En la práctica clínica diaria, en ocasiones nos encontramos ante un paciente al que prescribimos el cese del hábito tabáquico, pero nos pregunta ¿cómo lo puedo hacer? En este momento nos quedamos sorprendidos, respondemos que es tan sólo una cuestión de voluntad o como mucho recomendamos un tratamiento con sustitutivos de nicotina, sin saber realmente cómo abordar dicho problema, ni qué consejos dar en cada una de las sucesivas etapas de su proceso de desintoxicación y deshabituación tabáquica. Por todo ello, hemos creado esta pequeño programa de intervención, con el objetivo de lograr ayudar a nuestros pacientes en tan arduo recorrido.
Antes de comenzar con la presentación del mismo, sería conveniente presentar algunas nociones sobre el tabaco.
¿CÓMO ACTÚA EL TABACO?
El hábito de fumar cigarrillos ha sido el método más popular de consumo de nicotina desde comienzos del siglo XX. En 1989, el Director General de Salud Pública de los Estados Unidos publicó un informe en el que se determinó que los cigarrillos y otros productos de tabaco, tales como puros, tabaco para pipa o rapé (en polvo), son adictivos y que la nicotina es la droga del tabaco causante de adicción.
El informe indicó además que el tabaquismo era una causa importante de accidentes cerebrovasculares y ocupaba el tercer lugar entre las principales causas de defunción en los Estados Unidos. A pesar de esa advertencia, alrededor de 62 millones (29 por ciento) de estadounidenses de 12 años o más fuman cigarrillos en la actualidad, lo que hace de la nicotina una de las drogas adictivas de mayor uso en los Estados Unidos.
Peligros para la salud
La nicotina es extremadamente adictiva. Actúa como estimulante y sedante del sistema nervioso central. Su ingestión tiene como resultado un estímulo casi inmediato porque produce una descarga de epinefrina de la corteza suprarrenal. Esto estimula el SNC y algunas glándulas endocrinas, lo que causa la liberación repentina de glucosa. El estímulo va seguido de depresión y fatiga, situación que lleva al toxicómano a buscar más nicotina.
La nicotina se absorbe con facilidad del humo del tabaco en los pulmones y no importa si éste humo procede de cigarrillos o de puros. También se absorbe fácilmente cuando se masca el tabaco. Con el uso regular, se acumulan concentraciones de nicotina en el cuerpo durante el día, que persisten durante la noche. Por lo tanto, las personas que fuman cigarrillos a diario están expuestos a los efectos de la nicotina 24 horas al día. La nicotina absorbida al fumar cigarrillos o puros tarda solo segundos en llegar al cerebro, pero tiene un efecto directo en el cuerpo hasta por 30 minutos.
La investigación hecha ha mostrado que la tensión nerviosa y la ansiedad afectan la tolerancia a la nicotina y la dependencia de ella. La hormona producida por la tensión nerviosa o corticosterona reduce los efectos de la nicotina y, por lo tanto, es necesario consumir mayor cantidad de la sustancia para lograr el mismo efecto. Esto aumenta la tolerancia a la nicotina y lleva a mayor dependencia de ella. También se ha mostrado en estudios realizados con animales que la tensión puede ser la causa directa de una recaída a la autoadministración de nicotina después de un período de abstinencia.
La adicción a la nicotina produce síntomas de abstinencia cuando una persona trata de dejar de fumar. Por ejemplo, un estudio encontró que cuando se privaba de cigarrillos durante 24 horas a fumadores habituales, aumentaba su enojo, hostilidad y agresión, y disminuía su aptitud de cooperación social. Las personas que padecen de abstinencia también necesitan más tiempo para recobrar su equilibrio emocional después de la tensión nerviosa. Durante los períodos de abstinencia o de ansias de consumir nicotina, los fumadores han mostrado reducción de una gran cantidad de funciones psicomotoras y cognoscitivas, como por ejemplo la comprensión del lenguaje.
Las mujeres embarazadas que fuman cigarrillos corren mayor riesgo de tener niños nacidos muertos, prematuros o con bajo peso al nacer. Los hijos de mujeres que fumaron durante el embarazo corren mayor riesgo de desarrollar trastornos de la conducta. Estudios nacionales de madres e hijas han encontrado también que si la madre fuma durante el embarazo hay mayor probabilidad que las hijas fumen y persistan en fumar.
