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La Medicina al lado izquierdo del pecho

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Estas pudieran ser las mismas líneas de recordación y alegría que acompañan al 3 de diciembre cada año en Cuba, cuando celebramos el Día de la Medicina Latinoamericana y honramos la pericia de Carlos Juan Finlay, quien descubriera el agente transmisor de la fiebre amarilla, contra todo pronóstico.

Sin embargo, no hay moldes ni esquemas posibles frente al simbolismo de una fecha que se blinda, quizás como nunca antes, con el sacrificio de un gremio entero y los recuerdos, todavía punzantes, que la COVID-19 dejó a su paso.

Invasor lo ha visto y lo ha contado desde zonas rojas, áreas en cuarentena, laboratorios, consultorios y quirófanos. Estos meses han sido difíciles para la Salud. Hay programas priorizados, entre ellos, el Materno Infantil, que ni siquiera se acercó a los indicadores de calidad exigidos; la cirugía electiva se detuvo, las consultas externas han sido intermitentes, y la proyección comunitaria de los especialistas fue lo que pudo ser.

Son inevitables los cuestionamientos sobre cómo elevar la calidad de los servicios, sobreponerse a las carencias que limitan el desarrollo del sector o desterrar cuestiones subjetivas que hacen mella, pues no siempre eficacia y calidad han sido sinónimos entendidos de igual modo en la cadena de atenciones.

Pero ha sido, también, un año de valientes, de personas que se enfundaron en una “escafandra” para entrar a una sala de Terapia y hacer hasta lo imposible por salvar; de médicos y enfermeros que unieron una guardia con la siguiente porque no tenían relevo; de científicos que hicieron lo improbable y lograron cinco candidatos vacunales contra la COVID-19; de gente común y corriente que cargó balones de oxígenos por pasillos y escaleras con tal de que otros pudiesen seguir respirando.

Por más que los hayamos vestido de héroes, el miedo no discrimina y debió abrumarles el peso de tantas vidas ajenas sobre sus hombros, cuando el pico de contagios acumulaba alrededor de 700 muertos y se desbordaban los hospitales y policlínicos.

Es que contar el 2021 es un ejercicio agridulce que le viene a la medida sólo a quienes vivieron en carne propia los esfuerzos por salvar de la Medicina cubana y a los que la pusieron, cual insignia, en el lado izquierdo del pecho, donde van las cosas que se quieren. Hay poco de metáfora y mucho de entereza para mirar a la muerte de frente y seguir de largo.

Por Ailen Castilla Padrón

Tomado del Periódico Digital Invasor

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