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Las seis semanas más cortas

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Hoy terminan las seis semanas más cortas de mi vida y, con ellas, la tremenda experiencia de trabajar en la zona roja de un centro de aislamiento para casos sospechosos de COVID-19. Permanezco aislado en un cuarto con otros voluntarios, dentro de cinco días deben hacerme el PCR y, si todo sale bien, el próximo domingo ya estaré en casa.
Me gustaría aprovechar esta publicación para agradecer a todos esos amigos, familiares y «conocidos» que me han enviado sus palabras de aliento, y se han preocupado por mi salud y la de mis compañeros de labor.
Gracias, en primer lugar, a mi mamá, María Eugenia Rodríguez, por comprender mis razones y apoyarme en todo momento. Porque para ella estas seis semanas sí fueron largas.
Mi agradecimiento para Jasiel Delgado y Hansel Lorenzo, secretario de la Juventud y presidente de la FEU de la Universidad de Ciego de Ávila (UNICA), respectivamente, por darme la oportunidad de venir hasta acá y por hacerme sentir como en mi propia universidad. Gracias, también, a todos los directivos y trabajadores de la UNICA, especialmente a las tías del comedor.
Gracias a los profesores y miembros del Consejo de Dirección de la UCLV, por preocuparse y mantenerse al tanto de sus cuatro muchachos. Creo que, sin vanaglorias ni falsa modestia, supimos estar a la altura del reto.
Gracias a todos los periodistas que informaron sobre el trabajo de nuestra brigada, porque al venir hasta aquí también corrieron el riesgo de exponerse al virus.
Gracias, como decía antes, a todos aquellos que me han escrito durante estas semanas. Conservo con profundo afecto cada palabra dedicada a mi persona y a la brigada «Jóvenes por la Vida», cada preocupación, cada gesto noble… En lugares como este, esos pequeños detalles terminan alegrándote el día.
Tendría mucho que contar, desde lo sublime a lo ridículo, pero ahora no tengo cabeza para eso. Hoy estoy contento porque terminó mi voluntariado, porque en cinco días me hacen el PCR, porque en una semana probablemente volveré a casa. Solo escribo estas líneas para devolver de alguna manera todas las manifestaciones de cariño que hemos recibido mis compañeros y yo.
Esta es una noche linda. Feliz, si se quiere. Una noche para agradecer por el afecto de los amigos, por el abrazo a distancia de una madre, por el valor de las aventuras cotidianas, por el privilegio de seguir viviendo.
Nunca había tenido tantas ganas de irme de un lugar, pero sé que nunca tendré tantas ganas de regresar a un lugar. Y no exagero si digo que, aunque la UCLV es mi alma mater, a partir de ahora un pedazo de mí le pertenece a la Universidad de Ciego de Ávila, y a su gente.
De nuevo, mil gracias a todas las personas que hicieron más llevaderas estas seis semanas. Un abrazo desde el centro de aislamiento de la UNICA.

Por Neilán Vera, estudiante de Periodismo de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas

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