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El Código de Familias engendra deberes para los psicólogos

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Una cosa le quedó clara a Katya Roldán Contreras desde que del Proyecto de Código de Familias aún se hablaba en abstracto, y se ha reafirmado desde entonces: su gremio tiene que “ponerse las pilas” para ayudar a que el texto se convierta en protección real para las familias cubanas.

Quien la conoce bien, sabe que la de Katya es una militancia comprometida, y es por eso que, en la mañana de lloviznas de este miércoles, llegó hasta las aulas de Psicopedagogía de la Universidad de Ciego de Ávila, donde es profesora y apuesta por una formación humana e integral.

“Estamos aquí porque, de ser efectiva nuestra petición como Sociedad, en los próximos años seremos nosotros y ustedes quienes estaremos citados a los tribunales de familia, si se llegara a necesitar una mediación, por ejemplo”. No siempre, ante esas peticiones, explica ella, acuden personas capacitadas para entender, por ejemplo, el componente no visto de la violencia de género, la madurez intelectual de un niño o niña para que se tengan en cuenta sus peticiones, y eso puede atentar en contra de los deseos reales de proteger a las víctimas o personas inocentes.

Entre las dudas de los estudiantes se mencionaron, por supuesto, el cambio de denominación de la Patria Potestad y el significado de Interés Superior del Niño o Autonomía Progresiva. Katia responde con términos simples, y que a la vez prueban la necesidad práctica de la decisión.

“¿En qué contextos se recurría antes a la figura de Patria Potestad? Primero, ante el divorcio, a la hora de decidir la guardia y custodia de los hijos; y, segundo, ante la salida del país con uno solo de los progenitores”. Los principios que legitiman la decisión de los padres en esos casos, siguen vigentes bajo el término de Responsabilidad Parental.

Pero tener un hijo, por supuesto, es más que decidir sobre él. “Este término pone de relieve que, desde el momento en que se piensa en formar una familia, las personas implicadas tienen obligaciones hacia la nueva vida en camino. Así, por ejemplo, en lo económico, un padre tiene el deber de sustentar a la embarazada, aunque no sea su pareja, y luego ambos deben proveer para el hijo en común.

“Pero esa responsabilidad también tiene implicación en los afectos. Usted tiene la obligación de cuidar, dar cariño y además respetar a su hijo o hija como la persona independiente que es. Esto no significa que no ponga límites. Yo educo y educaré a mi hijo siempre bajo mis principios morales y éticos, pero tengo la obligación de no maltratarlo. Aquí entra el término de autonomía progresiva y ustedes deben relacionarlo a la asignatura de Psicología del Desarrollo. Depende de la madurez del niño, de lo que debe vencer en cada etapa”.

Respetar a los hijos e hijas es tan sencillo como esto: a una niña de tres años no puede permitírsele cruzar la calle sola, aunque quiera, porque no conoce las leyes del tránsito. Pero a una niña de tres años “no hay por qué ponerle la bata que le aprieta o le pica si tiene otra para ir al cumpleaños. Ella tiene suficiente autonomía como persona para decir que está incómoda. Es cuestión de humanidad como padres respetar eso, y no tenerla luego en una fiesta sin poder jugar porque se ensucia y se le rayan los zapatos”.

Katya es una de los cuatro miembros de la Junta Nacional, de 12, que no residen en la capital. Estará allí por cuatro años y es una de sus principales labores promover el nuevo Código entre colegas, porque para su profesión vienen nuevos retos.

“La votación que hagan ustedes cuando haya que aprobar el código es completamente personal, pero como profesionales debemos apoyar el proceso, porque se trata de derechos para muchas personas, y es el resultado del trabajo de años de activistas e intelectuales”.

Este debate prolongado sobre las familias puede desembocar en prácticas muy beneficiosas. Cursos de crianza respetuosa en las comunidades (porque no basta con decir que los gritos son malos, si no se enseña la alternativa), cursos prematrimoniales (preparación para la convivencia a parejas que formarán familias en el futuro), terapias de pareja y familiares (prácticas poco extendidas en Cuba) y hasta mediaciones de conflictos (una instancia anterior a los tribunales para llegar a acuerdos). Habrá, también, que capacitar a quienes participen en procesos penales relacionados con violencia; sobre todo, para el tratamiento a las víctimas.

“Muchas veces, las violaciones ocurren en entornos para nada parecidos al desconocido que te golpea en un parque oscuro, y sí son perpetradas por profesores, compañeros de trabajo y hasta miembros de la familia”,  sin que salgan a la luz , porque no somos una sociedad lista para apoyar a las víctimas en todo momento.

Ante el panorama, el protagonismo de la Sociedad Cubana de Psicología y la lectura consciente por la avanzada más progresista de la sociedad cubana, son decisivas, porque debemos estar a la altura del nuevo código si queremos que sea letra viva y protección real.

Tomado del Periódico Digital Invasor

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