Destacadas

Primavera en Ciego de Ávila con más hectáreas por sembrar

Compartir en

Este año, los agricultores de Ciego de Ávila volvieron a hacer lo que ya han vuelto costumbre y “obligación”: crecieron en sus campos. Los planes cifraron la actual campaña de primavera en 17 191 hectáreas (ha), alejándose de las 15 425 que se habían plantado el período pasado, entre marzo y agosto de 2022.

Si se revisan las estadísticas los datos ilustran el salto del último quinquenio. Pasamos de cultivar 13 153 ha en 2019, a 17 191, en la presente etapa. El crecimiento se redondea en 4000 hectáreas. Y hasta el 23 de mayo los números indicaban que era posible.

Un informe del departamento de Cultivos Varios, de la Delegación Provincial de la Agricultura, lo traducía en 95,6 por ciento de cumplimiento. De las 8636 ha que debían sembrarse hasta el 31 de mayo, iban por 8198, el 95,6 por ciento, de ahí que las tensiones fueron casi nulas.

No obstante, el comportamiento por meses ilustraba otra realidad. Otro ritmo. En marzo se plantó el 105 por ciento de lo previsto y en abril se acercaron, con el 98. Pero mayo rondaba el 60 por ciento de lo planificado y no parecía que, en apenas una semana, pudieran recuperarse. Comenzaban las tensiones.

Lo consentía Raúl Monguía Rodríguez, especialista de ese departamento, quien explicaba que el comportamiento de este mayo estuvo muy distante del recorrido que traían, debido a dos inconvenientes imposibles de revertir. Mucha agua y poco combustible.

Con un mes muy lluvioso y con niveles de combustibles que casi los han paralizado, decayó el ritmo de la siembra avileña, aun cuando a tres meses de concluir la campaña resta tiempo para recuperarse.

El año pasado no pudieron. En julio ya Invasor decía que retoñaban los contratiempos, y finalmente la campaña del 2022 se quedó casi 1000 ha por debajo de lo esperado. Las causas, apuntaban, otra vez, a lo mismo.

“Las cifras de combustible han estado hasta en un 30 por ciento, y con ese volumen no siempre hemos podido priorizar la preparación. En paralelo, ha habido que sacar cosechas del campo, no podemos dejar perder los frutos”, admitía Arturo Gómez Ramos, subdelegado de Cultivos Varios. Tal situación los ponía en jaque entonces… y ahora. Porque hay que seguir cosechando y seguir sembrando, para luego volver a cosechar.

En ese ciclo interminable hay municipios que logran mejor desempeño que otros. Así lo reflejaba la tabla agrícola en la que Bolivia aparecía, hasta el 23 de mayo, al 82 por ciento de sus planes, mientras que Primero de Enero andaba por el 111 y Majagua, por el 105. Tales disparidades motivan otros razonamientos pues, si los territorios disponen de similares recursos, podría esperarse cumplimientos parecidos, pero no es el caso. ¿Por qué?

Y aunque, como recalcó el ministro de Economía Alejandro Gil, en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, “hay que tener más producción de alimentos, que es donde se concentra el principal impacto inflacionario”, lo cierto es que han disminuido los niveles de producción de viandas, hortalizas, huevos, leche, arroz, frijoles y otros productos.

 

Lo adelantábamos en junio de 2020, más hectáreas sembradas no eran igual a más comida, porque ante la ausencia de insumos como abonos químicos, herbicidas y fungicidas, los rendimientos agrícolas cayeron estrepitosamente, en algunos cultivos se estimó la caída hasta en la mitad.

En esa fecha cuatro renglones ilustraban sobremanera: “el boniato, que antes rendía entre 15 y 16 toneladas por ha, ahora debe aportar unas ocho. El plátano se calcula sobre las 15 y rondaba las 50. La yuca podría descender de 15 a ocho. El arroz, de 4,2 desciende a 2,1”.

En lo que va de 2023 podríamos graficarlo con los rendimientos de la papa.

Comenta aquí

*