Política y Sociedad

Rubio, Díaz-Balart y Regalado en la coctelera anticubana.

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La industria anticubana anda de plácemes con la administración Trump. Con los favores de la Casa Blanca, y cobrando la connivencia con los pecados del inquilino del Salón Oval, sus representantes han vuelto a retomar los hilos de la política estadounidense hacia nuestro país. Y de paso, tratan de agrandar los fondos de las operaciones contra Cuba, de los que después sacar alguna tajada financiera y rédito electoral.

A los más activos personajes de la mafia miamera en el Congreso, poco les ha importado el giro presupuestario dado por Trump, quien en sus previsiones para 2019 había solicitado más dinero para el Pentágono y menos para el Departamento de Estado, en claro refuerzo del poder duro sobre la diplomacia pública. Marco Rubio y Mario Díaz-Balart acaban de impulsar, en sus instancias congresionales, propuestas financieras para acciones anticubanas, que superan por mucho las solicitudes del Departamento de Estado para esos propósitos.

El senador republicano por la Florida, Marco Rubio, quien preside el Subcomité para el Hemisferio Occidental del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, aseguró un pedido en esa Cámara de $15 millones de dólares para los planes subversivos contra Cuba, en el proyecto de ley del presupuesto del Departamento de Estado y otros programas internacionales para el año fiscal 2019. Eso es mucho más que los 9 millones que había solicitado el Departamento de Estado.

Pero su compinche Díaz-Balart, miembro del Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, le ganó la apuesta, al lograr que esa instancia aprobara la propuesta de $30 millones para programas relacionados con Cuba, un incremento que supera incluso la cifra de $20 millones aprobados en el año fiscal 2018.

Tal diferencia en las cifras de ambas cámaras obligará a una decisión del Comité de Conciliación Congresional.

Estados Unidos provee desde 1996, con la Ley Helms-Burton, fondos públicos para programas injerencistas en Cuba. Desde el año fiscal 2009 hasta el 2016 la administración Obama sugirió $ 20 millones anuales para esos fines. Trump aprobó similar cifra para el 2018, después de haber hecho recortes generales el año anterior. A ello se suman los fondos destinados a transmisiones de radio y tv contra Cuba y el dinero de los estamentos de inteligencia en labores de penetración y actividad subversiva.

Rubio y Díaz-Balart, autoerigidos en consejeros de Trump para América Latina, también impulsaron la introducción en el proyecto presupuestario 2019 de sumas millonarias para acciones injerencistas tanto en Venezuela como Nicaragua. Rubio logró plasmar en el proyecto 20 millones de dólares para los planes contra el gobierno bolivariano y 5 millones para acciones contra la dirección sandinista. Díaz-Balart se quedó por debajo esta vez, al aprobarse en la Cámara Baja 15 millones para Venezuela y 5 millones para Nicaragua. El Departamento de Estado había solicitado 9 millones de dólares para sus operaciones contra Caracas.

En una nota de prensa circulado por su oficina, Marco Rubio expresó: “Como miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y del Comité de Asignaciones del Senado, apoyo la diplomacia estadounidense y el desarrollo internacional. Me comprometo a garantizar que los diplomáticos y los profesionales de la seguridad nacional de nuestra nación cuenten con los recursos necesarios para llevar a cabo su importante labor, incluidos los esfuerzos para promover la democracia y los derechos humanos en todo el mundo”.

Y todos sabemos lo que eso significa. Desde el uso de programas subversivos y la promoción de la violencia, hasta la fabricación de incidentes con el personal diplomático, que justifiquen una ruptura de relaciones o sirvan para frenar el flujo de visitantes estadounidenses a Cuba.

En lo que sí coincidieron ambos estamentos del Congreso, fue en volverle a asignar la enorme y poco productiva cifra de 29 millones de dólares a la Oficina de Transmisiones hacia Cuba, bajo cuyo manto se encuentran las mal llamadas Radio y TV Martí. Ambos medios han recibido cientos de millones de dólares desde su fundación, sin que hayan podido tener una entrada efectiva de sus transmisiones en el territorio cubano.

Hace par de semanas, el Gobierno de Estados Unidos, designó (Marco Rubio mediante) a Tomás Regalado, el exalcalde de Miami, como el nuevo Jefe de la Oficina de Transmisiones. Otro golpe al carácter supuestamente federal de esas emisoras. Otro regalo dadivoso a la mafia que tiene secuestrada la política local en Miami y la política de Washington hacia Cuba.

El flamante presidente de la junta que controla las emisiones fantasmas contra Cuba, ha dicho en una entrevista con la publicación de la derecha argentina Infobae: “Esta es una organización creada por el Congreso de los EEUU, sancionada por varios presidentes, con fondos de los contribuyentes de este país que tiene una misión específica y precisa. La de informar al pueblo de Cuba sobre lo que está pasando allí y avanzar la democracia en la isla”.

“Yo he recogido como pedazos de este proyecto y tengo la misión auto impuesta y, además, dada por muchos en el Congreso y en la Casa Blanca, de hacer que esto sea una agencia efectiva y que cumpla la ley de los EEUU, que gaste bien el dinero de los contribuyentes y que contribuya no solo a la libertad y democracia en Cuba sino también, a través de todas las plataformas internacionales y los recursos de los EEUU, a la de los pueblos de Venezuela y de Nicaragua “detalló.

Los aviesos propósitos imperiales contra Cuba y otros procesos progresistas regionales, vuelve a traducirse en dinero del contribuyente muchas veces mal gastado y con uso siempre injustificable. Rubio, Díaz_Balart y Regalado mueven la coctelera, invocando una fiesta injerencista. En Miami, no pocos se frotan las manos, esperando la derrama que les llegará desde Washington.

Tomado de CubaDebate.

Tomás Regalado, “botella” mediante de Marco Rubio, es ahora le Jefe de la Oficina de Transmisiones hacia Cuba.

 

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