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La viril respuesta de :¡Patria o Muerte!

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La céntrica Avenida del Puerto en La Habana amanecía con el trasiego de ómnibus, autos y personas que marchaban a sus labores habituales, era un ambiente apacible. Se vislumbra, en las proximidades de la bahía habanera, el mercante La Coubre: era el 4 de marzo de 1960.

Luego de atracar, comenzó la descarga de mercancías de sus bodegas y la extracción de las cajas de proyectiles que formaban parte de un cargamento destinado a las Fuerzas Armadas Revolucionaria. Todo era sosegado y nadie podía imaginar lo que se avecinaba.

A las 15.10 de la tarde se produce una estremecedora explosión que sacude al buque, al muelle y a los edificios colindantes, y fue escuchada en toda la ciudad. Una gigantesca columna de humo ascendió con rapidez desde la popa del navío y tomó forma de hongo mientras se elevaba.

Segundos después, se precipitaban a tierra en forma de lluvia, trozos de hierro, metralla y otros fragmentos que ocasionaron nuevas muertes, heridos y destrozos en toda la zona. Restos humanos yacían esparcidos sobre la cubierta del barco, parte del muelle y sitios aún más lejanos. Las llamas comenzaban a extenderse en medio del humo, mientras se observaban sin techo los almacenes contiguos y vigas de acero retorcidas por todas partes. Se escuchaban gritos y quejidos de dolor de los que aún sobrevivían. La confusión era total.

Tan solo 30 minutos después, y aún sin recuperarse de la primera, se oye una Segunda explosión, los que permanecían ayudando a los más desvalidos en lo quedaba de la nave, el muelle y puntos más alejados, son lanzados al aire por la onda expansiva. Los que a duras penas se pueden erguir y moverse, sangrando, necesitados de recibir atención médica y soportando los dolores que sufren, se disponen a socorrer a otros compañeros, la mayoría mutilados, gravemente heridos o inconscientes.

Acudían a toda prisa carros y combatientes de la Policía Nacional Revolucionaria, miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, bomberos de distintas estaciones de la ciudad de La Habana, ambulancias de la Cruz Roja junto a milicianos, trabajadores, obreros portuarios de otros muelles, vecinos y empleados de los contornos.

Al anochecer, cerca de las ocho de la noche, fue controlado el incendio. Las casas de socorros, clínicas y cuerpos de guardias de los hospitales, sus salones de operaciones y otras instalaciones médicas estaban virtualmente abarrotadas. Los dirigentes revolucionarios, Fidel, Raúl y el Che, entre otros,  recorrían permanentemente aquellos lugares para brindar su apoyo.

A partir de las últimas horas de aquel viernes y las primeras de la madrugada del siguiente día, 5 de marzo, fueron llegando al Palacio de la Central de Trabajadores de Cuba los restos mortales de las víctimas hasta ese momento identificadas, sus féretros eran cubiertos por nuestra Bandera Nacional.

Por Ana Maria Teresa Orihuela, Radio Surco.

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