«¿Tú me estás diciendo que Noemí está faltando a la escuela porque tiene el celular roto?», preguntó molesta la profe Amalia en el capítulo 5 de la serie Calendario donde, con la actuación de Ingrid Lobaina, toma forma la adicción a las tecnologías.
por Christian Suárez Castro y Mercedes Muñoz
Son las dos de la mañana pero Noemí ya va por el nivel 50, con las pupilas dilatadas y la fantasmagórica luz blanca que a esa hora proyecta el móvil sobre su rostro. Lo aprieta, ahora no puede perder. Tiene una molestia en el ojo, sigue jugando. Lagrimea. Se siente aturdida, comienza a temblar. Cae.
Esa caída marcará el punto de giro para un personaje que se ha venido planteando, en la serie Calendario del domingo en la noche, como una joven introvertida y demasiado conectada a su móvil. Una dependencia con la que nos sentimos identificados en algún punto quienes también tenemos sus actitudes o al menos nos quedamos hasta muy tarde frente a la pantalla.
Ella levanta polémica porque la actriz Ingrid Lobaina ha sabido encarnar la necesidad, la irreverencia, el nerviosismo y hasta las afectaciones a la salud que pueden derivarse del uso excesivo de las tecnologías, en este caso específico, de los móviles entre los adolescentes y jóvenes.
Probablemente, ya haya causado más de una discusión en casa o con amigos en un contexto en el que todos, de una forma u otra, nos vemos reflejados en su papel. De ahí que el equipo de Alma Mater conversó con Ingrid sobre los detalles de la construcción de este personaje, que sirve de pretexto para repensarnos cómo o cuánto usamos nuestros móviles.
¿Cuánto estudio demanda personificar alguien en esa situación de adicción a las tecnologías?
«El acto de construir un personaje, sea cuál sea, demanda mucho estudio. Personificar a una niña adicta a su celular fue un gran reto. Tuve que investigar sobre el tema y su impacto en la salud, tanto física como psicológicamente.
«Sin embargo, nunca quise que Noemí fuera solamente una niña adicta. Me propuse dotarla de muchos matices que lograran empatía con el público. Las personas que padecen adicciones, en su mayoría, pasan por un proceso de negación en el que no se reconocen como adictos. Tenía que lograr alguna conexión con los espectadores para que se sintieran reflejados».
¿Cómo ha reaccionado la audiencia ante el personaje?
«Todos los días recibo mensajes, sobre todo de jóvenes, diciéndome que en la escuela les dicen que se parecen a Noemí porque tienen un estilo parecido o usan mucho el celular. Incluso, una jovencita me envió una foto dormida en el aula luego de que se emitiera el capítulo donde Noemí se duerme en la clase de Amalia. Cuando salió al aire la escena del fin de año con los padres, mucha gente me escribió alarmada porque los tres teníamos los teléfonos en la mano y no estábamos comiendo o celebrando. Es decir que es un problema real.
«A mí me llena de felicidad saber que hay tanta gente pendiente a la progresión que ha tenido Noemí desde el comienzo. Muchos se han conmovido también con la escena de la convulsión y temen por el futuro del personaje. Espero que esta historia logre crear conciencia acerca de un problema casi invisible y menospreciado que, si no se detecta y atiende a tiempo, puede traer consecuencias fatales».
¿Conoces personas con esas actitudes o padecimientos derivados del uso excesivo de las tecnologías?
«No conozco a nadie con un problema de adicción severo que le haya dejado algún padecimiento como secuela. Pero sí estoy rodeada de personas dependientes al celular, que se ponen ansiosos cuando no lo tienen cerca o cuando se quedan sin cobertura: amigos, familia y compañeros de trabajo.
«Creo que quien posee uno, de una manera u otra, ha desarrollado cierta dependencia al dispositivo, ya sea por razones laborales o de ocio. Considero que es importante adecuarnos a un horario de uso que nos permita, también, realizar actividades físicas, trabajar, disfrutar del presente y estudiar.
«Asimismo, se debe crear conciencia en quienes nos rodean que, excepto en casos de emergencia, es importante no contaminar los espacios dedicados a la recreación o el descanso con invitaciones constantes a interactuar en redes sociales. Tener una red social no implica estar activo y disponible todo el tiempo, y nuestros allegados deben comprender eso».
¿Cuánto tiene Ingrid de Noemí, y viceversa?
«Cada personaje que he interpretado lleva un pedazo de mi alma. Cuando leí el guion de la serie pude detectar que habían varias notas en el carácter de Noemí que me recordaban mucho a la Ingrid de secundaria; quien, por desgracia, no tuvo una maestra Amalia que la comprendiera.
«Pero que sí tuvo una oportunidad de salvación a través del Arte, por lo que aprovecho la ocasión para agradecer a Carlos Tin Cremata, que llenó mi infancia de teatro y canciones. Creo que ambas compartimos la rareza, la capacidad para enajenarnos, la ingenuidad para algunas cosas, la visión afilada para otras y la vis cómica».
Desde tu búsqueda para este personaje ¿Qué consejos le darías a quienes se identifiquen con la situación de Noemí? ¿Y a los padres?
«La adicción de Noemí está asociada a un videojuego para celular. No es menos cierto que es muy satisfactorio ser parte de un universo virtual que a través de varios retos, prueba nuestra capacidad de adaptación a las nuevas dificultades. Experimentamos una sensación de poder y fortaleza cuando pasamos de nivel.
«Sin embargo, la sensación de derrota ante la pérdida o la incapacidad de avanzar, tiene el doble de impacto que la de victoria. De cualquier forma, ya sea ganando o perdiendo, nuestra atención se vuelca sobre una pequeña pantalla; que nos enajena y nos inhibe, que constituye por exceso una amenaza y en ocasiones hasta retroceso de nuestra capacidad para socializar en físico, conducirnos en la vida cotidiana o estudiar.
«Cuando esto sucede y lo identificamos, sabemos que tenemos un problema de adicción y que hemos de erradicarlo. El apoyo en un especialista es sumamente importante en estos casos. Dosificar las horas de juego, incorporar otro tipo de actividades ya sean de corte artístico o deportivo, asesorarnos sobre el tema y contar con el apoyo de la familia es primordial.
«Hay estudios que prueban el impacto negativo del uso excesivo de los celulares en el cerebro humano. Hay que buscar ayuda psicológica especializada. En casos extremos puede suceder lo que a Noemí. Tenemos que encontrar una vía para extraer el lado provechoso que nos ofrece la tecnología. Es una herramienta que nos facilita la vida en muchísimos sentidos. Entonces, debemos usarla con responsabilidad y autoconciencia».
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