Es más probable que se vuelvan fumadores de cigarrillos los adolescentes que usan rapé que los que no lo usan. La investigación de la conducta está comenzando a explicar cómo las influencias sociales, como observar a adultos y compañeros fumando, influyen en la decisión del adolescente de comenzar a fumar cigarrillos o no. También ha mostrado que los adolescentes suelen ser resistentes a muchos tipos de mensajes en contra del tabaco.
La mujer que fuma suele tener una menopausa precoz. La que fuma cigarrillos y también toma anticonceptivos orales tienen mayor propensidad a padecer de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares que otros fumadores; ese es el caso muy en particular para la mujer mayor de 30 años de edad.
Además de nicotina, el humo del cigarrillo consiste principalmente en una docena de gases (sobre todo monóxido de carbono) y alquitrán. El alquitrán de un cigarrillo, que varía de unos 15 mg en un cigarrillo regular a 7 mg en uno con poco contenido de alquitrán, expone al usuario a una alta tasa prevista de cáncer de pulmón, enfisema y afecciones bronquiales. El monóxido de carbono del humo aumenta la posibilidad de enfermedades cardiovasculares.
La Agencia de Protección del Medio Ambiente ha determinado que la inhalación del humo ambiental del tabaco causa cáncer de pulmón en los adultos y aumenta mucho el riesgo de infecciones respiratorias en los niños y de muerte infantil súbita.
¿QUÉ ES FUMAR?
Fumar no sólo es «un hábito». También es una drogadicción, ya que el hecho de fumar tabaco cumple con todos los criterios que definen al consumo de una sustancia como tal: existencia de tolerancia, dependencia, síndrome de abstinencia en ausencia de la misma, comportamiento compulsivo, etc.
La máxima responsable de todo esto es la nicotina, sustancia con un gran poder de adicción similar al de otras drogas como la heroína o cocaína.
De todas maneras cuando hablamos de dependencia del tabaco hemos de hacerlo en un sentido mucho más amplio y distinguir entre tres tipos de dependencia íntimamente relacionados entre sí:
DEPENDENCIA FISICA.- Es la provocada por la nicotina y la responsable del síndrome de abstinencia
DEPENDENCIA PSICOLÓGICA.- Es la que se fundamenta en procesos de condicionamiento. (después de las comidas, leyendo, esperando la guagua, etc.)
DEPENDENCIA SOCIAL.- Se basa en la aceptación social del tabaquismo y en las presiones ambientales que incitan al consumo de tabaco: publicidad, presión del grupo en adolescentes, imagen de seguridad y de dominio de la situación.
¿QUÉ ES DEJAR DE FUMAR?
Dejar de fumar no es un hecho puntual o aislado; dejar de fumar es un proceso. Un proceso en el que pueden distinguirse una serie de fases o etapas sucesivas, que es conveniente saber reconocer, y así orientarnos en la clase de ayuda que precisa el fumador para abandonar el tabaco.
Estas etapas son:
A. Fase de precontemplación:
En esta primera fase el fumador no se ha planteado todavía dejar de fumar, no encuentra motivo alguno para hacerlo. Fuma y se siente bien por ello (le da confianza, le ayuda en su trabajo, etc.) y no nota aún ninguno de los efectos negativos derivados de fumar.
Estamos ante un fumador «consonante», ya que hay plena consonancia entre la actitud mental del fumador hacia el consumo de tabaco y su conducta o práctica diaria.
El prototipo de fumador en esta etapa es el fumador joven (generalmente menor de 30 años) sin enfermedad alguna asociada al tabaco. Se calcula que hasta un 45% de los fumadores están en esta fase.
B. Fase de planteamiento o de contemplación:
En el inicio de esta etapa más avanzada del proceso de cambio, el fumador se plantea ya, aunque tímidamente la posibilidad de tener que dejar de fumar porque reconoce y asume, que el tabaco tiene consecuencias negativas para la salud.
