Esta interrogante aparece cada vez más en forma de dificultades para cumplir con los protocolos sanitarios establecidos, contravenciones normadas para conductas inadecuadas, y reiteradas llamadas de atención por especialistas e instituciones encargadas de la gestión gubernamental de la pandemia. A su vez, lamentablemente, no es frecuente que las personas se lo pregunten a sí mismas, y es precisamente cuando disminuye la percepción de riesgo y aumentan sus consecuencias desfavorables.
El fenómeno de la paradoja comportamental en el momento actual reviste gran importancia para entender lo que sucede en la subjetividad de muchas personas. Explica la contradicción entre el saber (a nivel de conocimientos) y el hacer (a nivel de acción). Quienes viven en Cuba conocen sobre la imprescindible necesidad de mantener ciertas conductas de autocuidado para prevenir el contagio de la COVID-19; tienen fuentes de información confiables y disponibles por la televisión y otros medios de comunicación. Sin embargo, es evidente que muchos deciden no ejercer en la práctica ese conocimiento, lo cual provoca el aumento del contagio. Ello puede suceder debido a factores de orden físico, psicológico o social, pero básicamente puede ser explicado por el fenómeno de la paradoja comportamental, que radica, como hemos dicho en saber y no hacer, por tanto, conduce al desarrollo de comportamientos nocivos.
El hecho de que muchas personas hayan disminuido sus medidas de seguridad, o las hayan anulado totalmente, evidencia lo perjudicial de este proceso. Evidentemente, mantenerlas todo el tiempo puede resultar difícil, y requiere una disciplina personal que no todos poseen, pero las consecuencias pueden implicar un contagio masivo. Cuando esto sucede, entonces se encienden las alarmas de la culpa, la ansiedad, la angustia, la enfermedad y la recuperación de la salud, y en el otro extremo, la muerte. Para visibilizar lo complejo del autocuidado por su importancia y necesidad a todos los niveles, hipotéticamente se dice que, si desapareciera solo por un momento, todos los sistemas sanitarios de atención en salud colapsarían, aun los más sofisticados.
Por su parte, en la paradoja se expresan los referentes culturales de cada contexto personal, familiar y social. Ello se manifiesta en las creencias del pensamiento cotidiano, las tradiciones y las pautas habituales de conductas socialmente valoradas. En momentos de crisis, en este caso sanitaria, salen a la luz esos contenidos de la subjetividad cotidiana. Existen muchas prácticas no saludables instauradas en nuestro accionar, y que vivimos acríticamente. Algunos ejemplos de obviedades desfavorecedoras y que sirven de excusas para dejar de cuidarnos pueden ser: «Nunca tengo tiempo para eso o para mí»; «Hay cosas más importantes que atender»; «No es necesario cuidarme ahora, aún soy joven y saludable»; «Yo soy una persona sana y no tengo por qué enfermar».
El hecho de que lo cotidiano se repita, se presente a diario, le da justamente ese carácter de parecer obvio y natural. Esto genera, a nivel psicológico, un fenómeno de acostumbramiento, de naturalización, reconocido como estado de familiaridad acrítica, que provoca la sensación de que la vida, las relaciones, el autocuidado, etc., no pueden ser de otro modo y que nuestra manera de pensar, sentir y actuar es la única posible (Martín Fernández, 2004).
Existe entonces la posibilidad de cristalizar obviedades, ser rutinario y acrítico, al mismo tiempo que preservar las tradiciones culturales y ser cuestionador, transformador y agente de cambio de nuestra realidad (Martín Fernández et al., 2020b). Todo lo que acontece en la vida de un ser humano responde al eje personal de su autocuidado y se despliega en las diferentes esferas de su día a día, con acciones propias o en grupos, y trasciende a la comunidad y la sociedad. De ahí la pertinencia de su articulación a favor del bienestar humano, y su comprensión global desde la complejidad de este proceso (Cancio-Bello Ayes et al., 2020).
