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¿Excusa o agresión? Bloqueo sin medias tintas

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«Algunas personas dicen que el Bloqueo es irreal, que no existe, que es realmente nuestro, interno, y que no es el principal obstáculo que impide el desarrollo pleno de Cuba. A ellos les diría: “Bueno, si el Bloqueo es un pretexto, por qué ha costado tanto que lo quiten

Un abuelo lleva años sin ver a sus nietos, que viven del lado de allá del mar, tras el cierre de la embajada de ese país en Cuba y la consecuente complejización de los trámites para solicitar visado. Un emprendedor de las tecnologías lidia con miles de obstáculos para acceder a plataformas web específicas para su trabajo. Una muchacha celíaca hace malabares para completar la dieta específica para su enfermedad, porque mucho de lo que necesita ni siquiera llega a Cuba en las cantidades necesarias. Mes tras mes, una madre camina por decenas de farmacias a lo largo de La Habana para conseguir medicamentos imprescindibles para su pequeño asmático.

Son escenas reales en Cuba, más cotidianas de lo que debieran. Duelen. Son consecuencias. Están marcadas, de un modo u otro, por los impactos de un bloqueo económico impuesto desde los Estados Unidos durante más de sesenta años. Tras esta oración, tajante, no faltarán quienes insistan en que el Bloqueo es otra justificación del gobierno cubano para «tapar sus ineficiencias». En realidad, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

«Perseguir los ingresos y obstaculizar las operaciones comerciales financieras y económicas de cualquier país para imponer objetivos políticos no debería ser la estrategia de ninguna nación hacia otra en el mundo. Infligir dolor y sufrimiento contra una población entera, amenazando su bienestar y sustento, no debería ser la política de ningún país hacia otro. Pues bien, esa es la naturaleza, la filosofía del Bloqueo de Estados Unidos hacia Cuba durante más de 60 años».

Así lo explica Johana Tablada, subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. Agrega que si además, ese país — uno poderoso, que domina los medios y los recursos financieros, la primera economía del mundo y una nación vecina — trata de responsabilizar al otro, víctima de una agresión, de las consecuencias y el daño que le provoca, «estamos ante un acto de suprema crueldad, ante un acto indecoroso, ante una política deshonesta».

Por tanto, si esa política se mantiene, la denuncia sobre ella debe ser también sostenida y enarbolada, no solamente por Cuba, sino por todo aquel en el mundo que no quiera vivir en uno donde se permita tal injusticia. «Cuba nunca se cansará de denunciar, de reclamar, de buscar apoyo en el mundo entero para que esta política llegue a su fin, es el derecho que ha ganado nuestro pueblo con un altísimo costo en generaciones y generaciones de cubanos que han sufrido un daño irreparable en su vida», insiste.

Está claro: las dificultades con que lidian a diario los cubanos tienen que ver, también, con desajustes en los procesos de gestión al interior del país, con incapacidades para explotar uno u otro sector económico, con ineficiencias y burocracias. Esas, sí están en nuestras manos para solucionarlas. Hay quienes ya hacen por ello. Pero no son las únicas ni las más complejas. Otras escapan por completo a las capacidades de quienes viven y sueñan la Isla.

Que durante los últimos meses el gobierno de Estados Unidos haya perseguido los envíos de combustible a Cuba no es una justificación, es una realidad; que tras la injusta inclusión de la nación en la lista de países patrocinadores del terrorismo cientos de bancos se nieguen a hacer transacciones con la Isla y por tanto, complejicen su comercio exterior, no es una excusa, es un hecho; que a través de los años los científicos cubanos hayan lidiado con desafíos extras por no poder acceder a insumos, equipos y reactivos con componentes estadounidenses es una verdad que complejizó, incluso, el enfrentamiento a la COVID-19; que los barcos comerciales no puedan entrar a los Estados Unidos hasta seis meses después de haber tocado puerto en Cuba está escrito en una ley, y limita.

Es un esquema muy bien pensado: imponen un sistema de leyes y medidas que nos generan trabas, levantan muros y establecen cercos, por todas partes. Presionan, cortan caminos, ahogan, complejizan la gestión económica del gobierno y por tanto, la vida diaria. Luego, cuando las personas lidian con sus consecuencias indirectas, insisten en culpar a «los de adentro».

