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Historias y experiencias de 25 valientes de la Universidad de Ciego de Ávila

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Me habían hablado de la brigada “Valientes por la Vida”, y en mi mente se reflejaba una obra común en tiempos de pandemias, hasta que los conocí.

Entonces, en la visita que realizara a la universidad avileña Máximo Gómez Báez, descubría en cada paso por aquellos desolados y un tanto temerosos pasillos, que el mero hecho de estar allí, en el mismo sitio donde se resguardaban los contactos de casos confirmados y posibles portadores del virus, ya los dotaba de una valentía admirable.

Sin embargo mi asombro se agrandaba con cada una de sus palabras, con sus historias y experiencias, y comprendí que eran jóvenes excepcionales, que no ambicionaban aplausos, reconocimientos, ni entrevistas; que no esperaron a una convocatoria o llamado, sino que la mayoría dijo: “yo quiero estar allí”, y sin presiones.

Así me dijo René de Jesús Pérez O´Farrill, joven que no es matrícula de la Unica, sino que cursa el cuarto año de Geografía Pura en la Universidad de La Habana: “Cuando fue oficial la suspensión de las clases, yo me acerqué al presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de mi facultad, y le pregunté que qué tenía que hacer para apoyar voluntariamente los centros de aislamiento de mi provincia. Él me mandó el contacto del presidente de la FEU de aquí y así fue como logré incluirme desde el pasado domingo, en esta brigada”.

Similar a esta historia es la de Neilan Vega Rodríguez, estudiante de periodismo de la universidad de Las Villas: “Me había quedado expectante en otras ocasiones en que en mi universidad se había dado el paso al frente para apoyar con el cuidado de los posibles enfermos. Eso me hacía reflexionar mucho, porque algo dentro de mí me decía que quería formar parte en esta faena. Creo muy personalmente que estamos en presencia de uno de los momentos históricos más importantes de los inicios del siglo XXI, y sin dudas no me quiero perder la oportunidad, de formar parte de él”.

La mayoría de los estudiantes, por su parte, ya en el segundo rebrote, cuando la cabecera municipal pasó varios meses en transmisión autóctona limitada, habían formado parte de este equipo de trabajo y apoyo. “Yo no regresé para quedar bien con nadie, estoy aquí porque es un compromiso conmigo mismo y con mi coterráneos”, refiere el estudiante de derecho Ernesto Javier Hernández García.

Y agrega que para él significa “un deber proteger y ayudar al cuidado de esas personas que en esos momentos de por sí se sienten un poco afectados por el temor de estar contagiados”.

Es el mismo sentir de Jorge Fardiño Álvarez: “quiero que si alguno de mis familiares pasa por esto, se le atienda como nosotros lo hacemos. La labor más que nada es humana”.

Y entonces es que me entero que el carismático y extrovertido joven, de tez trigueña y sonrisa natural, es de la provincia de Las Tunas y se encuentra estudiando la carrera de Ingeniería Agrícola.

“Mi mamá está permanentemente preocupada. Me obliga a llamarla todos los días, y claro que los extraño; pero no entiendo porque no me permito estar acostado en casa sin apoyar en nada a mi país”.

Dayana es otra de las que está por segunda vez en la línea roja, terminó recientemente su tercer año de la facultad de Informática y Ciencias Exactas. Es estudiante becada, porque vive en el pueblito “Ciudad de la juventud” perteneciente al municipio de Venezuela, y cuando se suspendieron las clases no regresó a casa, se quedó apoyando.

“Al principio teníamos miedo, pensábamos en nuestra familia, en la posibilidad de dar positivo y preocupar a nuestros padres; pero una vez tomando las medidas de protección que nos han exigido, nos sentimos más seguros”.

También de municipio es Sujay Torres, precisamente de Bolivia, este es su primer año en la universidad y ya resalta entre las más valerosas jóvenes. Me cuenta que la responsabilidad es más arriesgada que en otras ocasiones, porque se le realizan test rápidos a los sospechosos, y solo los casos positivos se mantienen en esta escuela a esperar los resultados de los PCR.

“Cuando entro a la zona roja me pongo nerviosísima. La mayoría de ellos están enfermos, “enfermos”, alega abriendo los ojos. “Eso créeme que impacta. Pero a veces siento que ellos nos cuidan también a nosotros”.

Sujay es esbelta y bien hermosa; pero presume a toda hora sus botas y nasobucos.

“Ahora mismo no tenemos que entrar a limpiar, pero permanentemente me estoy cuidando. Créeme que el vestuario es bien estricto, por sí solo impresiona: dos nasobucos que te ahogan, gorro, caretas, guantes, camisones grandes, después que terminamos la limpieza nos desinfectados con coro y dejamos las ropas en un cuarto preparado para ese objetivo”.

El presidente de la FEU del mencionado centro educativo, Hansel Lorenzo Torres, accedió a explicarnos más sobre su rutina de trabajo: Nos dividimos en dos equipos de limpieza, por la mañana se higieniza el piso, el baño y se recoge la basura de los cuartos de los pacientes; y por la tarde se vuelve a limpiar, si el paciente es positivo se fumiga y se esperan dos horas y de resultar negativo se limpia inmediatamente luego de la fumigación.

Jasiel Delgado Isac, secretario del Comité la Unión de Jóvenes Comunistas en la Unica, declara además que aunque tienen a su disposición todas las herramientas y vestuarios para protegerse del virus, sí amerita una alta carga de responsabilidad y cuidado.

De esta forma, las historias y experiencias de los 25 valientes uniqueños, hicieron que las banderas con las siglas UJC y FEU, que ondean en el balcón que los resguarda, y en un inicio su belleza e impacto fueron admiradas por mí, quedaran pequeñas.

De esta forma me fui a casa con sus rostros grabados en la mente y la satisfacción de haberlos conocido, me fui consciente que no en pequeñas manos se encuentra el futuro de nuestra Revolución.

Adialim López,Radio Surco

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