubana ronda los 12 millones de personas).

Tabla 1 Base tecnológica de informatización y comunicaciones

Fuente: Guevara (2018c, pp. 4); Guevara (2018a, p. 8); Delgado et al. (2018, p. 8); Guevara (2018, p. 4); Antón (2019, p. 2).

Los indicadores anteriores requieren una evaluación con objetividad y justeza. En primer lugar, se deben comparar con índices internacionales para establecer el adecuado lugar en el mundo de Cuba y evaluar su real nivel. Se conoce que está en el lugar 131 (de 193 países encuestados por la ONU), con un valor de 0,35 del índice de desarrollo del gobierno electrónico (IDGE), donde el máximo es de 1,0. Ese ranking se encuentra encabezado por el Reino Unido con 0,91. Ese índice es la suma ponderada de tres subíndices, cuyos valores para Cuba son los siguientes: servicios en línea (ISL): 0,19; infraestructura de telecomunicaciones (IIT): 0,11; y capital humano (ICH): 0,75. Como se observa, la mayor fortaleza radica en la formación de las personas y la mayor debilidad en la infraestructura y los servicios (Pérez, 2019). Debe destacarse que los centros universitarios disponen de un capital humano muy valioso para enfrentar los retos de la utilización de las tecnologías más novedosas, como por ejemplo, el blockchain y la inteligencia artificial (Doimeadios et al., 2019).

En otros indicadores, como cantidad de computadoras personales por cada 1 000 habitantes, Cuba no está en la avanzada, según puede comprobarse en cualquier sitio especializado en esas informaciones.

En segundo lugar, existen datos en la tabla anterior que probablemente se aparten mucho de la realidad, y no por responsabilidad de los servicios estadísticos de Cuba, sino por situaciones difíciles de solucionar en las circunstancias actuales. La cantidad de computadoras personales (incluyendo aquí también laptops y tablets) que se propone está muy por debajo de la realidad. Esto se debe a que se realizan importaciones de esos equipos en forma personal, sin que sea necesario declararlas en la aduana. Tampoco se descartan las importaciones ilegales que se ofertan en sitios como Revolico, Ofertas y otros similares. Posiblemente existen en Cuba entre 100 000 y 200 000 equipos que no aparecen en las estadísticas y están en manos de la población.

En tercer lugar está el mercado negro de los servicios en línea, pues, aunque su impacto ha sido menguado por los nuevos servicios de conexión establecidos en los últimos meses, todavía está activo, como puede comprobarse en cualquier área wifi del país.

Entonces, ¿la base tecnológica cubana es adecuada o no? Es obvio que todavía se está lejos de la satisfacción, aunque se aprecia una mejoría gradual. La Tabla 2 muestra una comparación con la situación existente en 2012. Se puede apreciar que los crecimientos son sustanciales y, aunque aún se está lejos de países análogos como Costa Rica o Chile, las tendencias son favorables.

Tabla 2 Comparación de la situación de la base tecnológica cubana en 2012 y en 2018.

*El dato se refiere a 2017.

Fuente: Guevara (2018a, p. 8).

Autor: Lázaro J. Blanco Encinosa

Econ. y Desarrollo vol.163 no.1 La Habana ene.-jun. 2020  Epub 01-Jun-2020

Recuperado de: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0252-85842020000100006

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