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Desde lo individual salvemos lo colectivo

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Las cifras de contagios y muertes por la COVID-19 en el mundo son, cuando menos, dolorosas. Más de dos millones de personas representan, hasta la fecha, el dato que con mayor exactitud nos aquilata el impacto de la pandemia: los fallecidos

Cuando el nuevo coronavirus era noticia fresca, y a muchos nos parecía una realidad lejana, algunos estudios pronosticaban escenarios donde las muertes a nivel mundial rondarían ese número. Número de espanto, imposible de asimilar por aquel entonces. Hoy, no solo se ha vuelto real, sino que crece exponencialmente y no pocos lo asumen ya sin alarmas.

Si esos dos millones y tanto no sobrecogen en la medida que deberían, pues es predecible que para algunos las 197 vidas que hemos perdido en Cuba no aumenten en demasía sus angustias. Ciertamente representa solo el 0.9 porciento de las personas que se han enfermado aquí desde marzo. Y es, en casos como estos, donde la estadística no se vuelve la mejor aliada para ayudarnos a interpretar situaciones, impactos.

Quizás, ese dato, nos ha llevado erróneamente a considerar al sistema de salud cubano como un todopoderoso que, sí o sí debe salvarnos. Y aunque la estrategia trazada en nuestro país para el enfrentamiento a la enfermedad se ha ganado elogios a nivel internacional justamente por efectiva, no es infalible, los contagios del actual rebrote lo confirman.

Con el reinicio de las operaciones aéreas, la llegada de los días festivos y el reencuentro entre familiares y amigos nos han trastocado este inicio de año. Y aunque se esperaba un alza de los casos, por la presencia inevitable de algunos casos importados, los dígitos que nos asombran ahora cada mañana no son el resultado únicamente de que hayamos abierto nuestras fronteras. El mayor peso lo tiene la irresponsabilidad individual. Aun cuando los protocolos están claros, e incluso legalmente existe respaldo para que se ausenten a centros laborales y educacionales quienes reciben visitas desde otro país o quienes tienen síntomas respiratorios, las violaciones han sido la regla, en vez de la excepción.

Muchos mitos en torno a la enfermedad ya se han desmentido y, desdichadamente, hemos visto como personas jóvenes, sin comorbilidades, no han podido rebasarla. Enfermar de COVID-19 hoy en Cuba no es ya tan improbable como a mediados del pasado año. El “a mí no me va a tocar” no puede ser el pensamiento que prevalezca. El comportamiento del virus en nuestro país es la prueba más fehaciente de que el actuar individual puede incidir positivamente en la eliminación de cadenas de contagios, o negativamente, al convertirse en un catalizador que agiliza y descontrola la situación sanitaria de la isla.

Tomado del periódico digita TVA

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