Sobre las causas y consecuencias de un mecanismo tan bien diseñado, sobre sus idas y venidas a lo largo de varios gobiernos estadounidenses, sobre la crueldad sin límites de Trump y la aparente «ignorancia» de Biden, sobre los mil y un vericuetos de una política que, aunque duradera, no resulta menos agresiva o compleja, Johana Tablada -quien no anda con medias tintas- conversó con Alma Mater

¿Cuáles son los principales hitos en la historia de la relación entre Cuba y Estados Unidos de cara a la conformación y aplicación del Bloqueo económico?

Johana Tablada intenta resumir décadas de historias, desafíos y confrontaciones en un par de minutos. Por tanto, advierte, es necesario simplificar. «Hay que partir de que Cuba no recibió apoyo de Estados Unidos en su gesta libertadora frente al colonialismo español. Solo al final de ese esfuerzo, intervino para tratar de apoderarse de la Isla — era parte de aquellas políticas de Destino Manifiesto y la Fruta Madura. Ese es un hito: la violenta incursión y el atropello que significó dejar a las tropas cubanas fuera de Santiago, ocupar la Isla durante 4 años y, al retirarse, dejar un engendro como la Enmienda Platt».

Otro momento, amplía la funcionaria del Minrex, está relacionado con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959. Desde sus inicios, estuvo condenada a muerte por un gobierno norteamericano que apoyó a Batista casi hasta el último momento y acogió a los esbirros de la dictadura.

Estados Unidos consideró aquellas primeras leyes de la Revolución inadmisibles, aunque fueron absolutamente populares y distaban de considerarse parte de un proyecto socialista. «Incluso nuestra Reforma Agraria podría considerarse una reforma tímida si se compara con las que hoy recomiendan muchos países del Tercer Mundo para el Banco Mundial», apunta Tablada.

Sin embargo, el vecino del norte prefirió pasar a una política de confrontación. «A lo largo de los años ha jugado en dos columnas: aquellos gobiernos que hicieron un uso mayor de las medidas de presión, fuerza y cohesión y aquellos que las combinaron con tácticas de seducción o intercambio para influir en los cubanos. Pero ambas van dirigidas al mismo propósito: convencernos o imponernos la renuncia a un proyecto de justicia social como la Revolución».

En ese largo camino se debe marcar el proceso de nacionalizaciones, que sirvió como pretexto para justificar una ley colonial como la Helms-Burton. «Esas primeras nacionalizaciones se hicieron con total apego al derecho internacional, pero la política estadounidense ignoró completamente las leyes cubanas que establecieron mecanismos de compensación e indemnización. La mayor prueba de esos mecanismos es que, hasta el año 1995, Cuba no terminó de pagarles a todos los grandes propietarios de más de siete países que se vieron afectados».

Otros hitos, relata la diplomática, son los eventos migratorios — como el de Mariel o el de 1994 — asociados a pedidos de endurecimiento del cepo económico contra la Mayor de las Antillas. «La migración de Cuba a los Estados Unidos no empezó en 1959: somos países vecinos, es la primera economía del mundo y siempre ha sido una alternativa para los cubanos. Pero esas olas migratorias han estado muy marcadas por un juego político que se mete en temas desgarradores para la familia cubana. Después, además, luce bien ver a personas en una balsa y decir que están huyendo de una dictadura o de un gobierno que los maltrata».

La aprobación de las leyes que conforman el cuerpo legal del Bloqueo es otro punto clave en esta historia de confrontaciones. «Por una parte, es todo un eje de regulaciones concentradas en las llamadas cards, regulaciones de bienes y activos cubanos por el Departamento del Tesoro, el Departamento de Comercio y el Departamento de Estado. Por otra, un conjunto de cuerpo legal que incluye la Ley de Administración de Exportaciones, la Ley de Asistencia Exterior y la Ley de Comercio con el Enemigo, que solo existe hoy para Cuba y le da la potestad a un presidente — fue el caso de Kennedy — para aplicar el embargo o el Bloqueo contra otro país.

«Está también la famosa Ley Torricelli de 1992, muy conocida porque impide a cualquier barco que toque puerto cubano llegar a puerto estadounidense por 180 días. Imagine las consecuencias para una isla como Cuba de tener que encontrar, no solo quien te venda un producto que no esté penado por la legislación estadounidense, sino el país y el barco que quiera venir al Caribe sin pasar por los puertos principales del hemisferio occidental».

La segunda consecuencia conocida de la Ley Torricelli, añade Tablada es que, una vez caído el campo socialista, cerró el cerco con el cual Cuba tenía el 80% de su comercio exterior.