Se hace entonces necesario transformar estas y otras muchas obviedades cristalizadas en nuestras prácticas cotidianas en aras del autocuidado responsable. De ahí que el aprendizaje a través de la experiencia y la reflexión crítica consciente que este implica, sea un recurso muy valioso. Una vez que se logra identificar estos comportamientos y todo aquello que se asume acríticamente, resulta imprescindible problematizar, cuestionar, interpelar la realidad desde los diversos recursos con los que cada persona cuenta, incluso con la ayuda de otros con diversos puntos de vista, y así reconocer las aristas de cada cuestión para valorar las alternativas y decidir las acciones que realizar. A partir de este importante ejercicio reflexivo, se puede transformar dichas formas de sentir, pensar y actuar, porque dejan de estar encerradas en la repetición automática, para dar paso a la libertad de realizar acciones de transformación, paso a paso, poco a poco, con prácticas concretas que potenciarán el bienestar. Es colocar el autocuidado como actitud ante la vida, para preservarla, lo que implica vivir, más que sobrevivir. Es decidir proponer como oportunidad lo que el autocuidado ofrece para sí mismos y para los demás, a través de sus buenas prácticas.
En varias sesiones dedicadas al tema del autocuidado dentro del Psicogrupo Familia y Migraciones, resaltan cuestiones de interés asociadas a buenas prácticas y su adecuada implementación. Algunas de las reflexiones y aspectos trabajados son válidos en estos momentos para lidiar con la crisis sanitaria y mucho más allá, con la vida misma:
- El autocuidado puede ser mecanismo para influenciar positivamente los vínculos entre las familias dentro y fuera de Cuba. En el psicogrupo se ha convertido en un tema de conversación y apoyo mutuo.
- Las creencias espirituales como factor protector son analizadas como prácticas de autocuidado. Se respeta la diversidad de aquello que les ofrece fe, confianza y paz interior.
- El manejo de las emociones de los familiares de aquí y de allá se convierte en una estrategia para mantener la calma y contribuye a la estabilidad emocional a través de las redes familiares de apoyo. Pueden ser tanto de dentro como de fuera del país.
- El cuidado y autocuidado son una necesidad para lidiar con las emociones negativas durante esta etapa. A medida que se logra disminuir la ansiedad, se tiene más confianza en su autocuidado.
- Se han usado estrategias asociadas a pensamientos positivos como clave para la relación entre autocuidado y autoestima.
- La creatividad se reconoce como un elemento importante para potenciar el autocuidado. Se desarrollan habilidades para dar respuestas resilientes.
- Independientemente de la situación y la gestión de cada país, lo que es posible atender y lograr es nuestro autocuidado, con responsabilidad familiar y social.
- La disciplina y sistematicidad se asumen como elementos claves para fomentar el autocuidado en cualquier etapa de la vida. Se utilizan para reorganizar actividades dentro y fuera de la casa.
- Nuevas prácticas de higiene y autocuidado han llegado para quedarse más allá de la pandemia. Son muy importantes y propician menos transmisibilidad de otras enfermedades en aras del bienestar y la calidad de vida.
Puede decirse entonces —más que preguntarnos si resulta o no difícil—, que es posible mantener el autocuidado responsable, que se aprende desde la experiencia, y que cada día es el único y más importante momento disponible para vivir. Apostar por preservar una vida saludable es un proceso consciente, es una actitud, es la toma de decisiones a partir del establecimiento de prioridades personales, familiares y sociales. Es un proceso con altas y bajas donde avanzar requiere esfuerzo; a veces duele; es intenso, pero también gratificante; desata la creatividad, la capacidad de resiliencia, la ternura, la posibilidad de construir, la felicidad de compartir. Aprovechar la oportunidad de desarrollar habilidades para responder ante las crisis en la vida cotidiana significa ser responsable. Y en esa misma oportunidad, ser conscientes y actuar de acuerdo con la prevención de la salud significa desarrollar el autocuidado responsable. Está en nuestras propias manos, por cada persona, familia, país; por la paz, la solidaridad y la salud de la esencia humana.
Autor(es): Jany Barcenas Alfonso, Claudia Cancio-Bello Ayes, Consuelo M. Martín Fernández
Tomado de: Revista Temas: 102-103
http://temas.cult.cu/articulos-academicos/autocuidado-responsable-mas-alla-de-las-fronteras/
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