Aunque la ciencia médica no lo conciba, con más de 140 años, del interior de un vientre femenino pueden brotar… trillizos.
El suceso ocurrió este 25 de marzo, cuando, celebrando su cumpleaños número 141, la Municipalidad de Ciego de Ávila entró en muy bienvenido parto (y pacto) con su propia historia, para dar luz, a luna y cielo abiertos, a tres nuevos e ilustres hijos.
Devenido salón de alumbramiento, el sitio fundacional originario, intersección de las calles Marcial Gómez y Joaquín de Agüero, vuelve a poner en total armonía el aplauso de autoridades, personalidades invitadas, organizaciones de la sociedad y, sobre todo, pueblo, con aquel Acuerdo 81 del año 1994 que, entre otros reconocimientos, estableció la condición de Hijo Ilustre para avileños con relevante trayectoria, méritos y resultados en los diversos campos que tributan al bienestar social.
Por eso, a Raimundo Jorge Alemán Carbonell, se le contraen 46 años de vasta gloria deportiva, desde que, siendo juvenil, y apenas unos meses después de haber pisado por vez primera un colchón de judo, integró la selección nacional de mayores, en la que se mantuvo durante una década, seguida por otros 19 calendarios como entrenador del equipo Cuba, además de haber dejado fértil cosecha en países como Argelia, Túnez y Perú.
Similar meditación embarga al eminente cardiólogo doctor Roberto Melo Sánchez, aquien el supuesto o real fatalismo de la geografía no le impidió fundar la red nacional de cardiopediatría o brillar, también a puro destello de modestia, en la creación de un centro de implante de marcapasos y en la apertura de un gimnasio para rehabilitar a pacientes cardiópatas, por solo referir tres aportes, en medio de una consagración personal que salva vidas, día a día, hasta hoy, cuando no solo encabeza ese servicio en el hospital Doctor Antonio Luaces Iraola, sino que, además, realiza, como el más impetuoso recién egresado de la especialidad, la guardia médica.
A su lado, con esa habitual capacidad de “ponerle músculo al periodismo, desde una visión amorosa y crítica, para ayudar a curar el corazón invisible de los sueños de tantas personas”, José Aurelio Paz Jiménez, paradigma de la prensa avileña y cubana, Premio Nacional José Martí 2017 por la obra de toda la vida, no piensa, ni por asomo, en sí mismo, sino en “la suma espiritual de esa gente común y amorosa” que —como dijo minutos después, en nombre de los laureados— toma el mañanero trago de café, juega dominó bajo el farol de la esquina, te abraza y “pone en cada ladrillo y en cada palmo de tierra, entrega, amor infinito y lealtad”.
Por ello, deja claro que “esta lisonja de ser considerados Hijos Ilustres no puede convertirse en júbilo de fatuidad gaseada ni quedarse en el simple acto de recibir una especie de título nobiliario.
“Ha de ser reto que nos impulse a luchar porque cada ciudadano logre cumplir su sueño desde aquí… tener una ciudad más limpia, funcional en todos sus servicios y quehaceres, más ardorosa como catauro de orgullo por esta tierra; insuflar un sentido restaurador de esperanza, de pertenencia que rescate la disciplina social desde la conciencia del individuo y la salvaguarda, por encima de todo y de todos, del concepto de Patria… un esfuerzo común para que, cuando digamos Ciego de Ávila, no retratemos una blasfemia en el aire, sino una canción hermosa en el pecho.”
Así, también, lo considera Ángel Cabrera Sánchez, Historiador de la Ciudad, para quien no puede ser más “dichosa una Municipalidad como la nuestra, con tanto potencial del que brotan mujeres y hombres dignos, como manantial”, además de tener clara visión con respecto a la historia que, según reiteró, “jamás debemos olvidar” y a las verdaderas pretensiones de cuantas doctrinas, planes y proyectos vengan de las administraciones norteamericanas.
La gala rindió tributo a los 25 años del Historiador de la Ciudad, a los 70 de la Orquesta Intermezzo, y a los 10 del grupo Cuerdas y voces del llano.
Tomado del periódico digital Invasor
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