«Se dieron cuenta de que aún comerciábamos con las subsidiarias. Cuba es un país cuya planta industrial era estadounidense y todavía en los años 90 muchas fábricas compraban piezas de repuesto para sus hospitales, para su industria azucarera, para muchas de sus producciones, en subsidiarias estadounidenses que estaban en Alemania, México, Argentina, España… Torricelli se dio cuenta, dijo: “Vamos a cerrar eso, vamos a crear el caos” y casi lo logran».

Finalmente, explica la funcionaria del Minrex, está la Helms-Burton que codificó y convirtió en piedra todo lo que eran decisiones del ejecutivo: las regulaciones para Cuba y lo que había sido dictaminado como legislación.

«Inventó un programa de tutelaje en el cual, una vez que Estados Unidos logre sus objetivos seculares de derrocar la Revolución, imponga un gobierno de su agrado. Tiene incluso la lista de instituciones que se deben crear, las que se deben derogar, una figura de un procónsul… Es una ley colonial que ni siquiera un estado de Estados Unidos aceptaría de otro estado, mucho menos un país soberano».

Desde la perspectiva de la subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos, el siguiente hito importante fue la administración Obama. «Hubo importantes negociaciones y acuerdos. Sin duda, ese proceso mostró a la Isla, a Estados Unidos y al mundo que sí es posible y necesario, que no hay otra opción que no sea encontrar la forma de avanzar hacia una relación civilizada con nuestro vecino poderoso».

Aun cuando el Bloqueo no fue levantado, aun cuando Obama no ejerció siquiera sus prerrogativas ejecutivas para aliviar todo lo que con una simple firma habría podido hacer, del acercamiento derivaron muchas decisiones que tuvieron un efecto inmediato en las relaciones entre ambos países. No solo en el intercambio oficial y regional, sino en el bienestar de nuestra población.

Tablada termina el apurado resumen con Trump, «que es un hito por la negativa». El expresidente, explica, contó con asesores que lo convencieron de que la única razón por la que no había tenido éxito el Bloqueo, era porque no se había aplicado a su máxima capacidad. «Ahí viene toda la crueldad de los últimos años, se dedicaron a cerrar cada resquicio que quedaba en el cual pudiese existir una fuente de ingreso para la economía cubana».

En total, recuerda, fueron más de 240 medidas dirigidas por la primera economía del mundo contra un país pequeño como Cuba, «las más leoninas que uno se pueda imaginar, dirigidas a causar el máximo daño en el menor tiempo posible en la población cubana».

«Es mentira que fueron medidas para castigar al Gobierno o al sector militar de Cuba, es mentira que fueron medidas para evitar que Cuba obtuviera recursos para reprimir a su población o para sostener gobiernos extranjeros, son absolutamente inciertos todos y cada uno de los pretextos que fueron tratando de responsabilizar a Cuba del atropello del que fuimos víctima durante el gobierno de Trump».

Solo en los últimos años, insiste, se han tomado contra Cuba más de 130 acciones extraterritoriales. Entre ellas, la persecución de la transportación del combustible. «Vivimos en una isla, no tenemos la carretera Panamericana como otros países de Centroamérica por donde pueda llegar una rastra con petróleo. Cuba produce una parte del crudo que consume, pero más de la mitad se importa. Esas importaciones fueron declaradas como objeto de guerra por John Bolton y eso no ha cambiado».

«Estamos hablando de 59 embarcaciones que no pueden venir a Cuba desde que transportan petróleo, de más de 27 empresas incluyendo la aseguradora, de toda una actividad que no es militar y permite a cubanos y cubanas alumbrarse, producir, transportar, cocinar, alimentarse. Estamos hablando de fuentes primarias de sustento para toda una población».

Además, 231 entidades cubanas fueron declaradas arbitrariamente por Estados Unidos como prohibitivas para hacer negocios con Cuba. «Es un proceso para ir a la yugular de la economía cubana y de quienes vivimos en ella. Eso debe ser rectificado: aspiramos a que Cuba sea sacada de la lista de países patrocinadores del terrorismo, a que sea levantado el Bloqueo, a que se restablezcan las remesas, a que se restablezcan los vuelos a todos los aeropuertos del país. Hablamos de cosas muy serias, que tienen una profunda afectación humanitaria».

La presidencia de Trump llegó a su fin cuando la COVID-19 ya tensaba al mundo, pero las medidas restrictivas contra Cuba no mermaron, sino lo contrario. ¿Cómo habría sido el enfrentamiento a la pandemia en la Isla de no existir el Bloqueo desde los Estados Unidos?

