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Dos Ríos, una pérdida irreparable.

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La muerte de José Julián Martí Pérez, el 19 de mayo de 1895, trajo para la Revolución y la Historia de Cuba una pérdida irreparable para el movimiento anticolonial e independentista. Conmovió hondamente a los patriotas en armas, y sobre todo a la emigración revolucionaria que él había unido y organizado.

Fue poseedor del ideario más completo y acabado del siglo XIX, lo que lo convirtió en el más grande pensador cubano y uno de los más importantes en América, pensamiento que ha trascendido en el tiempo. Sobresalen sus ideas anticolonialistas durante la Revolución del 68, su debut político en el movimiento conspirativo que prepara la Guerra Chiquita, defendió la moral de los cubanos en “Vindicación de Cuba”, fundó el periódico “Patria” y el Partido Revolucionario Cubano (PRC) en 1892. Organizador de la Guerra Necesaria. Firmó junto a Máximo Gómez el Manifiesto de Montecristi, considerado el programa de lucha de la Revolución del 95′.

Fue un ferviente enamorado de su ancha patria continental, abogó sin descanso por hacer realidad la hora de “la segunda independencia”, e impedir con esto la expansión de los Estados Unidos, “repletos de productos invendibles”, por sobre nuestros pueblos de América. Alcanzando, así, la maduración de su pensamiento antimperialista, revelado en la carta inconclusa que le escribiera a Manuel Mercado el 18 de mayo de 1895. En su estrategia continental, la liberación de sus islas queridas era un primer paso de todo punto insoslayable; en ellas se decidiría la suerte del Continente. La estructuración de una fuerte y sólida unidad revolucionaria, se convertiría en tarea de primer orden y de singular envergadura. La fundación del PRC ya era un notable paso de avance, sin embargo, tuvo que unificar criterios, explicar la labor y trascendencia del partido, a vertebrar esfuerzos en torno al común anhelo de independencia, al hacer que los intereses de la Patria fuesen puestos por encima de los intereses personales y a realizar una ardua labor de desenmascarar la ideología autonomista y los contenidos del proyecto autonómico de cambio social. Sin embargo, el trabajo sistemático contra todo movimiento de ideas que no implicase la independencia absoluta, no lo llevo a descuidar, ciertos elementos organizativos, de carácter subjetivo que cimentaban la obra común.

Después de múltiples avatares, el 11 de abril de 1895, desembarca por Playitas de Cajobabo junto a Gómez, en medio de una noche tormentosa.  El día 15 en presencia de los jefes militares presentes le otorgan a José Martí, el grado de Mayor General del Ejército Libertador, recibido por este como un honor excepcional, este nombramiento demostró el protagonismo del Delegado, ya no en la emigración, sino, en el teatro de operaciones.

 El cinco de mayo, se reúne junto a Gómez y Maceo en La Mejorana, donde se manifestaron opiniones diversas sobre la estructura que debía acordar la Revolución. Pocos días después, en Dos Ríos, se origina un encuentro entre las fuerzas mambisas y una columna del ejército español. El Delegado montaba en su blanco corcel de batalla y le dijo a Ángel de la Guardia: ¡Vámonos allí adelante¡ espoleó  el animal y se lanzó en un galope profundo hacia el enemigo. De una descarga cerrada le dieron tres balas: en el cuello, en un muslo y en el centro del pecho que le partió el esternón. Había extraído su revólver de cachas de nácar y cayó empuñándolo a dos metros de línea.

…” está pérdida sensible del amigo, del compañero abrumó mi espíritu a tal término…que me retiré con el alma entristecida.

¡Qué guerra ésta¡. Pensaba yo por la noche, que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor. Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento.’’ (Máximo Gómez Báez)

(…) El hombre de actos solo respeta al hombre de actos. El que se ha encarado mil veces a la muerte y llegó a conocerle la hermosura; no acata ni puede acatar, la autoridad de los que temen a la muerte. El político de razón es vencido, en los tiempos de acción, por el político de acción, vencido y despreciado, o usado como mero instrumento y cómplice, a menos que, a la hora de montar, no se eche la razón al frente, y monte.

¡La razón se quiere guiar, tiene que estar en la caballería¡ y morir para que la respeten los que saben morir(…) (José Martí. Discurso en Conmemoración al 10 de octubre de 1890)

Este es, Cuba, tu Héroe Nacional.

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