Doña Leonor Pérez pasó a la historia de Cuba por ser la madre de José Martí, de eso no cabe duda. Una mujer que murió en la pobreza en casa de su hija Amelia el 19 de junio de 1907, que sobrevivió a su único hijo varón (su primogénito, además) y que afrontó suficientes momentos tristes y desafiantes. A 115 años de su fallecimiento, recordamos su rol en la formación ética del Apóstol, quien siempre la tuvo presente a pesar de las lejanías.
“Madre mía: Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en usted. Yo sin cesar pienso en usted. Usted se duele en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida. Y ¿por qué nací de usted con una vida que ama el sacrificio? (…)”, escribía el autor de los Versos Libres en la última carta enviada a su progenitora.
De las actitudes de Leonor Pérez sobresalen dos aspectos fundamentales: las peticiones que constantemente le hizo a Martí para que abandonara la causa independentista pues, a fin de cuentas, su hijo era muy enfermizo y siempre corría peligro y, por otra parte, los sufrimientos que enfrentó al verse viuda en 1887 con cerca de 60 años de edad y siete hijas hembras, en una época donde era mal visto que las mujeres laboraran en la calle y dieran el frente a una casa. Fue precisamente lo que tuvo que hacer: trabajar en la Secretaría de Comercio y Obras Públicas por un salario de 83.33 pesos mensuales.
La casa natal del prominente político, periodista y poeta habanero tuvo que alquilarla como método de subsistencia económica en los últimos años de vida, mientras que sus hijas, tres de ellas fallecidas antes que el Héroe Nacional, realizaban pedidos de costuras y otras labores para contribuir a la economía de la casa.
“Te acordarás de lo que desde niño te estoy diciendo, que todo el que se mete a redentor sale crucificado”, afirmó en una de sus misivas a uno de los hombres más brillantes del siglo XIX cubano, mientras que en otra expresó: “Dentro de tres días cumplirás 29, me resigno, pero no me conformo a que a esa edad con tantos elementos de vida sufras tantas angustias, y que mis muchas reflexiones nada hayan podido en tu destino, pero valor, adelante, que con salud y buena voluntad mucho se vence (…)”.
Doña Leonor Pérez sufrió como nadie al ver crecer a su Martí lejos de casa, con un futuro muy distinto al que ella pensaba, con una vida de sacrificios que, como lo presentía, terminaría con la muerte. Es preciso ponerse en su lugar de madre protectora, pesar que ese camino no se quiere para ningún familiar, aún menos para los hijos. Una agonía que solo terminó el día en que cerró los ojos para siempre.
La devoción de Martí por su madre fue inmensa y especial. Así lo confirman sus palabras en una carta fechada el 15 de mayo de 1894: “Madre querida, Ud. no está aún buena de sus ojos, y yo no me curso de este silencio mío, que es pudor de mis artefactos grandes y de mi modo de queja contra la fortuna que me los roba, y como venganza de esta falta necesidad de hablar y escribir tanto en las cosas públicas, con esta pasión mía del recogimiento, cada vez más terca y ansiosa”.
A la edad de 15 años llegó a Cuba la madre del prócer cubano proveniente de las Islas Canarias y fue entonces cuando conoció al joven valenciano Mariano Martí y Navarro, sargento de artillería. Muy pronto se hicieron novios, para luego casarse en febrero de 1852 y dar luz, el 28 de enero de 1853, a uno de los pensadores más valiosos de Cuba.
Para honrar la memoria de Leonor Pérez, en el municipio de San Miguel del Padrón existe un parque con su nombre, un tanto desconocido por tratarse de una localidad lejana dentro de la capital. La construcción del espacio público se inició a mediados de 1957 por iniciativa de la Asociación de Propietarios y Vecinos de la calle Balear, que recaudó fondos para la creación de un monumento en mármol gris, con 2,5 metros de alto por 1,70 metros de ancho, donde se recrean tres momentos históricos de la vida del Apóstol, que se entrelazan de manera simbólica con su madre.
En otras locaciones de la ciudad se recuerda a Doña Leonor, como en el Parque Víctor Hugo del centro histórico de La Habana, donde se encuentra un retablo que ha sido trasladado desde la intersección de las calles Egido y Desamparados años atrás, ubicado inicialmente allí por la masonería cubana en 1953, a propósito del centenario del natalicio de Martí.
De igual forma, en Santa Cruz de Tenerife, España, la artista Thelvia Marín esculpió en bronce un monumento a la madre del Apóstol, en el paseo Borges Salas al interior del parque García Sanabia, erigido el 28 de enero de 1980, que además sirve como puente entre la cultura cubana y la española.
Mujer impetuosa, fuerte ante los agravios de la vida, Doña Leonor Pérez fue la mujer que nos legó al Martí de Cuba, de Latinoamérica, al Martí del mundo, quien consideró a su madre como sagrada y nunca quiso verla sufrir, pero su deber con la Mayor de las Antillas fue más fuerte y a esa causa se entregó.
Una de las palabras más hermosas que dedicara a su madre, por estos días han sido devueltas con notas musicales al terminar cada emisión de la telenovela cubana, lo cual nos confirma, una vez más, la virtud del poeta para la literatura, así como la inmensa devoción hacia su progenitora: “Mírame madre y por favor no llores, si esclavo de mi edad y mis doctrinas, tu mártir corazón llené de espinas, piensa que nacen entre espinas flores”.
Comenta aquí