«Sin Bloqueo, todo habría sido diferente para Cuba en condiciones de pandemia», afirma Tablada sin miramientos. La COVID-19 sorprende a Cuba en una de las situaciones de mayor tensión económica de su historia, fruto del impacto combinado de 60 años de bloqueo, del endurecimiento en los cuatro años de Trump y de la caída de nuestro propio producto interno bruto».

«A ello se unen las insuficiencias nuestras, que son equivalentes al empeño que tenemos como sociedad para resolverlas y que no le dan derecho a nadie para intervenir en asuntos internos. Nuestro país enfrenta también un importante momento de cambios y de reordenamiento estructural de su economía para hacerlo más eficiente, más sostenible y más próspero».

El Bloqueo, explica la funcionaria del Minrex, impide a nuestro país a temperatura y presión normal acceder de manera permanente a muchos equipos médicos, a insumo.

A pesar de las limitaciones, «este es un país en el que la salud como derecho está garantizada, desde una operación de trasplante hasta una consulta en el sistema de atención primaria».

En medio de la COVID-19, comenta, una importante parte del presupuesto de salud se ha dedicado a luchar contra una enfermedad que mata a las personas, lo que dificulta la capacidad para garantizar todo lo que normalmente se asegura.

«Además, el gobierno de Trump reconoció en la pandemia una nueva oportunidad para perfeccionar su cerco y estamos viendo una situación de extrema crueldad. Hoy en Cuba hay insuficiencia de medicamentos de primera necesidad».

«Hay que preguntarle a Estados Unidos qué va a decirle a las madres cubanas cuando necesitan un antibiótico y no lo pueden comprar. Sobre todo si sabemos que a lo mejor el dinero que tenía el país para comprar este antibiótico está siendo utilizado para una terapia intensiva, y que si el país hubiese contado con los 5 mil millones que el año pasado nos arrebató el Bloqueo, las madres cubanas tendríamos hoy todos los medicamentos que necesitamos para atender a nuestros padres, a nuestros hijos y a nosotras mismas cuando somos víctimas de una enfermedad».

Esa tensión, declara Tablada, el país no la había tenido en mucho tiempo. «Es inmoral, es abusiva y debe ser denunciada, debe ser reparada y revertida. Y eso le corresponde al gobierno actual de Estados Unidos».

A seis meses de la llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Joe Biden, ¿cuál ha sido su actitud con respecto a Cuba? ¿Qué se puede esperar?

Medio año después de la victoria de Joe Biden, nada ha cambiado en la política de Estados Unidos hacia Cuba. El nuevo morador de la Casa Blanca hizo campaña electoral con promesas de revertir las medidas de Trump y volver a la política de Obama con respecto a la Isla. Más adelante sus portavoces aseguraron que, aunque Cuba no era una prioridad, la nueva administración analizaría aquellas medidas que afectan a las familias cubanas, como las remesas y los viajes.

«No se ha tomado absolutamente ninguna decisión por parte del nuevo gobierno de los Estados Unidos que alivie la situación en la que la administración de Trump dejó a nuestra población. No creo que seríamos injustos al calificar esta actitud, como una actitud de insensibilidad», declara Johana Tablada.

Lo argumenta con una peculiar analogía: «Imagine que usted llega nuevo a una institución en la que reemplaza a una persona que ha tomado determinadas decisiones y encuentra que, como resultado de las mismas, existe una persona que está estrangulada. Usted tiene las competencias para aflojar la soga, pero decide y opta insensiblemente por no hacerlo, porque tiene otras prioridades. A partir de ese momento, en que no detiene o alivia un atropello de tanta magnitud, usted de alguna manera se siente cómodo con ese abuso».

«Si sabemos que se hace para responder a asuntos de política electoral, por los votos que aporta la Florida o por las presiones que realiza un pequeño grupo en detrimento del interés del pueblo de Cuba y de la mayor parte de nuestra migración en los Estados Unidos y en el mundo, es una situación cuestionable».

Durante el gobierno de Biden, además, entró en vigor una de las decisiones más duras de los últimos años: un atropello llevado a vías de práctica casi al final del mandato de Trump. Por capricho del Secretario de Estado Mike Pompeo y sus aspiraciones electorales, se incluye a Cuba de manera fraudulenta y escandalosa en la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo. Aún no se registra ninguna declaración o acción para dilatar su impacto por parte de la nueva administración.

