Ernesto Guevara de la Serna (el Che), combatiente revolucionario, estadista, escritor y médico argentino-cubano cae prisionero un día como hoy en Bolivia, durante la guerra de guerrilla por la independencia boliviana. Su vida, conducta y su pensamiento se ha convertido en paradigma de millones de hombres y mujeres en todo el mundo.
El 8 de octubre de 1967 es herido en combate y apresado en la Quebrada del Yuro junto a sus camaradas Willy Cuba y Juan Pablo Chang y llevado a una escuela en La Higuera. El capitán de la unidad boliviana que lo capturó, Gary Prado, le aseguró que sería juzgado en una corte marcial en el Departamento de Santa Cruz, pero el alto mando boliviano encabezado por el presidente, general René Barrientos decidió ultimarlo.
La vida de Ernesto Guevara es una de las más sacrificadas de la historia, no solo su pensamiento usó en la condena a la injusticia y la defensa de los más humildes, sino que tuvo una gran participación internacionalista en las luchas de países por su liberación y contra el imperialismo. Su actividad como Comandante del Ejército rebelde en Cuba durante la lucha guerrillera en La Sierra Maestra y en la toma de Santa Clara fueron fundamentales para el triunfo revolucionario cubano en 1959. Participó luego en la formación del sistema socialista del gobierno revolucionario y fue el Ministro del Banco Nacional de Cuba.
En 1965 dirigió un frente guerrillero en el Congo contra la intervención de los mercenarios blancos y sus aliados locales. Fracasado el movimiento guerrillero regresó a Cuba y comenzó a organizar la guerra revolucionaria en Bolivia. Tras una campaña de varios meses cayó prisionero de las tropas bolivianas en la quebrada del Yuro y al día siguiente de su captura fue asesinado. Sus restos fueron ubicados en 1997 y enviados a Cuba donde descansan en el Complejo Memorial Comandante Ernesto Che Guevara que se construyó con este objetivo en la ciudad de Santa Clara.
Varios medios de prensa recuerdan con dolor y profunda añoranza al Guerrillero Heroico en la fecha de su caída:
“No hubo un solo momento en que el Che perdiera el control, entusiasmo y la confianza en la victoria”, afirmó el General de Brigada (R) Harry Villegas, combatiente de la guerrilla de Ernesto Guevara en Bolivia, al recordar los sucesos que marcaron el exterminio del destacamento comandado por el Guerrillero Heroico, el ocho de octubre de 1967, y su asesinato al día siguiente.
El también legendario “Pombo”, seudónimo de Villegas, quien participó en la lucha por la libertad del Congo y luego en el país sudamericano, siempre junto al jefe argentino-cubano, tuvo imágenes muy nítidas de esa cualidad de su maestro, que evocó en entrevista con el periodista Luis Báez, publicada en el libro Secretos de Generales.
Confirman la altura moral del Che, en la que creyeron los cubanos, y la total vigencia, en días corrientes, del pensamiento de un hombre que desde la fuerza de su ejemplo todavía envía mensajes movilizadores y de confianza en el afrontamiento de momentos difíciles y amenazas imperialistas.
“Cuando detectamos la presencia del ejército –rememoró el General sobre el ocho de octubre-, el Che organizó todas las acciones combativas. A mí me dio la tarea de defender un extremo de la Quebrada, la parte más alta, conjuntamente con Urbano, y nos explicó dónde teníamos que volvernos a reunir con él. Esa fue la última vez que vi con vida a Ernesto Guevara”.
Reafirmó Harry Villegas que todavía en esa jornada que se tornó aciaga, él pensaba en las posibilidades del éxito y estaba analizando cómo salir de la zona y buscar otra parte del territorio boliviano para continuar la lucha.
Jamás hablaba de la muerte, afirmó Harry, y esa era otra de las características del mítico guerrillero, asesinado de manera cobarde mientras permanecía indefenso y postrado, en una vieja escuelita en la zona conocida por La Higuera. La concebía con toda objetividad lógica, como resultado de lo que hacían, solo eso.
El destacamento guerrillero internacionalista que con el Che combatió en Bolivia, estuvo organizado en tres pelotones y durante su campaña, iniciada el siete de noviembre de 1966, participó en 22 acciones. Sus miembros enfrentaron enormes obstáculos, internados en inhóspitos parajes, por carencia de alimentos y agua, y el azote de la lluvia y el frío. Y perseguidos por un ejército apoyado por Estados Unidos.
Avanzaron muchas veces penosamente por eriales y abruptos terrenos desde Ñancahuazú, donde iniciaron sus acciones de combate, hasta la Quebrada del Yuro, lugar en el que ya solo contaban con una menguada fuerza de 17 hombres, integrada fundamentalmente por cubanos y bolivianos. Allí libraron valientemente el último combate.
La tropa insurgente combatió con denuedo desde el mediodía hasta el anochecer, en las adversas condiciones naturales de la Quebrada del Yuro, contra un enemigo superior en número de manera draconiana: 100 a uno.
En ese enfrentamiento final murieron Orlando “Olo” Pantoja Tamayo (Antonio), René Martínez Tamayo (Arturo) y el boliviano Aniceto Reinaga Gordillo (Aniceto). Alberto Fernández Montes de Oca ( Pachungo) fue gravemente herido y falleció por falta de atención médica ya en La Higuera.
Antes, en otros momentos y circunstancias habían caído luchando Eliseo Reyes (capitán San Luis, Rolando), Jesús Suárez Gayol (Rubio), Juan Vitalio Acuña (Joaquín), Carlos Coello, José María Martínez Tamayo (Ricardo), Antonio Sánchez Díaz ( Pinares), y Gustavo Machín (Alejandro), entre los cubanos, y la argentina-alemana Tamara Bunke (Tania).
Guerrilleros bolivianos ofrendaron sus vidas y su honor en ese compromiso por liberar a su país.
La captura del Che fue posible por estar herido en una pierna, su arma larga inutilizada y la pistola no tener balas. Lo ayudaba a caminar el guerrillero boliviano Willy Cuba, y mientras subía una loma fueron sorprendidos por efectivos del ejército boliviano.
Las declaraciones fueron extraídas de un artículo del periódico de Camagüey adelante.cu
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