El proceso continúa, en esta fase, con una aceptación, ya no sólo de que debe dejar de fumar para evitar riesgos para su salud, sino también para conseguir los beneficios que de ello se derivan.
El fumador que se encuentra en esta fase del cambio pasa, de ser un fumador «consonante» a ser un fumador «disonante», puesto que ahora existe una clara disonancia entre la actitud ante el tabaco, que ha cambiado, (se plantea dejar de fumar) ; y su conducta habitual, que sigue siendo la misma (sigue fumando). Hasta un 35% de fumadores se hallan en esta etapa.
C. Fase de acción:
En esta fase todavía más avanzada del proceso, el fumador es un «disonante máximo»; ya no sólo se plantea dejar de fumar, sino que pasa a la acción y decide dejar de fumar, asumiendo lo que implica. Nos encontramos pues ante un sujeto que presenta además del cambio de actitud, un cambio en la conducta frente al consumo de tabaco (deja de fumar).
Generalmente a lo largo de esta fase se producen varios intentos de lograr el abandono, con las recaídas subsiguientes, todo ello antes de conseguir pasar a la siguiente y última etapa. Hasta un 20% de fumadores están en esta fase.
D. Fase de consolidación o mantenimiento:
Aquí se encuentran aquellos fumadores que llevan más de 6 meses de abstinencia. El fumador se siente ya ex-fumador, y se mantiene sin fumar.
Generalmente hasta los 12 meses de abstinencia no se considera que un sujeto es ex-fumador.
E. Fase de recaída:
Evidentemente esta etapa no siempre se da, aunque como en toda drogadicción es bastante frecuente. De todos modos el fumador que recae no vuelve a la primera de las fases del proceso de cambio ni tampoco a la de acción. Suele haber una gran pérdida de la autoestima y pasan a la fase B, de planteamiento o de contemplación.
No debemos nunca olvidar que la única persona que deja de fumar es el propio fumador, nadie puede hacerlo por él, y por eso debemos de tener muy en cuenta que el médico, el personal sanitario en general, lo único que debe hacer, que no es poco, es ayudarle a avanzar en el proceso de cambio. Y además es fundamental saber que el motor del cambio es la motivación del paciente. La palanca que logrará que un paciente fumador pase de una etapa a otra son las ganas de lograrlo, la voluntad y seguridad en conseguirlo, en suma la motivación que tenga. Cuántos más y mejores motivos tenga para dejar de fumar más fácilmente logrará su objetivo
BENEFICIOS DE DEJAR DE FUMAR
A los 20 minutos
la presión arterial baja a nivel normal
la frecuencia del pulso baja a nivel normal
la temperatura de manos y pies sube a lo normal
A las 8 horas
el nivel del monóxido de carbono de la sangre baja a lo normal
el nivel de oxígeno en sangre sube a lo normal
A las 24 horas
la posibilidad de un ataque cardíaco disminuye
A las 48 horas
las terminaciones nerviosas comienzan a regenerarse
aumenta el sentido del olfato y el gusto
De 2 a 3 meses
mejora la circulación sanguínea
mejora la capacidad física (ya no se siente cansancio al caminar o hacer ejercicio)
la función pulmonar aumenta hasta en un 30%
De 1 a 9 meses
disminuyen la tos, congestión sinusal, la fatiga, la dificultad para respirar.
las células ciliares del pulmón crecen mejorando la habilidad para manejar secreciones bronquiales, los pulmones se limpian y se reduce el riesgo de infección.
la energía corporal en general aumenta.
Al 1 año
el riesgo de enfermedad o ataque coronario disminuye a la mitad comparado con los fumadores.
A los 5 años
la incidencia de muerte por cáncer pulmonar disminuye a la mitad
el riesgo de accidente cerebrovascular disminuye en el lapso de 5-15 años igualando al riesgo en no fumadores.
el riesgo de cáncer en la cavidad oral, laringe, esófago, vejiga, riñón y páncreas disminuye
A los 15 años
se iguala el riesgo de enfermedades cardiovasculares al riesgo de un no fumador.
Artículo de: PSICOTERAPEUTAS.COM
https://psicoterapeutas.com/trastornos/tabaco/
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