Por el contrario, explica la diplomática, en las últimas semanas nuestro país recibió notificaciones de decenas de bancos en el mundo que se niegan a realizar transacciones y operaciones bancarias y financieras legítimas. No importa si es por una compra de leche en polvo o si una embajada nuestra en Europa envía apoyo a otra en África donde hay una Brigada Médica luchando contra la COVID-19… Si aparece la palabra Cuba, comienza la cacería.

«Muchos bancos se quieren ahorrar el papeleo de tener que explicar cuál es la naturaleza de esa operación. Pues por lo general, debido a la situación que tenemos, no son operaciones lucrativas ni de grandes montos de dinero. Prefieren, simplemente, suspenderla». Sucede también con transacciones de ciudadanos cubanos privados y con las transferencias de remesas interrumpidas por el gobierno de Trump.

Por tanto, insiste Tablada, esa indiferencia con respecto a Cuba es irreconciliable con la prioridad declarada por Biden de restablecer algún tipo de liderazgo moral en ese país y en su política exterior.

«Cómo se puede vincular la prioridad por los derechos humanos declarada en la política hacia Cuba y la actividad de todas las entidades del gobierno de Estados Unidos que, de manera permanente, andan detrás de las transacciones de Cuba, andan detrás de los ingresos que recibe Cuba. No importa si fue por órdenes de Trump, se sigue haciendo hoy y el presidente de los Estados Unidos tiene cien por ciento de capacidad para cambiarlo».

Habrá que ver cuál es la actitud que adoptan el próximo 23 de junio, agrega. «Ya son casi 30 años en que la comunidad internacional de manera casi unánime respalda la resolución de Cuba que reclama el fin del Bloqueo. Eso aún es una incógnita: el gobierno de Biden tiene la oportunidad de decidir si apoya o no defiende una política criminal».

A pesar de que año tras año el Bloqueo es fuertemente rechazado en la Asamblea General de Naciones Unidas, nada parece cambiar en la postura de los Estados Unidos. ¿Por qué es importante seguir reclamando su fin en ese espacio?

Muchas personas dicen que el Bloqueo es algo bilateral. Cada año, cuando llega la votación, los funcionarios estadounidenses cuestionan por qué Cuba va a las Naciones Unidas si esto es «entre nosotros».

Sin embargo, el asunto es mucho más complejo. Si Cuba no puede importar ningún bien internacional que tenga más de 10% de componentes estadounidenses, o un país como Japón no puede exportar a Estados Unidos dispositivos electrónicos que tengan 10% cubano — y Cuba tiene una de las reservas más grandes de níquel en el mundo — , no estamos hablando de un proceso bilateral.

Si un banco en Austria rechaza hacer una transferencia hacia un ciudadano que vive allí y quiere mandar dinero a su mamá en Cuba o una donación de China — cómo fue la famosa de Alí Babá — no puede montarse en determinados aviones porque fueron rentados a empresas estadounidenses, no estamos hablando de un problema bilateral, ejemplifica Tablada.

«Si el Bloqueo es extraterritorial, la denuncia de Cuba seguirá siendo también internacional. Y no tenemos duda que volveremos a vencer. Tampoco tenemos duda de que el Bloqueo es una política fracasada. En lo único que ha sido exitoso es en infligir daño y dolor a las personas en Cuba, pero no en su propósito de hacernos renunciar a un proyecto de justicia social alternativos a los modelos neoliberales que se imponen en nuestra región».

¿Qué tendría que pasar para eliminar definitivamente el Bloqueo económico? ¿Qué capacidades tiene el presidente y el gobierno de los Estados Unidos para levantarlo, a pesar del entramado de leyes que lo sostiene?

«Realmente, son ilimitadas las capacidades del gobierno de Estados Unidos para levantar el Bloqueo», asegura la diplomática.

«Es verdad que fue codificado en la Ley Helms-Burton y que, con ella vigente, es muy difícil hablar de un proceso de normalización de las relaciones». Sin embargo, insiste, son infinitas las libertades que tiene un presidente de Estados Unidos para ir desmontando el Bloqueo mediante decisiones ejecutivas e, incluso, trabajando con el Congreso que tiene ahora mayoría demócrata.

«Está un presidente demócrata con una cámara, aunque sea por un estrecho margen, con mayoría demócrata y un senado con mayoría demócrata», precisa.

En el Congreso, por disciplina, se realizan a diario votaciones en las que la Casa Blanca concita a sus legisladores. Ahora, podrían llamar a derogar la Ley Helms-Burton, «que es lo que hace falta porque prácticamente codifica todo el Bloqueo».

