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Foro Debate Generalísimo Máximo Gómez, ejemplo de internacionalismo y genio militar

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Máximo Gómez Báez, ese gran dominicano que fue Mayor General del Ejército Libertador cubano en la Guerra de los Diez Años y su General en Jefe en la Guerra del 95, nació pobre y murió humilde, fue ejemplo de internacionalismo, genio militar y un fiel defensor de las ideas y principios de José Martí.

El 17 de junio de 1905 fallecía en La Habana el Generalísimo Máximo Gómez a la edad de 69 años, en su casa habanera, con su familia y sin fortuna personal, lo cual es la mejor muestra de su probidad absoluta al manejar todos los fondos recaudados para liberar a Cuba del dominio colonial español.

Gómez nació en el pequeño poblado de Baní, provincia de Peravia, a 84 kilómetros al oeste de Santo Domingo, capital de República Dominicana, donde aún se conservan los horcones de la modesta casa donde vivió su infancia y adolescencia y todo el pueblo dominicano lo considera un héroe nacional.

A los 16 años Gómez se unió al ejército dominicano en la lucha contra las invasiones haitianas de Faustine Soulouque logrando obtener el grado de alférez. Posteriormente luchó para las tropas anexionistas en la Guerra de Restauración Dominicana y participó en el combate de la sabana de Santomé, cuando comandaba las fuerzas de la caballería dominicana el general Modesto Díaz, destacado combatiente en la posterior Guerra de los Diez Años en Cuba.

Luego de que el 1 de mayo de 1865 se firmara en la capital dominicana el acuerdo de El Carmelo, y el día 3 de ese mes se expidiera en Madrid el decreto de las Cortes mediante el cual cesaba la anexión de Santo Domingo a España con un costo de 20 millones de pesos y 20 mil bajas españolas, fueron evacuadas de República Dominicana las últimas fuerzas españolas y gran cantidad de Oficiales de Reserva, entre los que se encontraba Máximo Gómez, quien llega a Cuba a bordo del vapor Pizzarro, en compañía de sus familiares.

En 1866 logra su baja del ejército español y se establece en el Ingenio Guanarrubí, El Dátil, jurisdicción de Bayamo, donde se dedica a tareas agrícolas y venta de madera. En enero de 1867 su amigo José Vázquez lo introduce en la conspiración por la independencia de Cuba en El Dátil.

El 10 de octubre de 1868 el bayamés Carlos Manuel de Céspedes se alza contra la dominación española en su ingenio La Demajagua y da la libertad a sus esclavos, iniciando así la Guerra de los Diez Años y a la cual se incorpora Gómez seis días después, cuando se alza en El Dátil con Esteban Estrada, Francisco Maceo Osorio, Lucas del Castillo, Eduardo Bertot y otros patriotas.

Muchos libros se han escrito y otros tantos podrían escribirse de las hazañas de Gómez, de su entrega sin límites a la causa cubana, y de la traición de quienes aceptaron en 1902 una “independencia” amañada por Estados Unidos imponiendo la Enmienda Platt y la disolución del Ejército Libertador sin el reconocimiento a sus oficiales y soldados. Pero ese no es el tema de hoy.

Bajo el mando e instrucción de Gómez se realizó la primera carga al machete en las guerras por la independencia de Cuba. Este procedimiento bélico al arma blanca era empleado por los defensores dominicanos contra los invasores de Haití y es introducido por Gómez en Cuba, donde alcanzó mayor dimensión al combinar el binomio machete-caballería y se convirtió poco a poco en la forma fundamental de aniquilar al enemigo en los combates.

En diciembre del mismo año, Gómez asume el mando directo de las fuerzas de Jiguaní y realiza numerosas acciones combativas exitosas. El 8 de junio de 1872, debido a un malentendido con el presidente Carlos Manuel de Céspedes, es destituido del mando de la División Cuba y el 11 de junio de 1873 es designado jefe del Departamento Provisional del Cauto. En julio de 1873 Gómez reorganiza las tropas de Camagüey y Las Villas y en octubre de ese mismo año se entrevista con el Mayor General Vicente García, donde rechaza rotundamente incorporarse a un movimiento para destituir al presidente Céspedes.

El 6 de marzo de 1878 sale rumbo a Montego Bay, Jamaica, exiliado por su participación en la Guerra de los Diez Años. Llega a Kingston donde se encuentra con Manana, su mujer, hijos y hermanas, sumidos en profunda miseria. Arrienda un pedazo de monte en Corbet y comenta: “nos estamos manteniendo casi con mangos». Luego de pasar grandes necesidades logra establecer una vega de tabaco con la ayuda financiera del mayor general Julio Sanguily y del coronel Manuel Codina Polanco.

Tras una estancia de varios meses en Honduras, invitado a ocupar un alto cargo militar, regresa a Jamaica y el 2 de octubre de 1884 se incorpora a los preparativos para reiniciar la lucha armada en Cuba. Junto al Mayor General Antonio Maceo conoce personalmente a José Martí en Nueva York.

El 11 de septiembre de 1892, José Martí lo visita en Montecristi, República Dominicana, luego de escribirle proponiéndole el mando del Ejército Libertador de Cuba. «El Partido Revolucionario Cubano viene hoy a rogar a usted que, repitiendo su sacrificio, ayude a la Revolución, como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar, dentro y fuera de la Isla, el Ejército Libertador. (…) Yo ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres…» El 15 de septiembre Gómez le contesta a José Martí: «Desde ahora puede usted contar con mis servicios.»

El 25 de marzo Gómez firma con José Martí el Manifiesto de Montecristi, programa de la Revolución de 1895, y desembarcan juntos en abril, en Playitas de Cajobabo, costa sur de Guantánamo para incorporarse a la Guerra Necesaria, frustrada finalmente por la intervención de Estados Unidos.

Autor Pedro Rioseco

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