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Francisco Vicente Aguilera, patriota y político cubano.

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Francisco Vicente Aguilera y Tamayo, nace un 23 de junio pero del año 1821. Mayor general, abogado y político cubano que luchó en la guerra del 68 contra la dominación española, a pesar de pertenecer a la elite de ricos hacendados cubanos, fue uno de los que adoptó  una actitud crítica hacia el sistema colonial español, como consecuencia de la fuerte presión fiscal, la falta de autonomía política y el rígido control económico ejercido por la metrópoli. Como otros grandes propietarios de la isla, asumió un profundo compromiso político, poniendo su persona y su fortuna al servicio de la causa revolucionaria.

Sacrificó la  gran fortuna que poseía  por la libertad de la Patria; fue propietario de ingenios, fincas, abundante ganado y grandes haciendas, pero un cubano dotado de noble corazón y excelentes sentimientos patrióticos. Trataba como iguales y con respeto y consideración a las personas más humildes, por lo cual era muy querido. Siempre rechazó los numerosos cargos públicos y empleos que le ofrecían los gobernantes y autoridades coloniales de la Isla. Incluso, el de «regidor perpetuo del Ilustre Ayuntamiento de Bayamo». Se incorporó a las fuerzas insurrectas, en las que alcanzó el grado de Mayor General y desempeñó primero el cargo de Secretario de Guerra, y luego el de vicepresidente de la República en Armas

Participó activamente, junto con Carlos Manuel de Céspedes, en la organización del comité que preparó la insurrección de 1868 y secundó por tanto la declaración de independencia (el llamado grito de Yara), con la que se inició la llamada guerra de los Diez Años. Su apoyo económico y su protagonismo político resultaron fundamentales para el sostenimiento de la empresa revolucionaria.

Aguilera fue nombrado lugarteniente general del Ejército rebelde y elegido, en 1869, vicepresidente de la República en armas por la asamblea de Guáimaro, que asimismo eligió a Céspedes presidente. En 1877 fue enviado a Estados Unidos para recabar su apoyo hacia la empresa cubana y reclutar voluntarios. Sin embargo, su fallecimiento en Nueva York (22 de febrero de ese año) debilitó el movimiento, que un año después firmaría la Paz de Zanjón.

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