Sin desmontar esa ley, hay limitaciones que son insuperables. Por ejemplo, Cuba no puede obtener dinero de bancos de ayuda al desarrollo, como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, donde Estados Unidos tiene una mayoría de las acciones.

Sin embargo, en la actualidad hay proyectos de leyes muy amplios relacionados con nuestro país, ya presentados tanto en el Senado como en la Cámara. «El Senador de Oregón Ron Wayden pidió que se derogue la Helms-Burton, pero hay otras parciales que llaman a la libertad de viajes a Cuba a que se restablezca el acuerdo famoso de la pelota».

En paralelo, casi todas las regulaciones y disposiciones recogidas en la Helms-Burton «tienen una coma que los abogados de la Casa Blanca de Clinton, en el año 96, colocaron para defender el derecho constitucional del presidente a disponer en temas de política exterior. Dice: “Excepto si el presidente dispone lo contrario”. Con esas facultades, de hoy para mañana, de un plumazo el presidente Biden pudiera vaciar de contenido al Bloqueo, algo que no hizo el presidente Obama», explica la diplomática.

Sin una Ley del Congreso, solo no se podría derogar que los estadounidenses viajen como turistas a Cuba — aunque podrían retomarse las licencias especiales que Trump eliminó — , la prohibición de inversión en propiedades nacionalizadas y la limitación del comercio de la Isla con subsidiarias de empresas norteamericanas. Esto último «está escrito en piedra en la Ley Torricelli».

Por tanto, resume, podrían utilizarse dos vías: «Los proyectos de ley que están presentados hoy en el Congreso y todas esas prerrogativas muy amplias que posee el presidente de los Estados Unidos, que podrían aliviar el Bloqueo financiero, económico, político y comercial hasta convertirlo en un cascarón vacío».

Esta política de presión económica, agrega Tablada, está acompañada de toda una maquinaria de información. «Muchas personas en el mundo no conocen los verdaderos equilibrios que existen en las bases en Estados Unidos. Lo triste es que una minoría a favor del Bloqueo es cada vez más visible».

Sin embargo, enumera, 20 ciudades en Estados Unidos han aprobado resoluciones a favor del levantamiento de esta política, de la cooperación médica con Cuba o de algún tipo de intercambio con nuestro país. En tanto, 80 congresistas demócratas le escribieron al presidente Biden cuestionando dónde estaban las promesas realizadas de aliviar el sufrimiento del pueblo cubano a partir del Bloqueo y las 240 medidas de Trump.

En casi todos los grandes sectores de Estados Unidos existen llamados en contra de esta política: «En el sector religioso, el Consejo de Iglesias de Estados Unidos con decenas de denominaciones se ha pronunciado en más de una ocasión, mediante carta, pidiendo a Biden que levante el Bloqueo, revierta las medidas de Trump o, al menos, establezca medidas urgentes en materia de remesas, viaje y licencias para viajar a Cuba», ejemplifica.

Las organizaciones y buroes agrícolas, la Cámara de Comercio de Estados Unidos — que agrupa a miles de organizaciones y entidades empresariales con interés en invertir, comerciar, importar y exportar con Cuba — y las principales universidades de ese país también se han pronunciado, agrega.

«Ocurre lo mismo con la emigración: Existen iniciativas como Puentes de Amor, esas páginas que ya tienen más de 100 mil personas que directamente le piden al presidente de los Estados Unidos que le ponga fin al Bloqueo».

«A nuestro país como nación se le ha impedido desarrollarse a su máxima capacidad, las cifras hablan por sí solas. ¿Qué haría Cuba si tuviera 5 mil millones de dólares más cada año?», cuestiona la subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos del Minrex para remarcar el alcance de esta política.

Sus consecuencias se confirman una y otra vez en la vida diaria de quienes viven en Cuba. Pero muchos insisten en no verlas. Es muy fácil caer en la trampa.

«Algunas personas dicen que el Bloqueo es irreal, que no existe, que es realmente nuestro, interno, y que no es el principal obstáculo que impide el desarrollo pleno de Cuba. A ellos les diría: “Bueno, si el Bloqueo es un pretexto, por qué ha costado tanto que lo quiten”».

«Cuba reta a que levanten el Bloqueo, a que permitan la llegada de los 5 mil millones que cada año nos roba esta política, y después evalúen nuestro desempeño. Entonces veremos de quién es verdaderamente la mayor responsabilidad».

Por Ania Terrero, Alma Mater

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