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Humboldt 7, a 65 años de la masacre

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Eran jóvenes, llenos de vida y con ideales puros que sostenían su lucha contra la injusticia. Hace 65 años, el 20 de abril de 1957 fueron asesinados a mansalva por un comando de sicarios de la tiranía batistiana cuatro combatientes revolucionarios que respondían a los nombres de Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado Rodríguez (Machadito) y Joe Westbrook.

La tarde finalizaba con la muerte de aquellos cubanos patriotas en el inmueble situado en la dirección de Humboldt 7, en la céntrica barriada de El Vedado, de La Habana. Un punto de la urbe que entró en la historia patria, lamentablemente, por la consumación de aquel bárbaro crimen.

Fructuoso, Carbó y Machadito eran combatientes clandestinos buscados con saña por los sicarios de la dictadura, en especial después de su implicación en el connotado, aunque fallido, ataque al Palacio Presidencial y la toma de la emisora Radio Reloj, organizados por el Directorio Estudiantil Revolucionario y su líder, José Antonio Echeverría, quien cayera en esa acción el 13 de marzo.

El más bisoño de los tres, Joe Westbrook, con apenas 20 años y menos experiencia combativa, empezaba a mostrar sus aptitudes para la lucha y su valor y confiabilidad.

Con el asesinato de José Antonio, Fructuoso Rodríguez Pérez asumió el liderazgo del Directorio Estudiantil Universitario, organizador de las acciones de apoyo a la lucha insurreccional de la Sierra Maestra, y de la FEU.

La crueldad del dictador se hizo mayor y se enfocó rápidamente contra los perseguidos dirigentes juveniles.

Los tres más fogueados e implicados, así como otros sobrevivientes, algunos de ellos heridos de gravedad y casi siempre dispersos, buscaron refugio en casas de amistades que les ofrecieron apoyo.

Sin separarse, Fructuoso, Machadito y Juan Pedro tuvieron que cambiar de lugar cada tres días aproximadamente, por motivos de seguridad.

Al apartamento 201 de Humboldt habían llegado en la noche del 19 de abril, víspera del horrendo crimen. Era propiedad de un amigo de Joe Westbrook, donde este pernoctaba; una casa utilizada con gran seguridad hasta esa ocasión por el solidario jovencito, quien la ofreció a sus compañeros.

La noche en que llegaron a la vivienda, recibieron la visita de un supuesto combatiente revolucionario nombrado Marcos Rodríguez, muy amigo de Joe, quien no obstante ignoraba los fuertes resentimientos escondidos en su alma.

Sentimientos malsanos que lo llevarían poco después a la delación. Ellos esperaban que Joe abandonara esa misma noche la casa, para refugiarse en la de otro amigo, pero esto no pudo ser y debió regresar. Ese hecho fortuito marcó su destino.

En resumen: el delator, conocido como Marquitos, dio la información al connotado asesino Esteban Ventura Novo, según testimonios de quienes aportaron a la investigación de los trágicos sucesos, hacia las tres de la tarde del día 20.

La espantosa masacre que conmocionó no solo a los vecinos de Humboldt 7, sino a todo el país, ocurrió unos 10 minutos antes de las seis de la tarde. Ningún vecino ni nadie pudo olvidar los atroces acontecimientos.

Conducidos aparatosamente por varios patrulleros, los cipayos llegaron al lugar, rodearon y casi tomaron el edificio y rompieron a patadas la puerta del apartamento donde estaban los cuatro jóvenes desprevenidos e inermes. Marcos les había dado la dirección exacta y conocían imágenes de los revolucionarios.

Sin embargo, ellos se aprestaron a tratar de escapar por una estrecha ventana de la cocina, al piso inferior. Fueron a dar por el ducto al apartamento de su vecina del 101, quien asustada ante su irrupción inesperada, gritó involuntariamente. Dicen que Fructuoso le dijo que no temiera por ellos, que eran los buenos.

El casi adolescente Joe se quedó con ella, sentado en su sala, simulando ser un visitante y los demás salieron. Carbó Serviá se separó de los otros dos y se dirigió hacia el elevador, adonde no pudo llegar, pues fue interceptado ante su puerta, cerca de las escalares. Allí lo ametrallaron. En tanto, Fructuoso y Machadito corrieron al final del pasillo y por la ventana que daba al fondo se lanzaron hacia abajo.

La caída los llevó por separado a dos estrechos pasillos, sellados por puertas de hierro con candados, al costado del edificio. La altura de unos ocho metros aproximadamente hizo que Fructuoso yaciera inconsciente, en tanto Machadito por su parte hacía esfuerzos desesperados por levantarse, lo cual no consiguió por tener los dos tobillos quebrados. Por las rejas fueron ultimados con ráfagas de las Thompsons, aunque antes Machadito les había dicho que no estaban armados.

Con solo 24 años, Fructuoso Rodríguez era estudiante de Agronomía, accionaba al frente no solo del Directorio diezmado sino también de la FEU. Dirigía la lucha a trancas y barrancas y aun obligado por la persecución a esconderse, se mantenía a la espera de mejores condiciones para seguir combatiendo y reorganizar las fuerzas. Era un inclaudicable.

Juan Pedro Carbó Serviá, de 31 años, aunque ya graduado de Veterinaria siguió muy vinculado a sus compañeros de lucha en los claustros estudiantiles. José Machado Rodríguez, de 24 años, estudiaba Ciencias Sociales, y al igual que los dos primeros tenía un destacado historial combativo como dirigente del Directorio. El bisoño Joe era un joven soñador y tan diáfano en sus ideales y vida como ellos.

Fue en el año 1964 cuando, tras el triunfo de la Revolución, existieron las condiciones para profundizar en las investigaciones del suceso y juzgar al delator, quien fue condenado a muerte. Lamentablemente la justicia revolucionaria no pudo llegar al monstruo Ventura Novo, quien huyó prestamente a Estados Unidos, tras la victoria rebelde.

Cada 20 de abril los cubanos recuerdan y homenajean conmovidos y agradecidos a los mártires de Humboldt 7. Su heroicidad no fue en vano

(Tomado de ACN)

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