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Más unidos por el medioambiente

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Fecha de júbilo y celebración es el Día Mundial del Medio Ambiente para millones de cubanos preservadores de la naturaleza, desde conservacionistas de los entornos y ejecutores de metodologías para salvar el planeta, hasta pensadores de la interrelación entre la humanidad y su universo y protectores de especies animales y botánicas. Todos celebramos, los protagonistas o activistas, y hasta los simples contempladores de las formas vivas o de las bellezas inertes.

Los cubanos tienen en el medioambiente un motivo más para apostar por la unidad, en tanto los peligros son considerables, muy grandes y milimétricamente parejos para muchos hombres y mujeres de hoy o para sus descendientes.

También se impone adoptar una marcha unida, un deber compartido, para aceptar el desafío de encontrar soluciones que atenúen los impactos de fenómenos naturales y trágicos cambios climáticos, que nos adapten a estos y nos permita prever para superarlos con conocimiento científico y organización social.

Así es como el país ha logrado emprender su itinerario ambiental con herramientas como la Tarea Vida, a sabiendas de que el anunciado calentamiento global puede deformar nuestros mapas al anegar territorios que hoy son patrimonio de la cotidianidad.

Sin embargo, eventos dañinos, aunque no apocalípticos, paradójicamente nos han tomado por sorpresa a veces.

Cuba está expuesta a múltiples amenazas de origen natural, derivadas fundamentalmente de eventos hidrometeorológicos y geológicos. Y a pesar de contar con un sistema de prevención, mitigación y respuesta oportuna, bien estructurado desde las instancias nacionales hasta el nivel local, continúa siendo impactada por estas inclemencias.

Digamos que durante años la Isla apenas era amenazada en temporadas de ciclones y sequías, más nos hemos estado enfrentando, con mayor frecuencia en los últimos tiempos, a intensas lluvias, penetraciones del mar e inundaciones, algunas de estas calamitosas. En contra de lo que se pensaba, el país puede ser pasto de hasta escandalosos tornados y, a la vez, de silenciosos desórdenes epidemiológicos humanos y agropecuarios, provocados por ciertas condiciones ambientales.

Por fortuna, las experiencias ganadas las llevamos a cuestas en nuestro morral. Cultura y voluntad política para adoptar nuevas estrategias son virtudes que fluyen en la sangre de este pueblo.

Las cosas se complican, eso sí, cuando la recuperación tras un golpe asestado por determinado poder natural requiere esfuerzos económicos y, se sabe, el país no presume de bonanzas para ello.

Grandes enseñanzas dejó el arrollador paso de un tornado por zonas muy pobladas de La Habana. Cierto es que provocó un rastro de desolación en el fondo habitacional de la ciudad, pero también una gran ola de solidaridad, nuevas maneras de organizar la recuperación y grandes ideas tras las profundas reflexiones que contaron con el liderazgo del presidente Miguel Díaz-Canel.

Por ejemplo, llegó el minuto de incorporar a los planes de reducción de desastres, aquellos eventos meteorológicos súbitos como el del 27 de enero último. Y a diferencia del pasado muy reciente, la atención a las fuertes lluvias se erige con la mejor manera de reaccionar ante complicaciones que pudieran acarrear.

Tal como sugirió entonces Díaz-Canel, procesos como la evaluación de los daños, los trámites y los puntos de ventas de los materiales de la construcción ante cualquier contingencia, deben mejorarse. La estrategia del país que busca tener producciones locales para edificar viviendas, servirá para revertir en menor tiempo el déficit habitacional, y a la vez incrementar la resistencia de la víctima favorita en casi todos estos eventos: la casa familiar.

Amat victoria curam, reza en latín ese proverbio que en español no es menos épico: “La victoria favorece a los que se preparan”.

Cuentan que durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados aliados alzaban el dedo índice y el del medio, formando una V, para dar ánimos a sus compañeros y desearles la victoria. Y dicen los historiadores que el signo fue empleado exclusivamente por los arqueros en la Edad Media para mostrar a sus adversarios que todavía disponían de los dedos necesarios para tensar la cuerda del arco y hacer uso de sus flechas.

Para una batalla que se antoja larga y crucial, no hay otra opción que estar preparados si se aspira a la victoria. Aún nos queda mucha cuerda que tensar para salvar, juntos, el medioambiente.

Publicado el 5 Junio, 2019 por Redacción Digital en Medio ambiente

Tomado de la Revista Bohemia

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